Considerado en el último lustro como uno de los hombres más poderosos en Petróleos Mexicanos (Pemex), Rosendo Villarreal Dávila se enfrentó en meses recientes al entonces director general Jesús Reyes Heroles por el control de la empresa. El pasado 4 de septiembre perdió.
En la pugna, el recién dimitido administrador corporativo representaba los intereses del Partido Acción Nacional y del gobierno federal. Reyes Heroles, también destituido, los del Partido Revolucionario Institucional, PRI (Contralínea 143).
Veinticuatro horas antes de su “separación del cargo” –como Pemex calificó la salida del funcionario– Villarreal Dávila aseguraba a esta revista:
—No importan los partidos. Debemos de trabajar con un fin común: que Pemex salga bien. Eso es todo lo que cuenta. ¿Quién es el jefe del gobierno federal? El presidente. Y debemos de trabajar para él y para México.
—¿Causa problema el asunto de los partidos a la hora de trabajar?
—Déjenme ponerlo en la forma adecuada: hay muchas veces que, como humanos que somos todos, tratamos de proteger al que está a mi lado o a los intereses que son cercanos, antes de ver el bien común. Yo digo que a la hora que llega uno a puestos como éstos, el bien común está por encima, y punto. Hay que orientarnos y partirnos la mamá por esto.
La entrevista concedida por el exadministrador sucedió al medio día del 3 de septiembre en su oficina, ubicada en el piso 12 del edificio A, en Marina Nacional 329, Distrito Federal. Un día después, a las 15 horas, Felipe Calderón comía en Los Pinos con el director de Pemex durante el salinismo y actual líder de la fracción priista en la Cámara de Diputados, Francisco Rojas.
A las cinco y media de la tarde de ese viernes 4 de septiembre, un comunicado de la paraestatal anunciaba el “cambio en la Dirección Corporativa de Administración”. Tres días más tarde, Felipe Calderón destituía a Reyes Heroles de la dirección general y nombraba en este cargo a Juan José Suárez Coppel, a quien se le considera “protegido” de Francisco Gil Díaz.
Antes de conocer su suerte, parsimonioso, Villarreal Dávila afirmaba estar dispuesto a dirigir la petrolera, si Calderón Hinojosa se lo pidiera.
—Yo no tengo ambición de eso. Mi ambición es servir a Pemex y mi deseo es ya estar más tranquilo. Ésa es mi ambición. Pero si le piden a uno, yo tengo que estar dispuesto a ayudar al presidente. Yo estoy con su proyecto y si algo pide, lo que sea, pues tengo que apoyarlo.
Hasta entonces, los rumores respecto de los cambios que el titular del Ejecutivo haría en su gabinete –tras el fracaso de su partido en las elecciones del pasado 5 de julio–, y sobre todo en Pemex, apuntaban sólo a Reyes Heroles y su equipo.
—Se comenta, en los medios, que pertenecen a corrientes o partidos distintos, y en el caso de Pemex se dice que un distinguido priista dirige la paraestatal, y, de usted, que es un distinguido panista o un panista muy convencido ¿Usted está dispuesto a trabajar con quien sea?
—Con quien sea, con el partido que sea. Con quien venga aquí a Pemex y que nos sumemos a trabajar para que salga adelante. Estamos en la época más difícil para Pemex: los yacimientos han bajado su contribución y tenemos que trabajar más.
El 4 de septiembre, “el hombre del presidente en Pemex”, el ingeniero Villarreal Dávila, era echado de la petrolera.
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Golpe político
La “separación del cargo” del administrador corporativo se dio dos meses después de las elecciones intermedias, que en el entorno político han significado el regreso del PRI al gobierno y, en el petrolero, el recrudecimiento de la disputa entre priistas y panistas por el poder económico y político de la paraestatal.
En el contexto de esa pugna, Villarreal Dávila recibió uno de los golpes políticos más fuertes tan sólo 24 días después de las votaciones. El pasado 29 de julio, la Procuraduría General de la República (PGR) y las secretarías de Seguridad Pública y de la Función Pública aseguraron equipos de cómputo y documentos de la Gerencia de Servicios de Seguridad Física, en el marco de un operativo contra el robo de combustibles.
La “separación del cargo” del administrador corporativo se dio dos meses después de las elecciones intermedias, que en el entorno político han significado el regreso del PRI al gobierno y, en el petrolero, el recrudecimiento de la disputa entre priistas y panistas por el poder económico y político de la paraestatal.
En el contexto de esa pugna, Villarreal Dávila recibió uno de los golpes políticos más fuertes tan sólo 24 días después de las votaciones. El pasado 29 de julio, la Procuraduría General de la República (PGR) y las secretarías de Seguridad Pública y de la Función Pública aseguraron equipos de cómputo y documentos de la Gerencia de Servicios de Seguridad Física, en el marco de un operativo contra el robo de combustibles.
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