14 octubre 2009
“Calderón (…) no se da cuenta de que el SME es el sindicato más legítimo de México”.
María Eugenia Valdés Vega.
I
La cara leyente Valdés Vega, profesora e investigadora de sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Ixtapalapa, señala en el epígrafe de la entrega de hoy un atributo
insoslayable del Sindicato Mexicano de Electricistas.
Mas no sólo eso. El SME es el sindicato más antiguo de México, pues fue fundado en 1914 –hace 95 años—y, desde entonces, avatares más, avatares menos, de su surgimiento en la fase revindicatoria de la Revolución Mexicana a hoy ha pevalecido.
La antigüedad, por supuesto, no es condición indispensable para la legitimidad; ésta es consecuencia cultural –adquirida—y no congénita. La legitimidad se gana cada día, cada hora, cada minuto incluso, cuando se libran luchas sociales como las sindicales.
Y aún así, esas luchas sociales no garantizan la legitimidad, pues el desenlace de cualesquier conflicto devenido de la defensa de los derechos humanos –como los laborales-- no determina la calidad de lo legítimo. Es el móvil moral de la lucha social.
Y el móvil moral tiene raigones hondos en la filosofía, la ética, la historia, la lógica y la estética incluso, y no se digan la ideología y la praxis política. Pero es la historia y la experiencia histórica y la realidad social las que determinan y definen la legitimidad.
En esas trincheras de las luchas sociales históricas, el SME ha estado a la par, no sin altibajos, de los tiempos que han corrido desde su fundación hasta el presente. Como entidad falible y susceptible a los manes de la cultura del poder, se ha conducido bien.
Ha emergido airoso el SME de las pruebas a las que ha sido sometido, siendo la más difícil de todas la de insertarse en la dialéctica de las luchas históricas de los 63 pueblos –originarios y mestizo— que ocupan lo que es hoy el territorio del Estado mexicano.
Es, pues, el SME un sindicato preñado de historia de reivindicaciones , surgido y conformado en un contexto revolucionario y, por ello, su trayectoria ha sido difícil dadas la vocación del
poder político del Estado mexicano por corporitivizar gremios.
II
Por supuesto, el SME, siendo parte de la cultura del sindicalismo mexicano, no escapa a las fuerzas de la idiosincrasia del sindicalismo mexicano. Empero, sus prácticas y estilos de hacer política hacia dentro han sido cuestionadas no pocas veces.
Pero en general, la actuación del SME ha sido congruente con el contexto en el que surgió y las fases y etapas particulares de la evolución de la experiencia mexicana y el desfavorable entorno socioeconómico y sociopolítico de los últimos 27 años.
Ese lapso de casi tres décadas es importante, por su crucialidad, lo cual le otorga la calidad de hito histórico. Es el inicio de un proceso de sustitución de una forma de organización económica más o
menos nacionalista por otra, declaradamente opuesta.
Dígase de otro jaez que el proceso de sustitución ha sido espectacularmente dramático y, sin duda, traumático para los mexicanos visto a la luz de sus terribles resultados: mayor desigualdad e iniquidad, acusadísima injusticia y ejercicio inicuo del poder.
En esa ecuación (d, por desigualdad; i, por iniquidad; i, por injusticia; eip, por ejercicio inicuo del poder: d + i + e + eip = pobreza y miseria, o pm) el resultado sería, suele ser, es dicotómica: causa y, a la vez, efecto, y viceversa.
El accidentado proceso de sustitución de un modelo económico – que estaba funcionando socialmente aunque con obvias cortedades estructurales y superestructurales— por el actual, antinacionalista y neoliberal, fue de choque.
“Choque” implica otras peculiaridades adicionales devenidas de su implantación misma, draconiana en extremo, brutal, sin previo aviso, sin consultarla con el pueblo, el que resultaría --como ha resultado fedatariamente-- el más damnificado.
Más la gran contradicción, la más ostensible, es la de los móviles. Aun el mexicano más inconsciente discierne que sustituir un modelo –todavía funcional pese a sus deficiencias-- por uno no probado debe ser una decisión ponderada y meditada.
III
Y no sólo eso: debe resultar de un proceso de consulta democrática con aquel –el pueblo, en sentido epiceno-- que es el mandante, al que el poder político del Estado debe subordinarse por ministerio constitucional y por práctica y teoría políticas.
Esa sustitución de un modelo económico por otro no tuvo contraparte en el modelo político. Éste no fue reemplazado por uno acorde a las premisas y silogismos filosóficos, ideológicos y políticos del modelo económico implantado.
La dictadura perfecta fue conservada intacta y se convirtió en disfuncional, sin paridad con la dictadura económica en la que ha devenido el nuevo modelo de economía, el neoliberal. Los mecanismos compensatorios de aquél no le funcionan a éste.
El modelo económico sustituto --el neoliberal— plantea desde cualesquier prismas filosófico, ideológico y político que México no es patrimonio social histórico de los mexicanos, sino posesión particular de unos cuantos; éstos emplean al señor Calderón.
Consígnese que esos particulares emplearon desde 1982 a los predecesores de don Felipe: Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox (o, por mejor decir, a Marta María
Sahagún) para despojar a los mexicanos de su patrimonio.
En esa bóveda contextual se inserta la “extinción” –acto ilegal según el derecho-- de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y, por tanto, del despido de los afiliados al SME y al sindicalismo como vertiente reivindicadora de los pueblos de México.
¿De quién es, pues, Mèxico? ¿Del señor Calderón y sus representados particulares aquí y en Estados Unidos y España? ¿O de quienes emblematiza el citado sindicato y el sindicalismo en general y, por tanto, el pueblo trabajador? La respuesta es obvia.
El señor Calderón, el jefe de facto del poder político del Estado mexicano, nos dice con su acción que México no es de nosotros; tampoco es de él. Es de otros, a quienes don Felipe sirve ora por corrupción moral, ora por traición a la patria. Eso es muy grave.
ffponte@gmail.com
ww.faustofernandezponte.com
Glosario:
Manes: deidades poderosos.
Raigones: raíces.
Lecturas recomendadas:
El movimiento obrero mexicano, la lucha de clases y el artículo 123, de Alejo García Jiménez. UNAM.
El sindicalismo en México: historia, crisis y perspectivas, de José Merced González Guerra. Plaza y Janés.
Antecedentes del sindicalismo en México, de José Woldenberg. Fondo de Cultura Econòmica.
Hacia la politización de la clase obrera en México, de Anna Ribera Carbó. Estudios históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia.
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