Jorge Lara Rivera
Es oficial: tras los últimos reportes trimestrales que indican sucesivo crecimiento económico negativo, no hay ni cómo ocultarlo, estamos en recesión.
Lo ha declarado así, sin más, falto de rubores, ni asomo alguno de pudor, el campeón de la desvergüenza, Agustín Carstens, titular de Hacienda y desCrédito Público.
Atrás quedó el triunfalismo de sus previsiones y los alardes por aseguramientos de que hizo gala, tan neciamente, durante todo ese lapso.
Caen también en la ignominia las baladronadas de Los Pinos; sus arrogantes afirmaciones acerca de “un excelente manejo de la economía” quedan descobijadas.
Y confirmadas sin base alguna, hasta el fondo más oscuro del basurero de ignominia se desploman las lacayunas “loas” del pelmazo de Economía, Gerardo Ruiz Mateos a su patroncito.
Y es que los datos son tan escalofriantes como los de José Á. Córdova V., Secretario de Salud, respecto a los estragos que causa la influenza humana, cuyos contagios se cuentan por miles (1,112), sobre todo desde los 0 hasta los 19 años; con muertos (43) entre los 20 y 45 años, primordialmente mujeres (67%).
Desde luego que hace meses se le advirtió de la insuficiencia de las previsiones anticíclicas oficiales y lo peligroso de olvidar o posponer de las prioridades la atención al deber social del gobierno con la inmensa mayoría.
Casi desde el anuncio de aquéllas, mientras el panismo aplaudía a rabiar, representantes y legisladores de otros partidos políticos, encabezados por el PRI y el PRD, formulaban observaciones y pedían al gobierno sensatez, mayor amplitud de miras y más ambición de metas en lo tocante al auxilio a las clases depauperadas.
Por su parte, hasta el vocero de los aliados del régimen, Armando Paredes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, ha llamado ahora con urgencia a replantear programas gubernamentales que claramente resultaron ineficaces, demandando al régimen neoliberal panista “ayuda fiscal” para los suyos, especialmente en el área restaurantera y de turismo.
Y no es cosa de tomar a la ligera, por más que los más necesitados sean con mucho, más y más urgidos, de apoyo público… Pero éstos son poderosos y los que pagaron los anuncios ignominiosos para llevarle al poder.
Así, mientras el responsable del Ejecutivo (quien siguiendo la estrategia del avestruz encargara con un decreto deberes oficiales que sólo a él correspondían, a su subalterno Córdova Villalobos, durante la contingencia por la epidemia –con tal de preservar su “inmaculada” imagen pública a salvo de cualquier desgarre por posibles efectos negativos ocasionados por la demora “gerencial” de su gobierno para responder a la emergencia–) se reúne con ex secretarios de Salud (Juan Ramón de la Fuente, José Sarukhán, Guillermo Soberón y José Antonio González –¿por qué no con Julio Frenk Mora, el Judas de la Salud y mega benefactor de “Vamos México”, quien tan mal desempeño tuvo en el puesto durante el foxiato, pero logró utilizarlo para buscar la dirección de la OMS y encabezar luego la Facultad de Salud Pública de Harvard?), para que legitimen su conducción en la crisis epidemiológica, 38 vuelos internacionales han sido cancelados en Cancún y diez mil habitaciones de hotel permanecen sin ocupar.
Mas a Carstens no se le agota todavía la soberbia y, antes que admitir errores, sale al paso de los cuestionamientos y las demandas empresariales.
Nos da la una y tantas de sus inefables promesas de considerar medidas que incluyan menos impuestos (por supuesto, para los grandes causantes fiscales), menor gasto público (es decir, recortes casi siempre en perjuicio de programas sociales que el gobierno considera innecesarios, prácticas de “paternalismo” y superficialidades de “caridad” clientelista) y mayor déficit (algo que no es muy ortodoxo, pero hasta países como Estados Unidos practica).
Aunque el oneroso burócrata de la SHCP no aclara su concepto de un presupuesto “flexible” capaz de admitir variaciones contingenciales (lo cual se antoja procedente siempre y cuando le pongan los debidos candados), el doctorcito del catarro se atreve a insistir en la obsesión de una “reforma fiscal” a modo.
Entre tanto, la Organización Mundial de la Salud advierte con toda seriedad el potencial peligro de que la infección provocada por el virus AH1N1 contagie al 30 % de la humanidad.
Contrastadamente, de Estados Unidos –desde el Centro de Control de Enfermedades (CDC)– llega un reconocimiento a la manera como México enfrentó esta crisis sanitaria; y también un sorpresivo anuncio del Procurador Eric Holder, de ese país, que revela a los mexicanos cómo hay un sustantivo aumento de agentes de la DEA y policías norteamericanos operando en nuestro país (el cual ya era el que tenía mayor número en el mundo de personal estadounidenses actuando fuera), algo que ni por asomo de casualidad ha referido al pueblo su homólogo mexicano Eduardo Medina Mora, ni los secretarios Fernando Gómez Mont Urueta (Gobernación), Genaro García Luna (Seguridad Pública), ni –menos– Paty Espinosa (Relaciones Exteriores).
Cómo confiar en nuestras autoridades si nos enteramos de lo que sucede en la Patria por las de otros países. ¡De qué se trata!
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