Año 8, número 3098
Sábado 09, mayo del año 2009
El hecho de que ayer Guanajuato haya también aprobado la Ley anti-aborto; más apegada a creencias religiosas que a datos científicos. Con el que ya son once Estados de la República Mexicana que adoptan semejante anacronismo.
Sin dejar de ser curioso que las mujeres no fueron las que han tomado la decisión de penalizar con cárcel a quien aborte, sin importar el origen o forma del embarazo o el riesgo que pudiera correr la madre, sino que fueron hombres, en su mayoría, quienes aprobaron la división de nuestro México.
Haciendo ver que los hombres, en este pleno Siglo XXI y en este tercer Milenio, siguen manejando a las mujeres. ¡Y las mujeres se dejan! (que pasen la receta)
Y sin poder soslayar que quien se mete a dirigir la vida de los demás, es porque no puede dirigir la suya. Y toda vez que dirigir la propia vida es trabajo de 24 horas, o sea, de tiempo completo, y que los 10 minutos que dejamos de dirigirnos a nosotros mismos por andar dirigiendo a los demás, hacemos puras tarugadas.
El que en el DF no se penalice, sino que se apoye a cualquier mujer que por sus propias razones deseé interrumpir su embarazo, en Guanajuato se le encarcele. Sugiriendo que cualquier mujer que se encuentre en la situación descrita, en lugar de enfrentarse al nuevo Tribunal de la Inquisición, trasládese a la Capital de la República y solucionará su problema sin riesgos.
Y aunque haya abortado y se sepa, no podrá ser juzgada por las Autoridades de Guanajuato, porque en Guanajuato no se llevó a cabo el aborto. Y la confrontación entre hermanos por creencias, es solo cuestión de tiempo.
Las condiciones están dadas y no hemos aprendido de nuestra propia Historia que los hombres del Vaticano han incendiado en varias ocasiones a nuestra Patria y han propiciado el derramamiento de sangre entre hermanos.
Y no nada más lo han hecho aquí en nuestro México. Por el mundo entero hay hecho lo mismo y los hermanos se han matado entre sí porque unos, generalmente los católicos, pero todos son más o menos iguales, no toleran que otros piensen de otra manera.
Matanzas espantosas se llevaron a cabo en Bosnia, Serbia y Montenegro, cuando todos tienen el mismo origen, pero no la misma religión. Unos creen en un dios, y otros creen en otro. Y se matan entre hermanos.
En nuestro México ¡ya está sucediendo!. Ha pasado en Chiapas, donde grupos católicos han expulsado de sus comunidades a los que no tienen sus mismas creencias. ¡Y ha habido muertos!
¿Cuánto tiempo quieren que pase, antes de que, literalmente, repitan el “numerito”? Entendiendo por “numerito” el recuento de lo que pasó por las Naciones donde anduvo de “viaje pastoral” Juan Pablo II.
¿Qué pasó con la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas?. ¿Y en la antigua Yugoslavia? ¿De verdad no vemos que nos está pasando lo mismo?
Un Estado más. El número once. Un paso más al fratricidio.
http://www.diariolibertad.org.mx/diario/index.php
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