María Teresa Jardí
Para cuando se defina por historiadores esta etapa de la vida mexicana, seguramente extranjeros serán los que lo harán, como ha ido sucediendo con próceres como Zapata, las palabras mayormente elegidas como explicación sin duda serán: corrupción y carnicería y tendrán como razón y explicación a una tercera: la impunidad de la clase empresarial y política.
Es escandalosa la carnicería que se está cometiendo en México con una impunidad absoluta. Mala idea es la de crear grupos paramilitares por primera vez. Pero inconcebible crimen es crearlos, una y otra vez, a pesar del costo altísimo en todos los sentidos que dejaron la primera vez. Hasta en Perú, Fujimori se ha reconocido culpable de la entrega de dinero destinado, al menos en parte, para lo mismo al impresentable Montesinos con el que selló su destino como despreciado gobernante acreedor a morir en la cárcel. El asumir que los mexicanos tenemos que vivir amarrados a una rueda dando vueltas en redondo repetidamente y para siempre se consideraría una locura en cualquier otro lugar del mundo. Consecuencia de la baja en la educación que también afecta a la clase empresarial y política.
Escandalosa es la corrupción que impera entre la clase política y entre la empresarial favorecida y aliada cuando no parte de la política. Escandalosa es la impunidad que a ambas clases, empresarial y política, cobija. Garantía de impunidad que al país le ha significado el desarme ético de todas las instituciones de la república. No tenemos policía. El aparato procurador de Justicia ha sido convertido en cobrador de venganzas. El aparato impartidor de Justicia que, cuando no está de vacaciones, vende al mejor postor la injusticia. Los legisladores a nadie representan. Los partidos políticos están podridos. México es un barco a la deriva. Un Titanic en picada sin capitán ni timonel. De caricatura son los funcionarios de todos los niveles en todos los Estados. No hay Estado y la geografía mexicana es ocupada con personas inermes abandonadas a su suerte e incapaces de tomar tampoco en sus manos las riendas de un destino decidido por otros, a cambio de dinero y lujos que no soñarían tener todos los mandatarios del primer mundo juntos reunidos.
Escandalosa es la tolerancia de la sociedad que en el fondo aspira a tener el puesto adecuado para formar parte del status quo de esas clases que tendrían que estar siendo condenadas por ella de todas las maneras posibles. No encendiendo ni por equivocación el televisor es una manera. No comprando productos de las grandes empresas que se saben aliadas y promotoras de la clase política es otro ejemplo. Sembrando en camellones y azoteas productos comestibles, incluido nuestro maíz, amenazado en México, el maíz, como en ningún otro lugar del mundo, por las empresas transnacionales que con la venía de la clase política acabarán por destruirlo…
No tenemos gobierno y/o la sociedad toma en sus manos las riendas de lo posible o nos condenamos a vivir para siempre en el Infierno.
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