Pedro Antonio Honrubia Hurtado
Durante las últimas semanas, cómo no podía ser de otra manera, la prensa pro imperialista española se ha dedicado a atacar constantemente la nueva Ley Orgánica de Educación aprobada por la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela. Una vez más, el supuesto cariz antidemocrático de tal ley ha sido esgrimido por activa y por pasiva para calificar con todo tipo de adjetivos hirientes al presidente Chávez. El control social y el afán de adoctrinamiento son, según esta prensa, los argumentos políticos que se esconden detrás de la aprobación de la nueva ley educativa venezolana. La dictadura chavista estaría así dando pasos hacia su profundización, cada vez más claros y evidentes. Algo intolerable para estos demócratas-de-toda-la-vida, por supuesto.
Precisamente así, como intolerable, califica el diario El Mundo dicha ley en su editorial del 15 de agosto. Bajo el titular “El chavismo toma los pupitres”, y acompañado por un sobre-titular que nos habla de una “Intolerable nueva ley de educación”, el diario de Pedro J. nos dice sin ningún rubor que Chávez quiere “adoctrinar a las masas desde la infancia”, así como que esta ley es “el paradigma de la tiranía”. Les copio a continuación el editorial al completo porque no tiene desperdicio:
“Con la ley de Educación aprobada el pasado jueves en Venezuela, Hugo Chávez convierte la enseñanza del país en un tentáculo más para «acelerar la revolución socialista», como él mismo reconoce. No es nueva la idea de Chávez de adoctrinar a las masas desde la infancia: ya intentó crear una norma similar en 2001, pero fracasó por la presión popular. Ahora, con la Asamblea Nacional en sus manos, recortará la autonomía de escuelas, profesores y editoriales para implantar su ideología. Esta medida está causando una enorme fractura social que ya ha provocado en la calle enfrentamientos con las fuerzas del orden. Pero si la redacción de la nueva ley ya es escandalosa -hay artículos orwellianos, como el que otorga competencias al Ministerio de Educación para denunciar a periodistas incómodos-, el momento de medir la verdadera manipulación en los pupitres llegará con los nuevos libros de texto. Esta normativa se une a la ley mordaza redactada hace dos semanas para silenciar a los medios críticos. Chávez dice que son «revolucionarias», pero son el paradigma de la tiranía”.
Antes de nada, antes de pasar a desmontar las supuestas intenciones del diario, me parece conveniente señalar que alguien debería decirle al editorialista de El Mundo que antes de escribir sobre la realidad de un determinado país, lo mínimo que debe hacer uno es informarse, eso como poco. Lo digo porque, al parecer, el editorialista del diario en cuestión debe desconocer que la famosa “ley mordaza” (como la llaman estos defensores a ultranza de la libertad de expresión y del pluralismo ideológico en los medios–sic-) de la que nos habla el editorial en su texto, finalmente fue paralizada por la Asamblea Nacional Venezolana, de tal modo que no entró finalmente en vigor. Con lo cual, evidentemente, no se puede sumar a ninguna otra ley, porque algo que no existe, que no está en vigor, no se puede sumar a nada (0 + 1 = 1, señor editorialista). Que alguien que se gana la vida escribiendo editoriales para uno de los diarios con mayor tirada en España pueda desconocer este hecho, habla bien a las claras del grado de profesionalidad y la seriedad con que este medio informa acerca de la realidad política venezolana. Claro, que también cabe la posibilidad de que el editorialista conociese a la perfección la noticia y simplemente haya querido mentir como un bellaco para, aprovechando la coyuntura, mezclar churras con merinas y ahondar así en la campaña de acoso y derribo contra Chávez. ¿Le extrañaría a alguien que así fuese? A mí no, desde luego.
Curiosamente además, y aquí entramos ya en el meollo del asunto, en dicho editorial el diario madrileño nos advierte acerca de que la manipulación y el adoctrinamiento de los niños venezolanos, a consecuencia de la aplicación de la nueva Ley Orgánica de Educación, puede tener su punto álgido en el momento en que sean presentados y explicados los libros de texto que tendrán que utilizar en los colegios venezolanos a partir del comienzo del próximo curso: “el momento de medir la verdadera manipulación en los pupitres llegará con los nuevos libros de texto”, nos dicen. Se intuye, por tanto, que el contenido de los libros de texto que llegan hasta las manos de los niños en América Latina es un tema de interés para el diario El Mundo, al menos en cuanto estos son proclives a ser fuentes de manipulación y adoctrinamiento de las masas. Una preocupación muy en la línea de las preocupaciones que deben poblar las mentes de todo demócrata de bien –sic-.
Pero, ¿será realmente éste un tema de interés para los periodistas y redactores de El Mundo, o sólo es una excusa más para atacar a Chávez en nombre de una supuesta defensa de la libertad y la democracia, aunque a la hora de la verdad la manipulación o no de los libros de texto, el adoctrinamiento o no de los escolares en otros países “amigos” no le importen al diario madrileño lo más mínimo? Es decir, ¿realmente le preocupa a El Mundo que no se manipulen los libros de texto para no adoctrinar así a los niños, o simplemente lo que le interesa al El Mundo es atacar, una vez más, a Chávez y su gobierno?, ¿Está El Mundo acaso adoctrinando a sus lectores mediante la manipulación y el engaño cuando usa un discurso para vender algo como preocupante, aunque en realidad lo que le preocupe no sea eso por lo que dice preocuparse, sino el atacar a un determinado gobierno y crear así un clima de opinión entre sus lectores en contra de tal gobierno? La respuesta la hemos tenido a tan sólo semana y media de la publicación del editorial analizado.
Resulta que en México, país con un gobierno amigo de la prensa pro imperialista española, se viven días convulsos precisamente a consecuencia de la presentación del contenido de los nuevos libros de texto que llegaran a las manos de alumnos y profesores a partir del comienzo del próximo curso. Al parecer, según informa desde el afamado diario mexicano La Jornada, los libros de historia que a partir del próximo curso deberán estudiar los alumnos mexicanos de educación básica han eliminado de sus contenidos toda referencia a la conquista y al periodo colonial de México como parte del Imperio Español. Es decir, según nos informan desde México, los alumnos mexicanos de educación básica no podrán conocer a través de sus libros de historia nada que tenga que ver con algo semejante a la conquista española, los asesinatos y persecuciones de la población india del país a manos de los soldados españoles (uno de los más castigados por estas prácticas), la explotación colonial de los recursos de la tierra que la “Madre Patria” llevó a cabo durante más de tres siglos, el desarrollo de una red colonial de nuevos terratenientes en el país al amparo de las relaciones de dominación española, etc.etc. Nada de esto podrá ser estudiado a partir del próximo curso por los niños y niñas mexicanos. Nada, en definitiva, que pueda ayudarles a entender la realidad histórica (y, en consecuencia, presente) de su país más allá de los tópicos que quieran ser reinventados y enarbolados por el gobierno mexicano actual. Exaltación de la europeidad de México frente a la anulación de su pasado indígena y las consecuencias para tal pasado de la conquista española. Según los nuevos textos de historia impulsados por el gobierno, la historia primitiva de México acaba en 1492 y la historia moderna comienza en 1821, con unos mexicanos ya europeizados, alejados de su pasado indígena originario. Entre medio nada ocurrió, nada deben saber los niños mexicanos acerca de lo que ocurrió.
Sin duda, ahora que el indigenismo es un movimiento cada vez más fuerte en muchos países Latino Americanos y usualmente vinculado a movimientos progresistas y revolucionarios, este tipo de medidas sólo pueden ser interpretadas desde un deseo político por eliminar de la consciencia colectiva de los mexicanos todo vínculo de su pasado nacional con los pueblos indígenas y las penurias que éstos tuvieron que pasar a consecuencia de la conquista española y los posteriores siglos de colonización política y económica. Trescientos años de historia, tal vez de los más importantes para entender la realidad presente del país, quitados de un plumazo a golpe de tijera educativa. Pero esto para El Mundo no parece ser en absoluto preocupante ni muestra alguna de adoctrinamiento educativo. Es por ello que, a pesar de la preocupación que El Mundo tiene, según hemos visto con anterioridad –sic-, por los contenidos de los libros de texto en América Latina, a esta noticia que nos llega desde México el diario ha decidido no dedicarle ni una sola letra, ni en su edición escrita ni en internet, no ya a valorar la noticia mediante algún artículo de opinión o alguna editorial como en el caso venezolano, sino ni tan si quiera a hacerse eco de la polémica desatada en México en relación a este tema. Que no es ya que critiquen la acción del Gobierno mexicano, sino, simplemente, que, en virtud de la preocupación que han mostrado en el caso venezolano por este tipo de posibles polémicas en torno a los contenidos de los libros de texto escolares, que tengan la decencia de informar a sus lectores de la existencia de tal polémica allá por México. ¿Se imaginan, por ejemplo, que hubiese pasado si el involucrado en el tijeretazo del contenido histórico hubiera sido Hugo Chávez y los que protestasen en contra de la medida la oposición venezolana? Como mínimo lo habrían cubierto con una portada, un editorial y tres o cuatro días de seguimiento completo a la evolución de las informaciones referidas al asunto. ¿Alguien lo duda? Esperen a que salgan los libros de texto en Venezuela y lo veremos.
Se demuestra entonces que al diario El Mundo le importan poco o nada las polémicas en torno a los libros de texto y sus contenidos históricos que se puedan dar en América Latina en general, salvo, claro está, que tal polémica pueda ser usada para atacar sin piedad a un determinado gobierno que no sea del gusto del diario, o para mantener al alza la supuesta condición tiránica y antidemocrática de un determinado líder político tampoco del agrado del periódico. Se demuestra pues igualmente que al diario El Mundo no le interesa la educación o el posible adoctrinamiento de los niños venezolanos, sino que lo preocupante para ellos es que esa educación y ese posible adoctrinamiento no venga de las manos de un gobierno pro-capitalista. Y, por supuesto, se demuestra también, claro está, que el diario El Mundo no tiene autoridad moral alguna para acusar a nadie de querer adoctrinar a otras personas con la manipulación y el sesgo informativo de determinados contenidos y elementos del discurso escrito que se hace llegar a terceras personas, cuando es precisamente el adoctrinamiento ideológico, la manipulación informativa y el control del pensamiento lo que mejor saben hacer desde la redacción de ese medio (des) informativo. O, por ir concluyendo, cuando El Mundo hable de que Chávez o cualquier otra persona quiere adoctrinar a las masas, simplemente le podríamos responder que, como se suele decir en mi tierra para este tipo de situaciones, “habló de puta la Tacones”. Y es que, ¿hay algo en la actualidad que sirva para adoctrinar ideológicamente en mayor medida a las masas que la prensa pro-capitalista en manos del capital burgués? El Mundo nos vuelve a dar razones sobradas para reafirmarnos en nuestra idea de que es imposible que lo haya.
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