■ López Vigil llama a “democratizar los contenidos y abrir el espectro a la sociedad”
■ Se necesita devolver al pueblo la palabra que permanece condenada al silencio, advierte
Las radiodifusoras comunitarias que operan sin propósito de lucro y carecen de recursos, “están más vivas que nunca”, expresó el experto José Ignacio López Vigil, fundador y productor de emisoras en América Latina.Por tanto, dijo, “es prioritario democratizar sus contenidos y abrir el espectro radial a la sociedad”.En México, refiere el especialista, las estaciones comunitarias gozan de estupenda salud, pues a pesar de que las persiguen no acaban con ellas; las aplastan, pero siguen vivas y cada vez aparecen más, se multiplican. “Nos hicimos hombres y mujeres hablando, y para ser mejor sociedad necesitamos la palabra y una imagen pública.En el país, prosigue, hay una gran concentración de propiedad de las estaciones radiales, y además, “debido a las absurdas leyes que rigen el espectro, es fundamental tener una ley democrática de telecomunicaciones, pero en contraste, las radiodifusoras alternas resurgen y los indígenas tienen un protagonismo sumamente importante, porque están reclamando no sólo su ciudadanía, sino su lenguaje, identidad y cultura.”La urgencia de esta nación es “desprivatizar el espectro y plantear leyes democratizadoras que permitan a la sociedad civil operar medios de comunicación que sean de su propiedad y autoadministrables”.López Vigil, quien coordina un centro de producción radiofónica por Internet, llamado Radialistas apasionadas y apasionados, con sede en Quito, Ecuador, explicó que esta problemática no sólo pertenece a México, sino a casi todos los países de América Latina.“Las leyes, salvo sus muy contadas excepciones, son injustas y discriminatorias. ¿Por qué? La razón es que la mayor parte de la población, que son titulares de la frecuencia de radio y televisión, no tienen acceso a ella.”
–¿Todas las emisoras comunitarias comparten esas características?
–No es una cuestión homogénea, pues existen todo tipo de variantes, debido a que algunas radiodifusoras son juveniles, otras musicales y unas más de carácter social o político. Sin embargo, creo que la experiencia compartida consiste en devolver la palabra al pueblo, luego de que ha permanecido secuestrada y condenada al silencio.Para actuar en beneficio de la sociedad, agregó el experto, “además de tener una frecuencia radial también es preciso hablar de democratizar los contenidos, porque sin ello la radio será un arado sin semilla. Y así como hablamos de libertad, también debemos referirnos a la libertad en la cultura, dar acceso a los bienes culturales y no sólo de información”.Con ello, dice, se rompería el cerco comercial y la definición perversa de la cultura como mercancía.A manera de ejemplo, dijo que el término “radios piratas” es irrelevante, porque en cuestiones discográficas las empresas productoras son las que llevan casi toda la ganancia en detrimento del músico. Y en este tenor, “es digno de felicitar a todos los que, entre comillas, piratean cultura, porque lo que hacen es democratizar los contenidos”.
Experiencias contraculturales
Las emisoras comunitarias no tinenen ingresos propios ni fines de lucro, pese a que coexisten como empresas sociales que pueden ejercer la libertad de comercio y captar publicidad con los debidos filtros éticos. El poder fáctico mediático, subrayó López Vigil, desea emisoras con las tres P, es decir, “radios pobres, pequeñas y pocas”.
–¿Quiénes producen en estas empresas radiales?
–Existen todo tipo de alianzas. En América Latina, la Iglesia de la teología de la liberación ha auspiciado muchas radios que están vivas, dinámicas y en primeros lugares de audiencia; también grupos no sólo indígenas sino sindicatos, un sinfín de organizaciones sociales y jóvenes, quienes protagonizan experiencias muchas veces contraculturales, locas e irreverentes.“Algunas radios comunitarias trabajan con voluntariado, otras han formado su empresa social y solvente, algunas solicitan fondos y ayuda a organizaciones de cooperación internacional y unas más desarrollan la radio como un centro cultural. Sin embargo, la constante es que no es un solo individuo el que ha puesto en marcha este movimiento.”Asimismo, López Vigil imparte un taller “nacional”, auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, al que concurren representantes de radios comunitarias estatales y comerciales, pero “con sensibilidad social”.También ofrecerá una conferencia sobre la libertad de antena hoy, a las 19:30 horas, en la Casa Universitaria del Libro (calle Orizaba 24, colonia Roma).
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