Ricardo Andrade Jardí
Con un discurso, digno de Cantinflas, el desgobierno usurpador de Fecal, aprovecha la confusión, que la misma telecracia por ignorancia o acción predeterminada, han hecho del episodio de la supuesta influenza porcina. En Egipto han empezado a exterminar a los cerdos, faltaba menos, un shock de desinformación que pone en duda la legitimidad de la alarma epidemiológica, hace unos días nos hablaban de cientos de muertos en México, hoy ya sólo son menos de una decena, en Estados Unidos se presentan más casos y el único mortal, atribuido a la severa gripe de los cerdos, es de un niño mexicano.
La verdad se oculta detrás de las mentiras y la influenza “porcina” revela al mundo que los mexicanos se están muriendo de enfermedades respiratorias, atribuidas o no al “nuevo virus” y las “oportunidades de vida” que ofrecen las grandes metrópolis mexicanas se reducen a cenizas, cuando nos hablan de un centenar de muertos por gripe, y complicaciones respiratorias, en un lapso no mayor de un mes. Para fin de año la cifra será de cuando menos cinco ceros.
Y mientras tanto la industria farmacéutica transnacional hace su agosto en plena crisis financiera global cuando la gente había empezado a decidir entre comer o medicarse aparece convenientemente un “nuevo virus”: el Bin Laden de la farmacéutica que, ante el pánico del que son presa fácil las clases medias del Occidente, reactiva la economía de un sector que pese a todo los esfuerzos no es prioritario ante las carencias que anuncia la crisis financiera global.
El capitalismo salvaje herido mortalmente se resiste a caer solo y el costo como siempre serán miles de muertos.
La cortina de humo de la pandemia es un distracción importante de lo que aún nos falta por ver en la decadencia capitalista, para cuando se disuelvan los vapores de la influenza porcina el reacomodo geopolítico del mundo habrá dado un giro ante una ciudadanía medicada con “antivirales” que no nos dejarán atinar a ver que es exactamente lo que ha pasado. Los cerdos que a final de cuentas serán los culpables de todo serán, como nosotros, también otros chivos expiatorios. La gripe seguirá matándonos, sin mayor importancia, mientras neciamente seguimos el camino del “progreso” que no es otro que el nuestra propia destrucción. Baste de ejemplo la Ciudad de México donde los alarmantes niveles de contaminación matan a cientos de personas al año por enfermedades curables en casi cualquier otra geografía. Pero donde los automóviles se venden como pan caliente y las políticas de servicios de transporte público son completamente ineficaces, ante la incapacidad de descentralizar la ciudad, por no hablar de las normas ambientales considerablemente menos estrictas para las empresas nacionales y transnacionales que en ciudades similares al DF de Estados Unidos y de Europa. Lo que las empresas europeas no pueden hacer en sus países de origen, se les permite en México.
La cortina de humo global Fecal ha sabido utilizarla muy bien. Por lo pronto en el abrevadero de los dinosaurios, mal llamado Poder Legislativo, se aprobaron las reformas de ley que, ante la ilegitimidad, le permitan, al usurpador, el uso irracional, no podía ser de otra manera, de la fuerza pública, una guardia nacional bajo el mando absoluto del Ejecutivo usurpador, quien no puede, con ninguna acción política, legitimar su puesto. La suspensión del anunciado combativo 1° de mayo y el curioso “sometimiento” de las dirigencias sindicales, sumadas al paro sanitario del usurpador por la supuesta aparición del “virus porcino”. ¡Ningún acto público! es la consigna de la derecha fecalista, convenientemente escudada en el nuevo Bin Laden financiero, secundado por una sociedad deseducada por la peor telebasura comercial del planeta.
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