De Blogotitlan
Otra Revolución, No Resignación es lo que necesita México para los problemas, corrupción e impunidad gubernamental que lo destruyen, alimentada por la partidocracia que impone su dictadura insensible a los ciudadanos. Por eso deben votar, no callar.
Sin percibir el daño enorme que le harían al México que está siendo destrozado por sus supuestos "gobernantes", algunas personas --tal vez de buena fe, o por interés malsano-- hacen continuos llamamientos a NO VOTAR en las próximas elecciones del 5 de julio.
Sus razones parecen sólidas: la imparable corrupción e impunidad gubernamental, reforzada por la partidocracia que establece su dictadura inapelable e insensible a la necesidad ciudadana y que justifica (mediante leyes interesadas) el dispendio y los excesos de la Cleptocracia adueñada del poder público y privado. Son premisas muy válidas. Pero la deducción resultante es errónea y más enfasada con la eterna recomendación eclesiástica ante el destino: la sufrida resignación.
En efecto, ante los males evidentes que padece México, los exhortos a No Votar están pidiendo Resignación ante lo que sucede, cuando lo que necesita el país es una auténtica y profunda Revolución, que no sólo arroje del poder a los corruptos alentadores de impunidades, sino que destierre para siempre los vicios institucionalizados como Virtudes en el inconsciente colectivo.
El No Votes encubre las trampas ya preparadas, prolonga las complicidades pactadas, justifica las ilegalidades legalizadas y promueve la aceptación callada, paciente y doliente del estado de cosas ya putrefactas. El No Votes destruye la capacidad de indignación, impulsa la inacción contra las acciones destructivas de la sociedad y los individuos, y consolida las mafias políticas protectoras del crimen en todas sus vertientes y manifestaciones.
Pero, aquí la pregunta determinante, ¿por quién votar si todos son malos?
PRI y PAN son exactamente lo mismo, mellizos en los vicios y el engaño, como ya se ha visto. El PRI arruinó al país con su tecnocracia neoliberal. El PAN lo empeoró con su hipocresía religiosa. El PRD de Los Chuchos es el canto de la misma moneda que de un lado tiene al PRI y del otro al PAN.
El Verde Ecologista no es ni verde (la Internacional Verde lo desconoció por falso), ni ecologista, sino una ficción electoral hecha club de pillos (y pillas, como les gusta diferenciar) dados a la juerga y a la vida alegre con cargo al Presupuesto, para lo que se pegan al PRI --como los peces migajeros a los tiburones--, después de que el PAN los despreció.
El PANAL (o Nueva Alianza) fue otra concesión a la mafiosa emperatriz de los profesores mexicanos, Elba Esther Gordillo, con el fin de restarle votos a cualquier oposición y sumárselos al partido gubernamental que la mantiene en el poder. Es una aparente oposición para recibir más Presupuesto.
El partido hoy llamado Social Demócrata (PSD), tampoco es social ni demócrata, sino otra mafia presupuestívora nacida en la necesidad de Vicente Fox de pulverizar la oposición a su partido en el 2006 y quitarle posibles votos a su demonio López Obrador.
Todos estos partidos formaron la mescolanza que hizo posible el fraude electoral del 2006 al distraer la atención del asunto central (la decisión ciudadana) y permitir que los magistrados electorales legalizaran las ilegalidades cometidas por Fox, PAN, empresarios y televisoras.
De los dos partidos (Convergencia-PT) que apoyaron y continúan apoyando al movimiento de Resistencia Civil Pacífica (RCP), Convergencia actúa con tibieza interesada, para no perder la base social de los seguidores de López Obrador ni enemistarse con el gobierno proveedor de Presupuesto. En muchos estados de la República Mexicana, el partido Convergencia está firmemente unido al PRI o al PAN por lazos filiales o convenencieros, convertido en un partido acata-órdenes de los secretarios de Gobierno, que lo consienten por su utilidad en la ficción democrática que les permite anunciarse como "estado de derecho". Pero, en realidad, Convergencia es una oposición cómoda, como Los Chuchos del PRD, que toleran a la RCP por interés, no por convicción.
El PT (Partido del Trabajo) tiene un serio problema en los políticos profesionales que lo controlan y toman sus decisiones, quienes atienden primero sus intereses personales, antes que las conveniencias ciudadanas. Tiene, como todos los demás partidos, sus guerras intestinas por el poder, que los medios de comunicación magnifican en servicio al partido gubernamental, pues les interesa minar cualquier posible apoyo a López Obrador y a la Resistencia Civil Pacífica, y realmente el PT ha sido el más consistente y decidido en ello.
La alianza que mantiene con Convergencia ("Salvemos a México") es sólo para darle cauce legal al descontento de la lopezobradorista RCP, pues en México los mismos partidos obligan a que toda oposición se manifieste sólo mediante los partidos reconocidos... por ellos mismos. Pero sus cúpulas profesionales realizan "arreglos" para repartirse puestos, prebendas y poder, sin tomar en cuenta la opinión o necesidad ciudadana.
Sólo hay un detalle que diferencia al PT de los demás partidos. Por su mayor apego a Andrés Manuel López Obrador, el PT es el más lejano del gobierno. Y como la experiencia ha demostrado en México desde 1982, lo que resulta malo para el gobierno, es bueno para el pueblo. O al revés: lo malo para el pueblo (fraudes, corrupción, impunidad, carestía, desempleo, etc.) es bueno para el gobierno (contratos, fideicomisos, grandes sueldos y prestaciones, impunidad, riqueza grosera, etcétera).
De todos los malos (partidos) hay uno menos peor, indeseable para el gobierno. Por ése hay que votar, al menos provisionalmente. Para que entienda que su éxito se debió a la gente, NO A SUS CANDIDATOS, y que éstos no se sientan importantes y únicos, a quienes el poder --como a los faraones-- les llegó del Sol, como hoy actúan todos los políticos en el poder.
Y si el PT traiciona la confianza popular, como han hecho los demás, debe elegirse a otro y luego a otro y otro, hasta que todos los partidos entiendan que en el juego del poder, quien reparte las cartas es el pueblo con sus votos.
Por eso HAY QUE VOTAR. No hacer caso de quienes piden lo contrario, justificándolo como una forma de protesta. El gobierno ya ha demostrado ser insensible a cualquier protesta que no sea pagada por él. La soberbia del poder es insensible, ciega y sorda.
Pues entonces, que sienta las consecuencias. HAY QUE VOTAR por el más indeseado por el gobierno.
A pesar de todos los fraudes preparados, hay que hacerlos más difíciles, HAY QUE VOTAR.
México necesita otra revolución, no resignación.
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