sábado, mayo 09, 2009
Complot al descubierto
Por Esto!
* Así califica Andrés Manuel López Obrador las revelaciones de Carlos Ahumada en su libro Derecho de réplica / Son fruto del incumplimiento del pago que le ofreció Carlos Salinas de Gortari, por 400 millones de pesos
* Advierte que los involucrados en la maquinación del complot buscan ahora desmarcarse, como Enrique Peña Nieto, “ese muñeco, cuyo único atributo es su copete” / Pide a los protagonistas señalados que se serenen
La nómina es abundante, tanto como las demandas por difamación que ya se preparan, a la par de los llamados a periodistas de alquiler al encuentro de la nota que esta vez deberá lavar la imagen de los dispuestos a repartir dinero a cambio de las letras falsamente indignadas, bien pagadas.
Derecho de réplica (Ed. Grijalbo) no deja títere con cabeza. Todos los partidos políticos están bien representados y en competencia: del PRI el jefe de jefes Salinas de Gortari, el ahora precandidato presidencial y entonces diputado Peña Nieto, los ex gobernadores de Tabasco Manuel Andrade y del Estado de México Arturo Montiel; del PRD pasan lista Rosario Robles cuando parecía ser la gran figura que al fin fue separada del partido, René Bejarano el de las ligas, Carlos Imaz, Carlos Navarrete, Ramón Sosamontes antes de su obligado retiro político. Del PAN están desde Fox hasta Fernández de Cevallos, operador confeso, y los operadores de seguridad Eduardo Medina Mora y Ramón Martín Huerta sin que falten Elba Esther Gordillo, Jorge Kahwagi y Federico Döring. En la confusión perversa de la política con el tráfico de influencias para la ganancia rápida, los convocados fueron obsequiosos y bien dispuestos operadores del complot que tantas burlas provocó entre descomunicadores bien cebados y que ahora quedan al descubierto gracias a la red vengativa y en busca de nuevos patrocinadores de un empresario exitoso por servirse de la estrategia de repartir dinero y regalos entre los influyentes que deciden contratos, corrompen licitaciones y adelantan pagos de obras no realizadas.
Pero mal haríamos a reducir a perversiones personales el Caso Ahumada. En realidad, se trata de un operativo definitorio de una clase social que se sirve del Estado para satisfacer sus intereses personales y de grupo. El caso evidencia la composición/descomposición de una clase empeñada en mantenerse como oligarquía. Carlos Ahumada Kurtz detonó la formación de grupos de poder que chocaron, que chocan con efectos explosivos. Aquí cuentan las características personales, la de Ahumada, joven de menos de cuarenta años, apuesto, seguro, audaz, simpático, ambicioso, exitoso y dispuesto a detener el ascenso político de Andrés Manuel López Obrador. El complot original evidencia la división no explícita entre el PRD lopezobradorista y el de Rosario Robles y su escolta de jóvenes corruptos desde que encabezaron el Consejo Estudiantil Universitario CEU en la huelga de la UNAM de 1986, hasta dejarlo en la calle mientras aseguraban becas de postgrado en Estados Unidos y Europa. Carlos Imaz, delegado en Tlalpan en aquel entonces deL 2003-2004, la hizo de corre ve y dile con todo y bolsa llena de dinero. Las delegaciones Alvaro Obregón y la de Iztapalapa fueron el reino de los contratos de Quartz pero las de Tlalpan y Tláhuac aportaron su cuota de corrupción. Ya se sabe la consigna de los corruptos: ser buen político es intervenir en los grandes negocios, cualesquiera que sean.
El proyecto era llevar a Rosario Robles a la Presidencia de la República, para lo cual contaba el prestigio ganado entre el pueblo que aplaudía sus decisiones. Menuda, guapa, morena como la Guadalupana, Rosario no resistió el asedio de Carlos, los regalos, los viajes en avión privado, el champaña, la camioneta de lujo y el helicóptero a disposición, la escolta a su servicio a la par del compromiso de salvarla de las deudas por la pésima administración del PRD del que fuera dirigente. Sólo a Televisa adeudaba 600 millones de pesos, lo cual obligó a que Bernardo Gómez participara en el video-escándalo decidido por Salinas. Un Payaso Tenebroso sorprendió y exhibió a Bejarano en su chispeante noticiero del 3 de marzo del 2004. Un operador probado en la lucha parlamentaria y de pasado combativo en la misma Facultad de Economía de la UNAM donde Rosario Robles estudió, garantizaba la eficacia. El brillante perredista Ramón Sosamontes llegaría a la delegación Iztapalapa, bastión perredista faccioso, para repartir contratos y facilitar chantajes y sobornos. El ex profesor René Bejarano, secretario de López Obrador en aquel entonces, es un político necesario por su capacidad lumpen y oportunista de mover a ambulantes, colonos sin propiedad, contrabandistas y puesteros a favor de lo que sea. ¡Vaya equipo!
La clase social no distingue partidos políticos. Reiría Ahumada de la razón de sus paisanos argentinos cuando gritaron ¡que se vayan todos! para luego constatar que volvieron todos. Todos tienen su precio, el general Alvaro Obregón tiene razón al afirmar que nadie resiste un cañonazo de mucho dinero. Los honrados que aún creen en principios tendrán que callar y obedecer para no traicionar, como si la lealtad y el silencio político fueran lo mismo.
Las entrevistas con Carlos Salinas de Gortari fueron denunciadas por uno de los choferes maltratados por esa tradición de insultar y humillar todo el tiempo a los empleados más humildes. En la casa de Camino a Santa Teresa en el Sur del Distrito Federal fue definido el sentido estratégico: las filmaciones con cámara escondida de las entregas de dinero a funcionarios tan altos como Bejarano, principiarían el escándalo para impedir el ascenso político de López Obrador. Carlos Ahumada confiesa las cuentas que hizo de los adeudos de alrededor de 450 millones de pesos del gobierno del Distrito Federal a sus empresas, esas que debían auditarse para descubrir cómo el Corporativo San Carlos, con Quartz al frente, se disgregaba en empresas fantasmales donde se extraviaban responsabilidades y compromisos de trabajo. De esto no escriben los periodistas que respondieron a las preguntas de Carlos Ahumada porque para ellos la política es grilla y nada más. Suficiente para estar en el candelero, gozar de espacios en Televisa y TV Azteca, participar del asalto al Canal 40, en las radiodifusoras y en las páginas editoriales de la prensa al servicio bien pagado del poderoso en turno. ¿Y yo por qué? respondió Fox cuando le preguntaron sobre el asalto a la televisora con el más claro cinismo de presidente protector de impunidades empresariales. Abogados expertos en maniobras leguleyas abundan y Carlos Ahumada encontró en el no citado notario Ignacio Morales Lechuga a un padre protector con toda su experiencia en guerra sucia que lo ha llevado a la rectoría de la Escuela Libre de Derecho, alma mater de funcionarios panistas. Juan Collado brilla como leguleyo que pidió a Ahumada agradecer a Carlos Salinas la entrega de 27 millones 600 mil pesos cuando en realidad sólo le entregó 5. Machetazo a caballo de espadas. Pecata minuta ante los más de 450 millones que Ahumada reclama al gobierno del DF. El acuerdo entre el proyecto Ahumada y el de Salinas estuvo en servirse de las filmaciones cada quien para sus propios fines con la inclusión de la libertad para Raúl Salinas y el regreso de sus cuantiosos bienes, lo cual fue negociado con Fox y explica la intervención del gestor corrupto Fernández de Cevallos y de Juan Collado, defensor del Hermano incómodo.
Tijeras y engrudo es el método de construcción de Derecho de réplica. Algún equipo de universitarios indignos hizo el collage y Carlos Ahumada lo firma y asume responsabilidades. La editorial Grijalbo aporta su sello y debe haber recibido un buen dinero por ello. Lo dicho, Obregón está en lo cierto. Pensó que igual podría comprar al Gobierno de Cuba, que desde su llegada lo tuvo localizado y lo expulsó para entregarlo a policía mexicana. ¡Qué pena por la editorial que alguna vez publicó importantes colecciones de ciencias sociales! Esta especie de método democrático revela la raíz de la degeneración democrático-burguesa al reducir a un pequeño grupo de poderosos el acuerdo sobre lo que pasa con el sobreentendido de denunciar a los quemados, proteger con aura de valientes a los promotores principales y reiterar el combate contra quien amenaza sus intereses. No es casual que reviva el escándalo en la víspera de las elecciones de la mitad del sexenio. Con la economía en recesión declarada por el Secretario de Hacienda y en medio del desastre sanitario, con un deterioro profundo de la imagen internacional de México y con la entrega de la seguridad nacional a las fuerzas armadas yanquis, Carlos Ahumada Kurtz, desde su búnker argentino, denuncia, salpica y se erige como elector para el sexenio próximo.
Rosario Robles, quien ya escribió sobre su corazón llameante que le encendió las neuronas, desatina al compadecer al “pobre Carlos, cuánto resentimiento, cuánto rencor, cuánta frustración”. Esto no es la clave del acertijo sino la raíz de clase, la descomposición por la crisis total globalizada, la certeza de la corrupción como esencia de un sistema de complicidades donde el secreto de supervivencia es callar, obedecer, proteger a los poderosos, sacrificar a quienes se pasan de vivos. Y Carlos Ahumada Kurtz se pasa de vivo.
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