Julio Pimentel Ramírez
Cierto es que la desigualdad social es una característica esencial y propia del sistema capitalista, igualmente cierto es que las diferencias entre las clases y capas sociales que lo conforman se profundizan en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, como suele llamarse a economías dependientes y distorsionadas como la nuestra, pero los ricos acrecientan su poder y la pobreza se acentúa si al frente de las naciones se encuentran gobiernos que, como la ineficaz y corrupta administración ilegítima de Felipe Calderón, insisten en aplicar el proyecto neoliberal.
Informes y evaluaciones de fuentes oficiales, como el INEGI y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL), dan cuenta de las desastrosas cuentas en materia social entregadas por Felipe Calderón durante los dos primeros años de su gobierno: seis millones de personas se suman a las filas de la pobreza, con lo que esa fría estadística tras la que se encuentra dolor, desesperanza y el germen de probables estallidos sociales, alcanza ya a casi 51 millones de mexicanos.
Hay que señalar que según otros criterios para evaluar ese lacerante fenómeno social en el que las personas carecen de los recursos y condiciones para una vida digna, como el del investigador del Colegio de México Julio Boltvinic, en nuestro país el 75 por ciento de los mexicanos, es decir 80 millones de su habitantes, sobreviven en la pobreza.
De este modo a la “exitosa” guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada -que en un peligroso proceso de militarización de la seguridad pública, que sin respetar pactos federales viola la autonomía de los estados, se ha traducido en miles de ejecuciones, secuestros y “levantones” así como innumerables violaciones a los derechos humanos-, se suma el nada honroso logro de elevar sustancialmente el número de pobres en un país de por sí injusto.
En tan sólo dos años de estancia en Los Pinos el presidente ilegítimo obligó a seis millones de mexicanos a sumarse a la pobreza. Así el programa estrella de esta administración panista en materia social, “Para Vivir Mejor”, marcha bien según declara el titular de Desarrollo Social, Ernesto Cordero Arroyo, quien a tono de su jefe dice que esos índices de la pobreza son solamente “bachecitos” en el ascendente camino de “calderolandia”.
No hay que preocuparse porque según datos de Coneval 50.5 millones de paisanos se encuentran en condición de pobreza patrimonial; 26.76 millones en pobreza de capacidades y 19.5 millones en pobreza alimentaria, es decir no tienen para comer adecuadamente.
El ciclo neoliberal, que lleva ya casi treinta años y que se resiste a desaparecer gracias tanto a la necedad de los burócratas en turno como a que le brinda enormes ganancias a los oligarcas “mexicanos” y extranjeros, ha sido generoso con un pequeño sector social y terrible para la mayoría de la población.
En 1992, cuando el país se insertaba en el primer mundo -según el discurso del también presidente usurpador Carlos Salinas de Gortari-, el número de pobres ascendió a 46.14 millones, equivalente en ese entonces a 53.1 por ciento de la población total; en 2002 se había incrementado a 50.4 millones, igual a 50 por ciento de la población total, y en 2008 a 50.55 millones, equivalente a 47.4 por ciento de esa misma población.
En 2006, 42.6 por ciento de los mexicanos eran pobres (44.67 millones); dos años después, en 2008, el porcentaje se incrementó a 47.4 y el número a 50.55 millones. Casi 6 millones más, antes de reconocer que el “catarrito” era una auténtica pulmonía, es decir de aceptar a regañadientes que la “sólida” economía mexicana se encuentra oficialmente en crisis.
Cabe subrayar que el balance, la medición, las cifras, no provienen de “catastrofistas” enemigos del régimen ni de organismos internacionales que no entienden lo que pasa en el país, sino CONEVAL, una institución pública descentralizada, que basa su análisis en la reciente Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2006-2008, levantada por el INEGI.
Para entender el problema, veamos definiciones sociológicas del multicitado informe del CONEVAL. Pobreza de patrimonio: insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria, así como para realizar los gastos necesarios en salud, vestido, vivienda, transporte y educación, aunque la totalidad del ingreso del hogar sea utilizado exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios.
Pobreza de capacidades: insuficiencia del ingreso disponible para adquirir el valor de la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud y en educación, aun dedicando el ingreso total de los hogares nada más para estos fines.
Pobreza alimentaria: incapacidad para obtener una canasta básica alimentaria, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar para comprar sólo los bienes de dicha canasta.
La caída en el nivel de vida de los mexicanos tiene entre las causas que la explican, factores propios de la crisis económica mundial, la disminución en las remesas que trabajadores mexicanos envían desde Estados Unidos a sus familias, el incremento en los precios de los alimentos, la incapacidad calderonista de generar empleos, la disminución real del gasto social destinado a los hogares que menos tienen y su desvío a otros rubros más lucrativos para los funcionarios, la creciente utilización de recursos en materia de seguridad con la vana intención de adquirir la legitimidad no obtenida en las urnas, entre otras.
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