sábado, agosto 15, 2009

Ciudadanos sin representación

Guillermo Fabela Quiñónez

Apuntes…

Si algo no se le puede reprochar a Felipe Calderón es su congruencia antidemocrática. Lo ha sido, lo es y lo seguirá siendo, un perfecto paladín de la ultraderecha mexicana, aun cuando el liderazgo indiscutible no lo tenga él, a pesar de ser el jefe formal del Ejecutivo, sino Carlos Salinas de Gortari, quien ha demostrado una voluntad muy firme para no ceder un ápice de terreno en esa posición, que asumió mucho antes de hacerse cargo, también en forma espuria, de la Presidencia de México. Como están las cosas hoy día, éste seguirá al frente del conservadurismo mexicano, pues resulta más confiable que el propio

Calderón, según las críticas de que ha sido objeto por los mismos que lo llevaron a la silla presidencial.
La última de éstas se produjo el pasado jueves, durante la tercera y última audiencia sobre la crisis económica que se realizó en el Senado. Allí, el poderoso empresario Claudio X. González, uno de los más conspicuos impulsores del fraude que facilitó la llegada de Calderón a Los Pinos, afirmó que “en todos los indicadores hay retrocesos”. Hizo una enumeración de los mismos para demostrar su dicho y reprochó “la rigidez que se observa en sectores como el energético, laboral y en la tenencia de la tierra… la alta dependencia comercial con Estados Unidos y, finalmente, un sistema político en el cual los ciudadanos no se sienten representados”.
Más claro ni el agua pura; sólo que da la casualidad que este personaje fue uno de los principales críticos del candidato popular, Andrés Manuel López Obrador, a quien la elite combatió sin cuartel gastando enormes sumas de dinero para evitar un triunfo inobjetable en las urnas; cuya campaña de odio acabó penetrando amplias capas de las clases medias desinformadas y prejuiciados por los medios electrónicos. Aún así, hubo necesidad de recurrir a un fraude comparable al que se fraguó para dar el triunfo a Salinas. El caso es que ahora, ante la ineficacia brutal de Calderón, los llamados barones del dinero no encuentran la puerta de salida a una crisis que los comienza a preocupar.
Esto es así porque se dan cuenta de que sus tasas de ganancias no son las que habían previsto para la mitad del sexenio. Es cierto que se presentó una crisis financiera mundial que no esperaban, pero el hecho esencial es que ante la incapacidad de Calderón para hacer frente a una realidad que lo rebasa, consideran que ha llegado la hora de apretarle las tuercas y obligarlo a reaccionar con más firmeza para superar los factores coyunturales que afectan sus pronósticos. En otras palabras, lo que quieren es que Calderón asuma el compromiso de ser el brazo ejecutor de políticas públicas abiertamente fascistas, única opción real para conseguir los fines que busca la oligarquía, de la que González es uno de sus líderes.
Llama la atención que ahora se dé cuenta que nos encontramos en “un sistema político donde los ciudadanos no se sienten representados”. Esto significa que consideran llegada la hora de cambios que reviertan esta situación, pero no se vaya a creer que piensan en cambios favorables al país, sino en “reformas” que les garanticen seguir medrando. Si Calderón no puede con el paquete, pues que Salinas se haga cargo. De ahí el grave riesgo en que está la nación debido al vacío de poder que existe actualmente, que para la elite urge llenar y así evitar que los trabajadores pudieran organizarse y actuaran en defensa de sus legítimos intereses.
Ahora el fiel de la balanza resulta ser el PRI, partido que tendrá la mayoría en el Congreso. Sin embargo, la correlación de fuerzas en su interior es favorable, por lo que se alcanza a percibir al grupo salinista. Esto equivale a un problema mayúsculo para las corrientes progresistas dentro del partido, las cuales estarían obligadas a cerrar filas en torno a fuerzas democráticas externas para poder hacer frente a las presiones del salinismo. No actuar en esa dirección facilitará sobremanera las cosas a la elite que busca afianzar sus privilegios y cancelar, de una vez por todas, las inquietudes democratizadoras de grupos que todavía se resisten a doblegarse al poder del dinero. El reto es extraordinario, teniendo en cuenta que las fuerzas progresistas del país se encuentran infiltradas por agentes del salinismo, como “Los Chuchos”, quienes han actuado con la eficacia requerida para lograr sus fines divisionistas. Los meses venideros serán decisivos para enfrentar los embates de la extrema derecha, más peligrosos que los del crimen organizado.

gmofavela@hotmail.com

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