sábado, julio 04, 2009

¡Ni un voto al PRI, ni un voto al PAN!

Las elecciones federales de julio de 2009 muestran que otra izquierda es necesaria, posible y urgente

Partido Revolucionario de los Trabajadores

Manifiesto del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)

Las elecciones del 5 de julio están enmarcadas en la mayor crisis del capitalismo en décadas a nivel mundial y por la crisis del régimen político en donde la alternancia entre el PRI y el PAN sólo ha mostrado la continuidad de la aplicación de las políticas neoliberales, privatizadoras, represivas y antidemocráticas que permiten el fortalecimiento de la clase económica y políticamente dominante, ocasionando consecuencias devastadoras entre la población trabajadora que se ve hundida en el desempleo, los bajos salarios, la miseria y el hambre de la mayoría de la sociedad.

En las elecciones de julio de 2009 Felipe Calderón pretende imponer una mayoría que le facilite la aprobación sin tanto conflicto de sus reformas neoliberales faltantes, la reforma laboral, la reforma fiscal (que aplique el IVA a alimentos y medicinas) y lo que le falte de la reforma energética. Es probable que por el desgaste de su régimen y la debilidad política que arrastra por su falta de legitimidad no logre alcanzar su meta y siga dependiendo de la alianza con el PRI para hacerlo, como de hecho ocurrió durante este periodo. El PRI, por su parte, se propone aprovechar el desgaste del gobierno de Calderón y el desprestigio y crisis del PRD hundido en el colaboracionismo que piensa ilusamente es su garantía de repunte, para apuntalar la imagen de que ante la incapacidad del PAN, es el PRI el que debe regresar al gobierno en la perspectiva de las presidenciales del 2012. En cualquier variable, la derecha bicéfala, el PRIAN, se propone unida mantener la mayoría absoluta para continuar con el desmantelamiento social y la lógica privatizadora y pro imperialista. En la pelea electoral PRI y PAN compiten (y se atacan poniendo por delante el lodo y los ataques sucios antes que los argumentos) por la composición al interior del bloque de la derecha que les de mejores posiciones para el 2012.

Como la ofensiva neoliberal no contempla solamente imponer en la práctica su política social y económica, sino lograr también las transformaciones legales y constitucionales que consoliden a nivel del Estado la transformación que están imponiendo (como ya lo hicieron en este periodo legislativo con la reforma al ISSSTE, la reforma electoral, la reforma judicial y la petrolera, entre otras), es cierto que está en juego un riesgo y peligro grande para el pueblo trabajador y para la soberanía nacional en estas elecciones. Por eso es que es evidente, pero necesario reafirmar, que nuestra política frente al proceso electoral debe decir claramente: ¡Ni un voto al PRI ni un voto al PAN! Decimos que es evidente la necesidad de pronunciarse abiertamente contra el PAN y el PRI, pero en realidad no es tan evidente, incluso en el discurso de algunos que se dicen de izquierda o revolucionarios. Es el caso de los que argumentan la tesis maoísta que propone distinguir entre el "enemigo principal y secundario" para en realidad tomar una posición conciliadora o colaboracionista, sobre todo con el PRI. Es el mismo argumento de los que antes apelaron al "voto útil" para sacar al PRI del gobierno y ahora sugieren que hay que ir "con todo" contra el PAN...apoyando al PRI. Es falso que el PAN sea el enemigo principal y el PRI el secundario y que en las elecciones se pueda uno aliar con uno contra el otro; frente a ambos mantenemos independencia política. Como decimos, la derecha en México es bicéfala y en las elecciones se juega el proyecto de quién debe estar en el gobierno y no podemos apoyar a un sector de la derecha contra el otro. Apoyar al PRI, como “enemigo secundario” en las elecciones de 2009 es apoyar la lógica de que ellos deben regresar ante la incapacidad del PAN, es apoyar la campaña del PRI por el regreso. Esa es la consecuencia de afirmar que al definir postura frente a las elecciones, la izquierda no debe tomar en cuenta los principios sino los cálculos inmediatos de las posibilidades electorales porque las elecciones no son el terreno de la izquierda y por tanto no pretender conducirse sobre la base de sus propias definiciones. Cuidado con aquellos que ahora dicen todo contra el PAN y no dicen palabra contra el PRI. Por eso insistimos, en este terreno, frente a todos los que nos escuchen, “ni un voto al PRI, ni un voto al PAN”. Partidos como el PANAL que son pilares de la ACE o el Verde que impulsa la pena de muerte igualmente merecen ser rechazados absolutamente, además de que son apéndices de uno o de otro o de las empresas televisivas.

Durante estas elecciones es que se ha hecho evidente la crisis y el desprestigio de todos los partidos del sistema político-electoral. Esta crisis, especialmente en que se hace evidente el fin del ciclo del PRD como partido de oposición, ha abierto una oportunidad para el reposicionamiento y la construcción de un partido revolucionario. Acordamos la integración del PRT al Frente Amplio Progresista en noviembre del año pasado como el reconocimiento y posicionamiento de un partido de izquierda, sin registro electoral, en ese frente junto con partidos registrados, pero no teniendo como objetivo central la campaña o las candidaturas.

Es nuestro objetivo, en este momento, más bien un objetivo político y no electoral, mostrar la necesidad y posibilidad de otra izquierda en medio de esta crisis, de otro partido de izquierda diferente y que no se define como partido electoral, sino en una perspectiva más amplia, de largo plazo, de transformación revolucionaria de la sociedad.

Lo más importante de esta elección no radica en las campañas y las propuestas (o falta de) de los partidos y candidaturas en juego. Lo más importante es que ha sido el terreno de expresión de la crisis del sistema de partidos y del sistema político-electoral, marcados por el desprestigio, la desilusión, el hartazgo, la náusea y la falta de credibilidad de los partidos actualmente reconocidos y de instituciones como el IFE. El momento es la expresión de una crisis que después del 5 de julio acabará de estallar con la división de partidos o el fin y surgimiento de otros, otro resultado fraudulento de las votaciones y la ya anunciada nueva reforma electoral o política. Es una crisis de todos los partidos y del sistema político electoral que se arrastra especialmente por el fraude electoral del 2006, la debilidad política de un gobierno fraudulento como el de Calderón que con todo y militarización y apuntalamiento de un estado policiaco no adquiere legitimidad y que además se enfrenta a un movimiento que 3 años después continúa vigoroso señalándolo como espurio, un movimiento encabezado precisamente por López Obrador, su gobierno legítimo y el Movimiento por la Defensa del Petróleo, la Economía Popular y la Soberanía Nacional. Pero siendo una crisis de todos los partidos, destaca la ausencia en el terreno político electoral de una alternativa creíble de oposición a la derecha bicéfala PRIAN y que reivindique una posición de izquierda socialista y revolucionaria. La pretensión hegemonista del PRD de presentarse como la única izquierda y su representación política se acabó. Se acabó porque el colaboracionismo con el gobierno de Calderón se instaló y apropió del PRD con la imposición de Jesús Ortega por el Tribunal Electoral, presentándose abiertamente ya como una izquierda a modo del sistema, funcional, “responsable” y se acabó porque se escindieron del movimiento dirigido por AMLO, pretendiendo aislarlo, derrotarlo, marginarlo ya que no pudieron controlarlo en su oposición al régimen espurio. Han abierto una división que nuevamente con la ayuda del fraudulento Tribunal Electoral en el caso de Iztapalapa profundizan. La conversión del PRD con el chuchismo en un partido colaboracionista, palero, y el fraude que seguramente se impondrá en los siguientes días, así como la necesidad de definir los rumbos para continuar la lucha, plantean abiertamente la necesidad urgente de otra izquierda, otra forma de hacer política y otra forma de hacer partido. Otro partido realmente de izquierda. Para nosotros, en medio de la polarización social que la derecha ha impuesto con sus políticas, es evidente la necesidad de un partido de clase, de claro compromiso no solamente democrático e incluyente, sino proletario, es decir socialista y revolucionario como el PRT se ha propuesto construirse. Por esta razón es que decimos que el problema de fondo, la necesidad de una alternativa de izquierda organizada, se expresará más crudamente después del 5 de julio. Y por ello es que estamos convocando a un Congreso Extraordinario del PRT para el 25 y 26 de julio para dar pasos concretos en la reorganización de la izquierda socialista y revolucionaria. Un partido que no está colocado en los marcos del sistema actual en crisis, decadencia y descomposición; un partido sin registro electoral, pero fundado en la voluntad de sus militantes y no donde las decisiones de su vida interna son tomadas “inapelablemente” por un Tribunal externo y ajeno al propio partido. A los compañeros y compañeras de lucha de todos estos años, que hemos estado recorriendo la experiencia en forma paralela en organizaciones diferentes, los invitamos ahora a que construyamos juntos –y en igualdad de derechos- la alternativa de izquierda que hoy se requiere, incorporándose a las filas y al Congreso Extraordinario del PRT de julio 25 y 26. La decisión sobre la forma de votar es táctica, máxime si tomamos en cuenta lo dicho anteriormente sobre el problema de fondo en esta coyuntura. Hay definiciones importantes como oponerse al interés del PRIAN de legitimar una mayoría legislativa para sus planes neoliberales. Por eso insistimos en que debe rechazarse al PRI y al PAN. Pero no hay un partido de izquierda que represente consecuentemente los intereses del pueblo trabajador, ni que nos represente a la izquierda socialista y revolucionaria en el actual escenario electoral. Es por eso que, en todo caso, llamamos a votar diferenciadamente, como ha propuesto el propio AMLO. No se trata de una elección presidencial que obliga a una definición única en todo el país. Votar diferenciadamente puede ser, incluso, anulando el voto donde no hay candidatura respetable. En el marco de esta crisis, dependiendo de cada distrito y cada entidad, si se trata de candidaturas ligadas al movimiento o a la resistencia o de camaradas de la izquierda socialista, podemos votar por el PT o eventualmente por el PRD o anular el voto. Es una decisión táctica.

Es cierto que a la derecha le conviene la propaganda amarillista que muestra la podredumbre de los actuales partidos, sus legisladores o funcionarios, sus candidatos o dirigentes, incluidos los de los partidos de la derecha. Y es la derecha la que quisiera que la gente se quedara en casa, sin participar, aunque esté rumiando su enojo y desprecio por los políticos todos, pero sin hacer nada práctico en contra de esa situación.

Es cierto que hay sectores de la derecha, concretamente provenientes del PAN que con el argumento de la descomposición y corrupción del sistema de partidos y sus candidaturas, promueven la anulación del voto. Pero no descalificamos esta propuesta reduciéndola a una maniobra de la derecha, porque también hay sectores que honestamente la proponen. Generalmente de personas que simpatizaron con el PRD e ilusionadas con la supuesta “ciudadanización” de los procesos e instituciones electorales y de una supuesta transición a la democracia. Es comprensible que ahí haya también una decepción, desilusión y frustración. En la misma lógica de pensamiento esperan que los políticos, partidos e instituciones escucharán ahora la protesta y mensaje de los que anularán el voto. Generalmente subestiman la importancia de la movilización popular, plebeya, que desde las calles lucha por el reconocimiento de los derechos de la gente y contra las imposiciones de la derecha, como hicimos en la defensa del petróleo. Otros como el empresario Martí exige la firma de compromisos de los candidatos que en realidad apuntan a fortalecer al duopolio televisivo a nombre de la “libertad de opinión” y a fortalecer el esquema bipartidista o tripartidista con la propuesta de la supresión de las candidaturas plurinominales, es decir de la representación proporcional. La anulación es también una reacción desesperada y legítima frente al desprestigio y crisis del actual sistema de partidos y el proceso político-electoral. Seguramente que además de la tradicional abstención que ocurre en las elecciones intermedias, en esta ocasión será mayor y también más grande la de los votos nulos (que logren escapar a la manipulación del cómputo de los partidos) Es la señal, desde otra óptica, que estamos seguramente ante la inminencia de un reajuste, reacomodo o recomposición del escenario político-electoral y partidario; como en 1976 o en 1988. Por eso la propuesta del Congreso Extraordinario que recoloca al PRT como referencia de la izquierda socialista en México en medio de esta crisis.

Respetamos la decisión de los que quieren hacer campaña política anulando el voto como una forma de protesta activa (en otra elección nosotros llamamos a depositar papeletas diciendo “otra izquierda es necesaria” o en 1976 a votar por Valentín Campa como candidato presidencial sin registro), la abstención, en cambio, no ayuda a crear conciencia y organización pues es una actitud pasiva que se confunde con la de los apáticos y son votos más fácilmente manipulados por el sistema y sus fraudes, por eso apoyamos también la decisión de los que voten por candidatos del movimiento, de la resistencia o de la izquierda revolucionaria, generalmente postulados en las listas del PT, como son los casos de conocidos integrantes del Gobierno Legítimo de AMLO, de las luchas sociales como el candidato del SME o de la izquierda revolucionaria como es la activista de la solidaridad internacionalista Lucía Morett o el camarada José Martínez Cruz, dirigente del PRT y conocido defensor de derechos humanos.

Es decir, nuevamente debemos decir que la perspectiva está en la movilización de masas, en la acción y fuerza extraparlamentaria, que incide, aun con pocos diputados o senadores, en las decisiones políticas. Lo importante es mantener un movimiento de masas con fuerza y autónomo, que presione, vigile y respalde a los legisladores, según sea el caso. Es otra visión, diferente a la del cretinismo electoral, que subordina todo a los votos y a la obtención de cargos de elección popular aun dejando atrás principios, como hace el cálculo del “voto útil”.

La confusa y compleja situación actual es la prueba de que otra izquierda es necesaria, otro partido claramente radical, de izquierda, socialista y revolucionario es necesario. Ahí se ubica la propuesta del PRT. El 5 de julio habrá de expresarse gran parte de las contradicciones políticas que atraviesan las clases sociales, partidos políticos y movimientos de la más diversa índole que existen en el país. Nuestro llamado a ejercer un voto crítico, conciente, de protesta, diferenciado, para favorecer la construcción de una alternativa de izquierda, un polo socialista y revolucionario, salirle al paso a la derecha y a la despolitización que favorece al gran capital, pasa, como lo hemos dicho, en oponerse abiertamente al PAN y al PRI, dar la batalla al PRD y votar por los candidatos del PT ligados a la izquierda socialista y de los movimientos sociales. ¡Que la crisis la paguen los capitalistas! ¡Por un Gobierno Obrero y campesino!

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