Barómetro Internacional
Por Kintto Lucas
Hace unos días, mientras enlucía un muro de mi casa, llegó un mensajero a dejarme una invitación para un acto en una embajada. Miró lo que estaba haciendo y me dijo "buen trabajo, estoy buscando un maestro para arreglos en mi casa, ¿tiene tiempo?"
Le seguí la corriente y le dije que también hacía pintura y conexiones eléctricas. Señalé las paredes pintadas como muestra de buen trabajo. Me preguntó si ahí vivía Kintto Lucas y respondí que él me había contratado. "Entrego la invitación y conversamos para ver el trabajo", me dijo.
Dije que mejor me la dejara. Argumentó que debía firmar la recepción el dueño de casa o un responsable. Sonreí y le dije que yo era el dueño. Me miró sorprendido y no me creyó. "Vea no se burle maestro", dijo. Tuve que explicar que no me estaba burlando, y que muchos trabajos de albañilería en la casa los hacía yo, porque en algún tiempo hace ya bastantes años trabajé de albañil. Me miró casi perplejo, luego señaló una de las paredes y dijo "esa está muy despareja, parece que usted si es el dueño de casa". Volví a sonreír, esa pared todavía no estaba pintada.
Al otro día, un amigo de esa embajada llamó para preguntar si había recibido la invitación. El mensajero le comentó que la había entregado a un maestro albañil dueño de casa, pues allí no vivía ningún periodista. Además le reclamó que se informaran antes de enviar invitaciones. El amigo se preocupó que yo estuviese enluciendo y pintando la casa. Cuestionó que un "intelectual" hiciera labores de "obrero".
Sonreí nuevamente… Eso generalmente tiene que ver mucho con la condición de clase, pero las palabras de mi amigo apuntaban también a que no podía mostrarme en "esas condiciones". Ahí largué una carcajada. ¿Cuáles condiciones? "Pintando pues". Entonces me proponía que no volviera a mostrarme así y falseara la realidad "como hacen muchos políticos".
Es verdad, los intereses particulares, el desespero por un puestito burocrático, una concejalía, una alcaldía lleva una y otra vez a la falsedad. Por ejemplo, cuando, como parte de la Coordinadora por el Agua y la Vida de Quito, realizamos con el periódico Tintají la denuncia sobre la privatización del agua en las parroquias orientales, alguno que otro concejal dijo que se trataba solo de un estudio del BID. Ante la insistencia, que era solo una concesión, lo que es igual a privatización.
Luego de las movilizaciones y de la explicación sobre las pérdidas que traería esa concesión, el alcalde Paco Moncayo, en un acto digno de reconocer, la suspendió aceptando nuestros argumentos.
Entonces esos concejales salieron a decir que siempre habían estado contra la privatización, recurriendo a la falsedad. Algo similar ocurre con el nuevo aeropuerto de Quito.
El presidente Rafael Correa, que intenta a su manera un cambio en el país, debe estar claro que en las candidaturas locales no se juega el prestigio de los candidatos que asoman por ahí sino su propio prestigio. Sobre todo cuando esos candidatos no representan a nadie, porque al fin de cuentas son parte de la política como imagen de la falsedad…
kintto@yahoo.com
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