Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes…
Asombra la desfachatez con la que actúa Felipe Calderón, pues no de otro modo podría explicarse que un día diga que no hay dinero para nada, ni siquiera para comprar las vacunas contra la influenza humana, y unas cuantas horas después afirme que no hay problema para liquidar a los más de 60 mil trabajadores del Sindicato Mexicano de
Electricistas. Ahora puntualiza tener la conciencia tranquila, porque “le asiste la razón” al haber dado el golpe contra la organización sindical con la más larga trayectoria de lucha en favor de la clase trabajadora. Este es el punto central del conflicto: la oligarquía no puede aceptar, ahora que la extrema derecha está en el poder, que haya organizaciones obreras que cumplen cabalmente con su función política y social.
Lo expuesto por Javier Lozano, secretario del Trabajo, en el sentido de que actuar contra otros gremios, “sería autoritarismo”, es la demostración plena de que el “gobierno” de Calderón tiene como meta acabar con el sindicalismo democrático, no con organismos plagados de vicios y corruptelas como los que dirigen Elba Esther Gordillo y Carlos Romero Deschamps, pero que finalmente cohabitan con el Ejecutivo para mantener una situación favorable a los intereses oligárquicos. Lo que asombra es el cinismo con el que actúan Calderón y su gabinete, creyendo que la sociedad se traga fácilmente sus obvias mentiras.
El amasiato que mantiene con los industriales de la radio y televisión (particularmente con Televisa y Televisión Azteca), no ha servido para ocultar o deformar una realidad incontrovertible: Calderón es el peón ejecutor de órdenes terminantes de grupos oligárquicos de acabar con todo lo que huela a democracia. Para eso lo colocaron, contra la voluntad mayoritaria, en la primera magistratura del país, y no admiten que les vaya a fallar o muestre signos de flaqueza. Por eso afirma, sin sombra de vergüenza, que le asiste la razón y planteó que “con absoluta tranquilidad de conciencia, que es la decisión correcta” el mazazo dictatorial contra el SME.
Lo que suceda en los días y semanas subsecuentes será determinante para demostrar que no le asiste la razón, pues no puede haber razón en un acto lesivo y atentatorio que provoca graves daños a la clase trabajadora. Ahora toca al Congreso tomar partido, toda vez que no puede permanecer impávido y neutral ante hechos que influyen sobremanera en el futuro de los mexicanos. El PRI está más que obligado a demostrar con hechos de qué lado está, de ningún modo es aceptable una actitud timorata o demagógica tratando de zafarse del compromiso que le corresponde como fracción mayoritaria en la Cámara de Diputados.
En las actuales circunstancias no hay más que dos opciones: o con los trabajadores democráticos o contra ellos, independientemente de los argumentos que se aduzcan. Tiene la oportunidad de ganar la credibilidad perdida luego de siete décadas de ejercicio demagógico del poder, o de perderla definitivamente al pretender engañar a la sociedad con salidas falsas. Es preciso, en esta hora, actuar con firmeza y visión de futuro, lo que implica votar a favor de negociaciones jurídicas que contemplen la derogación del decreto que violentó la autonomía sindical y liquidó ilegalmente una empresa esencial para la economía del país, como ha quedado demostrado luego de los problemas en que se ha visto envuelta la Comisión Federal de Electricidad para restablecer el servicio en las zonas que atendía la Compañía de Luz y Fuerza del Centro.
Calderón, en obediencia servil a la oligarquía, ha conducido al país a un callejón cuya única salida es revertir una medida fascista que tendrá consecuencias desastrosas si no se frena a tiempo. No es posible que la sociedad mayoritaria se quede cruzada de brazos si continúa siendo agredida sin misericordia por el “gobierno federal”, supuestamente defensor del bien común, cuando en realidad actúa para atropellar los más elementales derechos ciudadanos, como lo demuestran los hechos. No de otro modo puede verse el paquete fiscal propuesto por Calderón, cuyo objetivo esencial es garantizar que sigan intocables los privilegios de la oligarquía y de su “gobierno”.
Esto explica los prolongados aplausos que recibió Calderón en la 51 Semana Nacional de Radio y Televisión, pues dicho sector sirve puntual y servilmente al duopolio televisivo, cuyo apoyo condicionado tiene costos muy altos para el país, al contribuir eficazmente a la desinformación en que vive gran parte de la ciudadanía. Esta estrategia le está siendo muy necesaria a Calderón, como se advierte en estos días, cuando es fundamental para éste hacer creer a la opinión pública que los trabajadores del SME son los únicos culpables de la situación actual, por gozar de privilegios indebidos. Para la oligarquía es un privilegio, seguramente, que los trabajadores puedan malcomer tres veces al día. Esto es inaceptable, no faltaba más.
gmofavela@hotmail.com
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