lunes, julio 06, 2009

Y la CIA ¿qué?

María Teresa Jardí

Probablemente hoy nos levantaremos o nos habremos acostado ayer con la noticia de que el PAN ganó el gobierno de Sonora. A un precio altísimo. La vida de 48 niños y la desgracia de otros que tendrán mermada para siempre la salud, debido al siniestro IMPUNE acontecido en la guardería ubicada en una bodega propiedad de las familias gobernantes en Hermosillo. La disputa la habrá definido el manejo de la información sobre el manejo de las subrogadas guarderías del Seguro Social convertidas en negocio de familiares de la mafia política que controla el país como rancho propio. Tan involucrados, como los familiares priístas del gobernador Bours, están en ese crimen horrendo los familiares de la mujer del usurpador panista. Pero el PRI está en el gobierno y el voto de castigo es muy posible que lo haya recibido el PRI. A final de cuentas los pueblos agredidos de manera tan brutal, como lo es el mexicano por parte de toda la clase política, se defienden como pueden hasta que no pueden más y estallan y, claro entonces, el estallido es tan violento que acaba por sólo servir para derramar más sangre de la que de suyo, la pandilla mafiosa que controla el poder impunemente derrama.También, nos habremos enterado ayer de la suerte corrida por Zelaya en el país donde el golpe de Estado, apoyado por la Iglesia Católica, no tiene visos de poder ser revertido simplemente con la presencia de Zelaya. Quizá nos acostaremos también sabiendo que las masacres indiscriminadas han iniciado en ese país. A estas alturas, queda claro que los gorilas golpista están apoyados por el imperio gringo, otra vez, como antaño, siempre el imperio contra América Latina, en apoyo a los intereses más bastardos de los peores representantes de la humanidad entera. Visto está que no importa el color de la piel, a Michael Jackson no lo hizo mejor persona el cambiar el negro por el blanco y a Obama, el negro de la piel no le quita lo blanco que es por lo que toca a la ideología que lo acompaña. Luis Cisneros ha escrito y dice bien que Zelaya debió regresar el jueves a Honduras, tal como lo había anunciado, sin dar la oportunidad a los golpistas de afianzarse en el poder y sin dejar que el avance de la campaña desinformativa, basada en la defensa constitucional y en el populismo inaceptable de Zelaya, siguiera avanzado y también en aras de parar la represión en marcha contra el pueblo hondureño. Además de los muchos justificadores a modo del golpe, se empiezan a sumar los que, “gracias a Dios”, viven en Honduras y se han podido dar cuenta de los cambios de Zelaya “quien habiendo llegado como un populista de derecha, rápidamente, fue dando signos de lo rojo que era.”. Sí, con ese calificativo, aunque con más o menos palabras, circulan por la red los correos que, presumiblemente, la CIA manda para sensibilizar sobre la “bondad” de los gorilatos. Rojos fueron mis padres y mis abuelos, y roja soy yo desde que nací y espero morir así. Los equivocados no fueron los rojos. Los errores escritos tienen que ver con pecados capitales de gobernantes también aberrantes. Los postulados del comunismo siguen siendo la aspiración correcta para millones de personas. Mientras que el capitalismo se deshace en los charcos de sangre que son la expresión de su barbarie. El capitalismo es un fracaso. No importa que se le llame imperialismo o neoliberalismo o liberalismo o cualquiera de los ismos que se le quiera poner a esa expresión infame de control del mundo en contra de la mayoría y en beneficio de un puñado de impresentables canallas. El capitalismo es la expresión de la decadencia canceladora de las expectativas mínimas de vida de millones de personas, destructora de la naturaleza e impulsora de los más horrendos crímenes en que quiera pensarse. Puede ser que Zelaya de blanco, haya caminado a convertirse en rojo. Bien por él. Enhorabuena para nuestra América Latina. Imperdonable es el olvido que todos los apoyadores de es golpe infame hacen de los crímenes monstruosos que la CIA ha cometido a los que igual, se suma hoy, el asesinato o el encarcelamiento de Zelaya.

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