Entrevista a Manuel Zelaya, legítimo presidente de Honduras
Manola Romalo
Rebelión
Conversación telefónica mantenida el miércoles 14 de octubre
El pasado 28 de junio, militares, con el apoyo de políticos, derrocaron al presidente de Honduras, Manuel Zelaya Rosales. Desde el 21 de septiembre, el mandatario se encuentra refugiado en la Embajada de Brasil de Tegucigalpa. Ahora, dos comisiones negociadoras se reúnen en busca de una salida a la crisis.
Señor presidente, a pesar de que durante su última visita a Tegucigalpa la OEA ha pedido al dictador Micheletti que le restituya su cargo de presidente, la Embajada de Brasil continúa rodeada de militares y policías; desde los andamios, soldados encapuchados están filmando el interior; hay francotiradores en los tejados, se les prohíben alimentos y productos sanitarios y otras medidas represivas. En esta situación ¿de qué tipo de “negociaciones” se trata entre su comisión y la del dictador Micheletti?
Después del golpe de Estado han violado la Constitución y los derechos humanos. Además, han roto el tejido de confianza en Honduras. Desarrollan cualquier acto contrario para la sociedad de Honduras, rompen la paz y están atentando contra las elecciones legales de nuestra democracia.
La represión contra los opositores al golpe de Estado ha provocado la muerte de más de 20 personas, más de 500 heridos y 3.000 detenidos. Por estos crímenes ¿quién va castigar al régimen golpista encabezado por Roberto Micheletti?
En medio de ese panorama, los golpistas están queriendo desarrollar las elecciones como en Afganistán e Iraq, a punta de ametralladora. Los golpistas realizarán las elecciones, cuestionadas por el pueblo, pero con fraude, porque en una democracia no puede prevalecer el terror, ni el miedo. Si no hay una restitución constitucional, el pueblo no puede lograr que el país tenga la paz y tranquilidad.
Desde el 8 de octubre, el régimen usurpador ha eliminado garantías constitucionales: ha implementado nuevamente el estado de sitio, prohíbe la libre circulación, reuniones y manifestaciones. Ha cerrado los únicos medios de comunicación opositores al régimen. ¿Está engañando Roberto Micheletti a la comunidad internacional, al firmar (como algunos medios en Alemania) que ha revocado este decreto? ¿Cuál es su mensaje?
Para realizar elecciones limpias, debe haber una competencia honesta, una competencia libre con participación igualitaria para que todos participen. Si las elecciones se hacen bajo una tiranía, bajo una represión, bajo un gobierno totalitario, entonces no tendrán ninguna validez y serán desconocidas por el pueblo. Un golpe de Estado es un mecanismo que entorpece todos los procesos democráticos. Llamar a elecciones es legitimar el golpe de Estado. Sería una maniobra contra la sociedad. Si se permite a los golpistas hacer elecciones, sería como darle ovejas al lobo, porque ellos mismos las están manoseando. Ellos siempre se atribuirán el derecho de quitar del poder a otros hondureños que resultaran elegidos. Sería absurdo dar a los golpistas la oportunidad de que vayan a elecciones, pues siempre querrán controlar los poderes en adelante.
Si no se detiene este “experimento hondureño”, ¿ve el peligro de que en el futuro grupos de poderes nacionales, apoyados por la ultraderecha estadounidense y/o internacional, intenten derrocar gobiernos progresistas de América Latina, con la meta de suprimir sus políticas sociales y frenar la participación ciudadana?
El pueblo no se puede detener. El pueblo es parte de la dialéctica del desarrollo social. El proceso va a continuar. Evidentemente, según quien esté dirigiendo el gobierno. La represión y los golpes de Estado son para mermar los procesos sociales. Son para poner un muro a esos procesos sociales. Y la comunidad internacional está desafiada. Los organismos internacionales, como la OEA y la ONU, están siendo desafiados por un aprendiz de dictador que se está mofando de todo el mundo. El hecho de llamar a elecciones bajo un régimen totalitario significa una amenaza para los próximos presidentes que podrán ser destituidos por medio de golpes de Estado. Significa una burla para la comunidad y para las leyes del Estado de derecho.
Parece que los organismos internacionales no logran mecanismos para acabar con el sistema dictatorial impuesto desde el 28 de junio en Honduras.
Creo que la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no pueden restituir el sistema democrático y, al estar como espectadores, la violencia puede suprimir la voluntad de los pueblos. La violencia sustituye al soberano, que es el pueblo, para que las cúpulas militares o las cúpulas económicas pongan los presidentes. ¿Qué es esto para la OEA o las Naciones Unidas? Si permiten la dictadura, estarían colocando un crespón de luto a la democracia del continente americano, porque se habría terminado con el sistema del respeto a la elección popular para otorgar la soberanía a una élite militar, como en Honduras.
Manola Romalo. Unión de periodistas alemanes. Licenciada en Filologia Románica (Goethe-Univ., Frankfurt)
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