18 diciembre 2008
"La única verdad absoluta, o cuasi, es la del movimiento".
Julio Pomar
I
Que el 98 por ciento del total de delitos cometidos en México no es aclarado ni resuelto ni mucho menos penado, según trajo a colación días há el "ombusdman" José Luis Soberanes, es un hecho que antójase de espeluzno.
Sí, espeluznante, por su crudeza pero, sobre todo, por su insoslayable verismo, cualidad que lo convierte en un vector contribuyente al discernimiento objetivo, por parte de la sociedad mexicana, de una realidad apabullante.
Señálese que lo divulgado por el señor Soberanes no es nuevo; es una constante en la vida nacional desde lustros atrás: al iniciarse el Espuriato, en 2006, éste difundió estadísticas similares.
En siete años –desde el 2002 incluive--, 20 mil personas han sido secuestradas en México. Y de enero de 2001 a noviembre de 2008, diez mil 500 personas han sido "ejecutadas". Súmense a ello abusos militares y policiacos.
Y más: se reprime la disidencia política organizada mediante la desapartición forzada de personas, tortura, penas carcerlarias brutales --¡140 años de prisión a un activista social de Atenco!—y carestía de la vida.
Empero, el diagnóstico –que presúmese documentado y, por ello, veraz-- del señor Soberanes, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, no debe mover a los mexicanos a una crispación o a parálisis. Lo opuesto.
Debe mover a la sociedad a asumir una realidad terrible que nadie, excepto la sociedad misma, puede modificar parcial o totalmente. La realidad descrita por don José Luis no debe mover a los mexicanos al lamento ni a las inacción.
Tampoco debe movernos esa situación a esperar soluciones providenciales de algún salvador f'isico o metafísico –un mesías— milagroso o de algúna fuerza esotérica que la psique colectiva identifica de guisa antropomorfa.
II
La estadística divulgada por el "ombusdman" es un síntoma –un efecto, pues— de causales concretas y específicas que las ciencias políticas y sociales identifican con nitidez y que, increíblemente, el Estado mexicano desestima.
La denominación científica del fenómeno –la impunidad, discernida de las estadística del 98 pór ciento citado por el señor Soberanes— es la de anomia, concepto y vocablo desarrollado por el téorico social francés Emilio Durkheim.
Durkheim es considerado, junto con Carlos Marx y Max Weber, pioneros en el desarrollo de las ciencias políticas y sociales y, sin duda, en la filosofía de la historia de esas disciplinas y otras afines y/o conexas del conocimiento.
Durkheim desarrolló el vocablo para describir las manifestaciones de un fenómeno que identificó como una "enfermedad" social". El término explica problemas de la relación entre individuos y normas y reglas sociales.
Así, conocido el fenómeno --la anomia— es posible identificar sus causales, para lo cual existen las herramientas científicas y los métodos de la experiencia histórica de México y, ergo, el conocimiento.
La anomia se representa en un conjunto de condiciones –la realidad-- que, a su vez, dialécticamente, sugieren y proponen por sí mismas cómo resolverlas. Las soluciones, pues, están dadas; ya las dio la historia.
Dados esos antecedentes –los contextos actual e histórico y su devenir dialéctico o "continuum"— mueve a sorpresa que el Estado mexicano no haya registrado a cabalidad la anomia o que al parecer no tenga conciencia de ella.
También sorprende que el Estado mexicano no haya registrado ni tomado nota ni mucho menos aplicado las soluciones a la vista sugeridas por la propia realidad. ¿Por qué esa omisión? ¿Por ineptitud, acaso? ¿O miopía?
III
Sí, por todo eso: omisión, ineptitud, miopía, irresponsabilidad. Pero ess conducta de inacción del poder es aparente. No hay tal inacción; lo que hay es una conducta deliberada, por comisión. Omisión por comisión. Criminal.
Y, por tal atributo, es una conducta de perversidad. Al Estado mexicano –o sus personeros más importantes— no le interesa moral ni filosóficamente servir al pueblo, sino a los intereses de una élite pudiente que le da razón de ser y, acusadamente, de estar.
Por eso, el Estado mexicano es plutocrático, existiendo hamponilmente en función de intereses particulares y facciosos, y ejerciendo el control del poder mediante una grotesca, por leguleya, simulación democrática.
La simulación se emblematiza en el Espuriato –un sexenio resultado de un desenlace comicial, el de 2006, de dudosísima legalidad y, por tanto, espurio— y configura su naturaleza. Un Estado que sirve al rico, no al pobre.
Aplicar las soluciones reales –las que aconsejan las condiciones actuales— a los problemas veros de México implicaría modificar la naturaleza del Estado, refundándolo con arreglo a la experiencia mexicana histórica.
Al Estado mexicano le va bien ser un Estado fracasado –como lo califican en Estados Unidos y Europa--, pues desde hace sexenios no le interesa servir al pueblo, sino a intereses ajenos a éste, a los de sus explotadores.
El Espuriato tiene acceso a soluciones de fondo a los problemas de México --la anomia--, más la filosofía del poder para la corrupción facciosa y los de la ideología de la cultura política corriente desestima aquellas.
Esa natueraleza del Espuriato –y el Estado mismo, en un sentido más amplio—ofrecen a los mexicanos una moraleja inevitable: los mexicanos tienen el poder, incluso moral y legal, de cambiar todo.
ffponte@gmail.com
Glosario:
Anomia: en sociología, proceso de relajamiento de las estructuras económicas y políticas que da lugar a una especie de desintegración en la cual los individuos se sienten desligados y fuera de lugar, surgiendo una angustia creada por el dislocamiento de un sistema de valores en el seno de una estructura socioeconómica cambiante.
Antropomorfa: de apariencia o naturaleza o esencia humana.
"Continuum": en sociología, concatenación lógica de diferentes estructurasa dentro de uin mismo sistema, representando una misma línea de desenvolvimiento histórico.
Dialécticamente. Perteneciente o relativo a la dialéctica. Método de razonamiento desarrollado a partir de principios. Relación entre opuestos.
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