22 diciembre 2008
"La política exige una acrisolada falta de honradez". Raúl Prieto (Nikito Nipongo)
I
El notable caricaturista Ernesto García Cabral, "El Chango", solía postular entre afines en el "Excélsior" histórico y, luego, en "Novedades" que el tiempo convertía al político en trágica caricatura de sí mismos.
No le faltaba razón. Podría decirse, en esa vena, que el tiempo –Cronos-- es el más implacable y cruel y, sin duda, el más grande de los caricaturistas, a partir de la definición semántica del vocablo "caricatura".
Una caricatura es, como sabríalo el caro leyente, un dibujo satírico en el que se deforman las facciones y el aspecto de alguien. No en vano Rafael Freyre, otro gigante de la caricatura, la describe como forma elevada de arte.
José Clemente Orozco, el gran muralista, se inició en la pl´pastica dibujando caricaturas. Ridiculizaba o tomaba el broma el modelo que tiene por objeto, aunque afirmaba que éste se caricaturiza por iniciativa propia.
Un vistazo a la realidad circundante confirma los aforismos de los caricaturistas veracruzanos García Cabral y Freyre y del jalisciense Orozco. Nuestra realidad es de caricatura.
Pero no es una caricatura ingeniosa, de ridiculización lúdica, festiva, optimista. No. Es una caricatura grotesca, macabra, ominosa de nuestra realidad económica, política, jurídica, social y, dígase sin ambages, cultural.
II
México es, pues, una caricatura de sí mismo. Los rasgos identitarios son distorsionados hasta el ridículo; su naturaleza sufre modificaciones de fondo y de forma irreconocibles sobre el telón de fondo de la experiencia histórica.
Y por si ello lo aquí consignado fuere poco y magro, las facciones y el aspecto –la morfología misma— de la cosmovisión del mexicano se nos presenta bajo una caricaturización torpe, regida por la lógica del fetiche del mimetismo.
Algunos identificarían esa lógica como una dialéctica de la supervivencia en condiciones adversas; otros, como una manifestación cínica del instinto de subsistir. Quizá sea lo uno y lo otro, o tal vez, el imperativo de la adaptación.
Fuere, empero, lo que fuere, lo cierto es que el proceso de la adaptación, si bien puede ser parte de las fuerzas de la evolución social, también identifica una cultura, la del saltimbanqui, y la del oportunismo.
El oportunismo es consecuencia, no causal, lo cual convierte al humano en una especie depredadora muy oportunista. Para depredar se mimetiza, Cambia no sólo de aspecto, sino también de posición situacional.
Se repliega para avanzar; transa, incluso, para ello, bajo premisas y silogismos de tal laxitud que incurre en una conversión perversa de moral a inmoral. Trastoca su congruencia ética. Miente para engañar. Simula. Es falaz.
III
Y crea expectativas falsas, para suplir la escasez de sustancia y, de esa guisa, lograr sus fines, alcanzando objetivos a corto y mediano plazos. En ese quehacer destacan los políticos profesos y confesos.
El político mexicano, como lo describe con lapidaria agudeza Nikito Nipongo en el epígrafe de la entrega de hoy, es sedicente. Sí, dícese honrado para ser bribón y, como añadido, bribón impune, lo que lo convierte en cínico.
Éste tema tráese a colación porque el Senador de la República Manlio Fabio Beltrones promueve en ese ente colegiado del Poder Legislativo un nuevo proyecto de nación o, dada la anfibología de tal enunciado, un nuevo proyecto de Estado.
Pero consérvese aquí la denominación beltroniana, la de proyecto de Nación. Don Manlio evita, predeciblemente, lo específico, pero ello lleva al móvil de su propuesta, la cual emite un inequívoco tufillo a futurismo.
Futurismo presidencial. El eminente senador del PRI por Sonora querría ser Presidente de la República y, para ello, presumiríase, tendría que ser postulado por su partido y, posteriormente, ganar las elecciones de 2012.
A 42 meses de ese evento, don Manlio configura ya su oferta electoral. Un nuevo país, construido con herramientas jurídicas –constitucionales— que se emblematizarían en un nuevo proyecto de nación (o de Estado). Para un cambio.
Loable la propuesta de don Manlio. Pero insuficiente. ¿Por qué? Porque un proyecto de nación debe ser la consecuencia de un contrato social, no al revés. Por añadidura, México no es una nación, sino varias naciones.
Y aunque la Constitución diga, como dice, que la mexicana es una nación única e indivisible, lo vero resulta ser que en el ámbito histórico que es México existen varias naciones. La definición jurídico-política es inexacta. Elusiva.
Más allá del concepto jurídico e histórico-abstracto de nación "única e indivisible" existe otras naciones, marginadas y aisladas entre sí: los indígenas, para empezar, que son los más pobres entre los pobres más pobres.
Los pobres son, en sí mismos, varias naciones, culturalmente definidas aunque no étnicamente registradas. La nación de los pobres es, a su vez, otras en una misma, v. gr., las ideológicas, las de la mujer. ¿Piensa don Manlio en ello?
ffponte@gmail.com
Glosario:
Anfibología: doble sentido; vicio de la palabra, cláusula o manera de hablar a que puede darse más de una interpretración.
Freyre, Rafael (1917-): caricaturista, pintor (retrariusta) y escultor mexicano.
García Cabral, Ernesto (1890-1868): uno de los más grandes caricaturistas mexicanos e ilustrador. Estudió en Paris, en donde se hizo célebre como caricaturista; regresó a México después de la I Guertra Mundial. Ilustraba los "posters" del cine mexicano durante los cuarenta y cincuenta.
Orozco, José Clemente (1883-1949: muralista mexicano. Contribuyó a rescatar la técnica, el diseño y los temas de la pintura al fresco.
Saltimbanqui: persona que realiza ejercicios acrobáticos.
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