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Sumario:
I. Cada país manejará su crisis, por Rogelio Ramírez de la O
II. La página infinita de la red, por José Saramago
III. ¡Desaparecido!, por Rosario Ibarra
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CADA PAÍS MANEJARÁ SU CRISIS
por Rogelio Ramírez de la O
(publicado en El Universal el 26 de noviembre de 2008)
Si de algo sirvió la descolorida reunión del Grupo de los 20 en Washington el 15 de noviembre fue para demostrar que hoy cada país se debe cuidar a sí mismo y que la coordinación internacional para momentos tan delicados en realidad no existe.
El comunicado final menciona que los países se comprometen a “rechazar el proteccionismo, no elevar nuevas barreras a la inversión o al comercio en bienes o en servicios, imponer nuevas restricciones a las exportaciones o tomar medidas para estimular las exportaciones que sean inconsistentes con la Organización Mundial de Comercio”.
Y sin embargo, unos días después, el presidente Sarkozy, de Francia, afirmó que “quiere que este proceso de reubicación de plantas francesas (en el mundo) y de subcontratación internacional se detenga y a la vez apoyar a empresas estratégicas en peligro de ser adquiridas por extranjeros”.
Habrá que preguntarse entonces para qué fueron los jefes de Estado de 20 países, incluido Felipe Calderón, a reunirse con George W. Bush y presentar sus propuestas sobre cómo resolver la crisis, si al final cada país acaba protegiendo sus propios intereses. La respuesta es que poco o nada entienden del cambio que el mundo está viviendo. Para remarcarles esto, nada más la ausencia del presidente electo, Barack Obama. El mensaje: primero atendamos cada uno nuestras propias crisis y luego nos coordinamos.
Será inevitable que los países grandes recurran al proteccionismo abierto o disfrazado y por ello un error que se piense que la solución comienza en la cooperación internacional. Obama se tendrá que ocupar primero de contener la crisis financiera y luego de impulsar la economía de su país. Todos los asuntos internacionales los va a delegar, excepto el Medio Oriente y Rusia.
La crisis seguirá avanzando mientras tanto. El próximo capítulo apunta hacia un recorte masivo de capacidad física de producción en el mundo, ante la falta de mercados. De ahí los despidos de decenas de miles de trabajadores no sólo de bancos, sino de empresas manufactureras.
Esto fue así porque la base de consumo que hasta hace poco se podía denominar “global” en realidad se reducía al consumo de Estados Unidos, Inglaterra, Australia, Canadá y unos otros cuantos países.
Los que sí dependían de las exportaciones, China, parte de Europa, Brasil, Rusia, India y México, entre otros, tendrán flujos de ventas mucho menores a lo que esperaban cuando hicieron sus inversiones. Las utilidades de sus empresas serán mucho menores, pero sus deudas en dólares seguirán siendo las mismas. Por lo tanto, van a entrar en falta de pagos con sus acreedores o pedirán ayuda a sus gobiernos. Si es esto último, todas las reservas del Banco de México no alcanzarán.
Aparte del problema financiero que enfrentará México, habrá una competencia feroz por los reducidos mercados de exportación. De ahí que la depreciación del peso no va a tener un gran efecto en las exportaciones. Los países tendrán que revalorar sus mercados internos.
Países que recientemente se veían como muy fuertes en realidad no lo son. Por ejemplo, Rusia, que llegó a tener 600 mil millones de dólares de reservas, ahora está en 475 mil millones, habiendo perdido tan sólo en octubre 50 mil millones por fugas de capital.
El mundo perdió en Estados Unidos al motor de su crecimiento. Lo que sigue es una caída en los valores de todas las empresas y un aumento del desempleo. México no parece aún tener ninguna estrategia coherente, y no es en la cooperación internacional donde la encontrará.
LA PÁGINA INFINITA DE LA RED
por José Saramago
(publicado en El cuaderno de Saramago (http://cuaderno.josesaramago.
Acabamos de salir de la conferencia de prensa de Sao Paulo, la colectiva, que le dicen aquí.
Me sorprende que varios periodistas me hayan preguntado por mi condición de bloguero cuando estaba el anuncio de una exposición estupenda detrás, la que organiza la Fundación César Manrique en el Instituto Tomie Ohtake, con los máximos representantes y patrocinadores, y la presentación a la vista de un nuevo libro. Pero a muchos periodistas les interesaba mi decisión de escribir en “la página infinita de la red”. ¿Será que ahí, aquí, mejor dicho, nos asemejamos todos? ¿Es esto lo más parecido al poder de los ciudadanos? ¿Somos más compañeros cuando escribimos en la red?
No tengo respuestas, solo constato las preguntas. Y me gusta estar escribiendo ahora aquí. No sé si es más democrático, sé que me siento igual que el joven de pelo alborotado y gafas de aro que, con sus veintipocos años, me preguntaba. Seguramente para un blog.
¡DESAPARECIDO!
por Rosario Ibarra
(publicado en El Universal el 27 de noviembre de 2008)
Desde hace muchos años se repite con horror la terrible palabra que da nombre a estas líneas. Miles de hogares en el mundo han sufrido y sufren el dolor de las ausencias que esa práctica infame les causa.
México se cuenta entre los países cuyos malos gobiernos han hecho suya esa forma brutal de represión, y que como ya se ha dicho en incontables ocasiones, tuvo su inicio en 1969, en Coyuca de Catalán, Guerrero, cuando dos militares, el general Miguel Bracamontes y el mayor Antonio López Rivera, secuestraron al maestro Epifanio Avilés Rojas y ordenaron a los soldados que lo condujeran al Campo Militar Número Uno. Desde entonces, no se volvió a ver al maestro y empezó a pronunciarse la palabra cruel... ¡desaparecido!
En los años que siguieron, el Ejército y las policías asolaron el mismo estado suriano. Bajo el pretexto del combate a la guerrilla, allanaron casas para llevarse a los “sospechosos”, cientos de hombres y mujeres que, al igual que el maestro Avilés Rojas, fueron catalogados como desaparecidos... ¡Y el dolor se aposentó en los hogares del noble pueblo guerrerense!
Eran los años terríficos del sexenio echeverrista, en los que las desapariciones se esparcieron en el país entero como plaga maligna... De los hogares heridos por aquel zarpazo cruel brotaron alaridos de dolor, pero a la par se alzaron las voces airadas que exigían y exigen justicia; pero ésta no llega, no se ha hecho justicia jamás, ningún responsable de las desapariciones ha sido castigado y la práctica perversa, catalogada como crimen de lesa humanidad, se repitió un sexenio tras otro...
No hubo uno solo en que no se hubiese cometido este delito. De Echeverría a Zedillo, no queda a salvo ninguno de los presidentes (comandantes supremos de las Fuerzas Armadas), y los dos últimos, Fox y Calderón, son igualmente culpables del mismo crimen: desaparición forzada, perpetrada, en la mayoría de los casos, por miembros del Ejército.
Y aunque el actual gobierno pretenda culpar al “narco” y cambiarle el nombre por el de levantón, el pueblo sabe que no es así y exige la presentación con vida y la libertad de todos los desaparecidos, entre ellos, Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, que este 25 de noviembre cumplieron un año y medio de su desaparición.
¡Vivos los llevaron...vivos los queremos!
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