El Partido Acción Nacional llega a sus 70 años de vida con la propuesta legislativa más pobre de su historia en materia de cultura: En tan sólo cinco líneas expresa una deshilvanada iniciativa sin diagnóstico ni análisis. Y es que la deuda que el partido fundado por Manuel Gómez Morín y otros intelectuales tiene con la cultura se debe en parte al desánimo de sus militantes por desarrollar esta actividad, por el desinterés de la propia institución por fomentarla y, como tercer factor, al abandono del partido de sus mejores talentos a lo largo de su historia, por motivos de carácter ideológico. Las mentes más brillantes terminaron realizando una labor intelectual destacada –generalmente en el campo de las letras– fuera del PAN. Fue el caso de la generación incómoda expulsada en los años sesenta, integrada por Hugo Gutiérrez Vega, Manuel Rodríguez Lapuente, los hermanos Ignacio y Carlos Arriola y Alejandro Avilés. Otros optaron por renunciar, como el artífice de la reproyección de principios de doctrina de 1965, Efraín González Morfín; el historiador del PAN y padre del actual presidente de México, Luis Calderón Vega; y quien redimensionara e internacionalizara al partido –además de dotarlo de sus actuales fundaciones de estudio y análisis–, Carlos Castillo Peraza. Y recientemente, el destacado parlamentario y sociólogo José Francisco Paoli Bolio, quien el pasado 20 de agosto envió su renuncia al Comité Ejecutivo Nacional del PAN.
La propuesta legislativa del PAN (2009-2012) en materia de cultura, titulada “Promovemos la cultura y el arte”, plantea en tan sólo cinco líneas favorecer, apoyar e incentivar a los creadores artísticos a través de una “Ley de Fomento al Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural para que mediante mecanismos fiscales y mecenazgos se apoye con recursos públicos y privados a los artistas, creadores e investigadores”. Una propuesta así debería incluirse en una ley general de cultura, o bien en la actual Ley del ISR. Más aún: Olvida el PAN que ya en otras legislaturas ha propuesto el tema del mecenazgo por separado (véase la plataforma legislativa 1994-1997), en la que propuso un proyecto de ley de mecenazgo y fundaciones, a fin de que la sociedad civil impulse la creación cultural a través de bonificaciones fiscales. Un proyecto que finalmente fue desechado antes de ser presentado al pleno del Congreso. Su propuesta de “Ley de Fomento al Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural con mecanismos fiscales y mecenazgo” no precisa su característica de ley federal; no dice qué pasaría con la actual Ley sobre Monumentos, y evade el tema relativo a los “mecanismos fiscales” (hay que recordar que el IETU, promovido y aprobado por el mismo partido, desaparece los regímenes especiales y exenciones fiscales). Si este impuesto se queda como único, el apoyo a la creación que se pretende será imposible. Todo lo anterior resulta lamentable, teniendo en cuenta que el PAN lleva 30 años presentado plataformas legislativas. La intención de Castillo Peraza en 1979, al elaborar la primera de ellas, era precisamente mostrar un diagnóstico, un análisis y una propuesta al electorado.
La gestión cultural de Gómez Morín
Existe la creencia de que el PAN no estableció desde su fundación iniciativas de carácter cultural, pero Gómez Morín fundó y colaboró estrechamente en proyectos que siguen teniendo vigencia. Una de las gestiones culturales más importantes y menos conocida es el impulso de las primeras giras de la Orquesta Sinfónica de México (OSM) de Carlos Chávez. Lo hizo como parte de su anhelada descentralización cultural en 1937, esto es, antes incluso que la organización del PAN (1939). La red de promotores que conformó en el país para impulsar la OSM se integró con destacados miembros fundadores de la naciente estructura del PAN. En Guadalajara, por ejemplo, se apoyó en los abogados Efraín y Víctor González Luna; en Monterrey, en José G. Martínez y Bernardo Elosúa Frías; en Querétaro, con Luis Álvarez y Carlos Septién García; en Michoacán, con Miguel Estrada Iturbide y Miguel Bernal Jiménez; en San Luis Potosí, con Isaac Guzmán Valdivia; en Tampico, con Samuel Melo Ostos, y en Torreón, con Salvador de Lara y Domingo Valdez Villarreal. Resulta lamentable que ni los propios panistas ahora sepan que antes de fundar el partido, Gómez Morín había echado a andar la primera organización musical del país. Un desconocimiento sobre la labor cultural del PAN comparable a otro en la actualidad: muchos panistas desconocen que el recientemente legislado derecho de acceso a la cultura en México fue planteado ya por Adolfo Christlieb Ibarrola en los años setenta y retomado por Castillo Peraza –cuyo noveno aniversario de muerte se cumplió el pasado miércoles 9– en la primera plataforma legislativa del PAN en 1979.
La “generación Mexicanto”
Existe una generación denominada por Castillo Peraza la generación tardía, la que no llegó en su tiempo, al mando de Manuel Clouthier y con Francisco Barrio y Vicente Fox. Esa generación cubrió en cierta forma el enorme hueco que dejó la generación incómoda. Esta generación fue duramente atacada bajo el mote de “neopanistas” por sus ideas pragmáticas, aunque pese a todo siguió adelante hasta conquistar el poder. La salida del PAN de la generación incómoda abrió una profunda grieta que vinieron a revestir grupos ajenos a la doctrina del partido. La salida de esta brillante cantera hizo al PAN presa fácil de diversos grupos empresariales con intereses ajenos a su doctrina, pues se fueron quienes pudieron apuntalar un proyecto cultural dentro del partido. Esto tiene un antecedente memorable: el de José Vasconcelos, el único hombre que ha sido capaz de desarrollar una política cultural en el país. De esto da cuenta Emmanuel Carballo en Protagonistas de la literatura mexicana (1994); al preguntar a Vasconcelos sobre su distanciamiento con el PAN, éste respondió: “los fifís de la política nunca me quisieron, es más, me echaron de la oposición”. La cultura está tan mal concebida en el PAN, que en una de las entregas del periodista Álvaro Delgado a este semanario, el entonces presidente del PAN, Manuel Espino, manifestó que existe un “consejo nacional de intelectuales”, refiriéndose a lo que en realidad es el Consejo de Cultura, integrado en su mayoría por personajes del espectáculo y de la farándula, como Maribel Fernández La Pelangocha, Isabel Martínez La Tarabilla, Pompín Iglesias, Evita Muñoz Chachita, Irma Lozano y el mago Ednovi.Llama la atención el caso del compositor David Filio –compañero de bohemia del actual presidente de la nación–, pues ha sido el inspirador de la que podríamos llamar la generación Mexicanto, puesto que la música de este virtuoso dueto amenizaba los encuentros de la Secretaría Juvenil del partido, cuando Felipe Calderón era su jefe juvenil nacional. Pertenecerían a ella el actual presidente del partido, César Nava; su antecesor, Germán Martínez; el subsecretario de Energía, Jordi Herrera; la exdiputada federal Karla Rochín; el exsecretario general José Espina; los exdiputados Cristian Castaño y Tarsicio Rodríguez; y por supuesto, Margarita Zavala.
Pero el presente y el futuro de la cultura en el PAN deben construirse más allá de una generación inspirada en Mexicanto y en el elenco de su Consejo de Cultura. Se deberían recuperar de la memoria histórica los mejores referentes. Nadie puede desarrollar lo que no ha concebido. En esa condición llega el PAN a sus 70 años en materia de cultura. De continuar así después de este aniversario reflexivo, esta vez, como dijera Castillo Peraza, “recordar no será volver a vivir, sino comenzar a morir de nuevo”. l
* Militante del PAN y asesor cultural en la Cámara de Diputados.
Indigna el presupuesto para cultura
Para los trabajadores de la cultura la austeridad, la crisis económica y el recorte de 11% al presupuesto para 2010, no son nuevos. Desde hace más de 20 años enfrentan bajos salarios, disminución de prestaciones, incertidumbre laboral, falta de herramientas y materiales para su desempeño y, sobre todo, el deterioro de sus centros de trabajo que constituyen –nada menos– el patrimonio cultural del país.Reunidos con Proceso en la sala de juntas del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de las Artes Plásticas del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), un grupo de representantes sindicales de este instituto, Antropología e Historia (INAH), Centro Nacional de las Artes (Cenart) y Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública (SEP), lanzan un reto al Ejecutivo:Si de verdad quiere ahorrar recursos y adelgazar el aparato burocrático, como se supone hizo al fusionar la Secretaría de Turismo con la de Economía, debe desaparecer al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) para eliminar, de una vez por todas, la duplicidad y hasta triplicidad de funciones que por ley corresponden a INAH e INBA.El Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) enviado esta semana por Felipe Calderón a la Cámara de Diputados para el 2010, es de 8 mil 510 millones de pesos para el sector cultura. Representa 3 mil 141 millones de pesos menos que en 2009, cuando el Ejecutivo planteó dar 9 mil 651 millones de pesos, pero hubo una ampliación de 2 mil millones, con lo cual el total fue de 11 mil 651.De “regresión” califica la medida el exdiputado Alfonso Suárez del Real, expresidente de la Comisión de Cultura en la pasada legislatura, la medida. Lamenta que, en cambio, se hayan incrementado en más de 500 millones de pesos los recursos destinados a la “implementación de operativos para la prevención y disuasión del delito”. Recuerda que la cultura es “una garantía constitucional”, por tanto el presupuesto no debería depender de la voluntad “individual o colectiva del Ejecutivo en turno o de su programa de gobierno”, sino responder a lo señalado en la Constitución.Aun antes de darse a conocer el PEF, la amenaza de recortes comenzó a movilizar a la comunidad cultural. En correos electrónicos se hacía un llamado para impedirlos. La historiadora y crítica de arte Irene Herner alertó:“Sería terrible que sólo importe armar al Ejército, encerrar a la gente en sus casas ante una televisión lineal, vertical y de mala calidad, ante campañas electorales caras y ajenas a todo sentido de identidad cultural y, seguramente, ante festejos del Centenario con puras luces de bengala. Frente a la crisis económica, política, social y de salud que vivimos, la elaboración artística, cultural, mítica, simbólica, imaginaria y del ingenio son salidas que debemos procurar más que nunca para no perder, además, el sentido de la existencia.”Otro grupo de creadores, conformado en el Frente en Defensa del Arte y la Cultura, se pronunció el martes 8 contra el recorte, considerando que la labor cultural es preventiva del delito y ofrece alternativas de inclusión comunitaria, democrática y participativa. Y convocó a los grupos parlamentarios y a la sociedad a no permitir el “atropello a la expresión artística y cultural” del país, y al Ejecutivo federal a enmendar “su error”.La senadora perredista María Rojo, presidenta de la Comisión de Cultura en el Senado, presentó un punto de acuerdo para exhortar al Ejecutivo, al titular de la SEP y a los diputados a no disminuir el presupuesto.Tras aclarar que la cultura no sólo es el disfrute de bienes tangibles e intangibles y de expresiones artísticas, destaca su cualidad de generar derrama económica, además de fortalecer la identidad y la integridad social. Por ello “los recortes en la cultura, sumados a los previsibles en la educación, serán mucho más empobrecedores que cualquier otra afectación al presupuesto”.
Monstruo de mil cabezas
Los trabajadores del sector –representados por Luis Vázquez Chávez, del Cenart; Adriana Salazar Jiménez, de Bibliotecas de la SEP; Virginia Barrera, José Luis Guzmán y Pablo González, del INBA, y José Manuel Figueroa, del INAH– cuentan que desde su creación por decreto presidencial de Carlos Salinas de Gortari del 7 de diciembre de 1988, el Conaculta absorbe buena parte del presupuesto cultural. Y se ha señalado reiteradamente la duplicidad de funciones en el sector:Existen, por ejemplo, varias dependencias que fomentan el libro y la lectura. En materia de patrimonio la labor está en el INAH, el INBA, y en el Conaculta existen la Dirección de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural, la Coordinación Nacional de Patrimonio Cultural y Turismo, y un Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Ferrocarrilero. Son sólo unos ejemplos, la enumeración de todas las dependencias dedicadas a objetivos similares ameritaría varias páginas. La sola estructura orgánica “operativa” del organismo, con sus coordinaciones, jefaturas de asesores, secretarías particulares y privadas, subdirecciones, unidades y departamentos ocupa 16 páginas.Hace falta, dice Barrera, evaluar si la institución es viable o no, si cumple una función o no. Para ella es claro que debe desaparecer y fortalecerse con sus recursos la labor sustantiva de los institutos. Refiere entonces que en el consejo hay casi 2 mil 700 trabajadores, de los cuales 599 “son mandos de alto nivel que ganan cerca de 2 millones de pesos al año”.Las percepciones brutas de Consuelo Sáizar, presidenta del organismo, son –por ejemplo– de 190,021.30 pesos mensuales. El sueldo base es de 23,667.18 más una compensación “garantizada” de 166,277.12 pesos, y tiene además autorizados hasta dos vehículos; 6 mil 750 pesos de gastos de celular, y 6 mil 500 para gastos de alimentación. Los directores de los institutos tienen a su vez un sueldo bruto de 171,901.34 pesos, más sus prestaciones. Si es verdad, como lo anunció Calderón, que nadie ganará más que el Ejecutivo (146,830.21 pesos), a partir del siguiente ejercicio presupuestal esos sueldos deberán disminuir.Los salarios contrastan con los 4 mil a 8 mil pesos que Barrera dice recibe un investigador del INBA, o los 5 mil de un bibliotecario de la SEP, cuyo representante sindical está pidiendo una homologación con el sueldo de otros trabajadores del sector cultural, con lo cual –señala– podrían ganar 5 mil 500 pesos.Afirman que desde 2009 se había autorizado en la Cámara baja un monto para la homologación y retabulaciones salariales, pero al no haberse etiquetado las autoridades lo están destinando a otros rubros.Sus peticiones van más allá de lo laboral y salarial. Piden que no se dé al Conaculta un marco jurídico; que no se separe en el proyecto de nación la cultura y la educación; y no se cree una Ley General de Cultura, como se prevé se hará en la próxima legislatura, sin un diagnóstico certero (no les satisface el presentado hace unos meses por la UNAM) y sin consultar a todos los involucrados en el sector.Les preocupa el estado de sus centros. Acusan, por ejemplo, el deterioro de las instalaciones del Cenart, cuyos problemas en la infraestructura se señalaron desde su inauguración (goteras, pisos no adecuados para las distintas áreas artísticas en el caso de danza, o espacios poco ventilados para el uso de solventes en el caso de las artes plásticas). Sin olvidar su problema jurídico, pues las labores de enseñanza e investigación que se realizan en sus espacios corresponden por ley al INBA.El balón del PEF está ahora en la cancha de la Cámara de Diputados. l
No hay comentarios.:
Publicar un comentario