13 octubre 2009
Así lo creen muchos. Que el gobierno le ha metido ya tres goles al Sindicato Mexicano de Electricistas: primero la negativa rabiosa de la toma de nota; luego el sabadazo nocturno con todo y el despliegue de nuestros “rambos” tlahuicas, mientras festejábamos el pase a Sudáfrica; y ahora, la extinción del sindicato maldito a puros billetazos.
El problema es que estamos en el intermedio. Y falta la segunda parte.
Lo cierto es que hasta ahora han sido apabullantes las campañas oficial y oficialista con mensajes repetidos hasta la náusea: Luz y Fuerza del Centro opera desde otro planeta y en su debacle nada han tenido que ver los gobiernos panistas; los culpables de todos sus males, y de paso de la crisis económica, son sus demoniacos trabajadores y más particularmente ese satanás llamado Martín Esparza. De seguir así las cosas, México se hundiría, la FIFA revisaría el resultado contra El Salvador —especialmente el sospechosísimo incidente de las abejas—, anulando el partido, y hasta Obama —que diría “y yo porqué”— perdería el Nobel de la Paz.
Afortunadamente la patria se ha salvado y todos seremos muy felices gracias a esta decisión histórica valiente y oportuna, diría el ínclito César Nava.
La cosa no es tan sencilla. Primero el gobierno tendría que explicar las maledicencias que señalan que en estas administraciones panistas hubo toda una estrategia para propiciar el desastre financiero de Luz y Fuerza: gracias a exenciones de pagos de grandes empresas amigas; al subsidio a la CFE mediante la compra de energía muy cara y a la nula inversión en infraestructura que provocó que el equipo y las instalaciones viejísimas se estén cayendo a pedazos. Pero sobre todo tendrá que contestarnos claramente si es verdad que sus secretarios Canales Clariond (Economía-Energía) y Martens (Energía) se agandallaron la bonita concesión de más de mil kilómetros de fibra óptica a partir de la red eléctrica, para ahora ofrecerla al mejor postor en una subasta de muchos miles de millones de dólares. Y que para lograrlo tenían que quitarse de encima a un sindicato incómodo ligado a la izquierda y a López Obrador.
También sería bueno que los señores Gómez Mont y Carstens nos aclaren por qué si la hecatombe de Luz y Fuerza se debe a los flojos, irresponsables y abusivos trabajadores del SME, ahora los van a premiar con 4 mil millones de pesos adicionales e ilegales —“más allá de lo que marca la ley”— de indemnización con tal de que firmen ahorita y se vayan ya saben dónde.
Aguas. Que el segundo tiempo comienza el jueves.
El problema es que estamos en el intermedio. Y falta la segunda parte.
Lo cierto es que hasta ahora han sido apabullantes las campañas oficial y oficialista con mensajes repetidos hasta la náusea: Luz y Fuerza del Centro opera desde otro planeta y en su debacle nada han tenido que ver los gobiernos panistas; los culpables de todos sus males, y de paso de la crisis económica, son sus demoniacos trabajadores y más particularmente ese satanás llamado Martín Esparza. De seguir así las cosas, México se hundiría, la FIFA revisaría el resultado contra El Salvador —especialmente el sospechosísimo incidente de las abejas—, anulando el partido, y hasta Obama —que diría “y yo porqué”— perdería el Nobel de la Paz.
Afortunadamente la patria se ha salvado y todos seremos muy felices gracias a esta decisión histórica valiente y oportuna, diría el ínclito César Nava.
La cosa no es tan sencilla. Primero el gobierno tendría que explicar las maledicencias que señalan que en estas administraciones panistas hubo toda una estrategia para propiciar el desastre financiero de Luz y Fuerza: gracias a exenciones de pagos de grandes empresas amigas; al subsidio a la CFE mediante la compra de energía muy cara y a la nula inversión en infraestructura que provocó que el equipo y las instalaciones viejísimas se estén cayendo a pedazos. Pero sobre todo tendrá que contestarnos claramente si es verdad que sus secretarios Canales Clariond (Economía-Energía) y Martens (Energía) se agandallaron la bonita concesión de más de mil kilómetros de fibra óptica a partir de la red eléctrica, para ahora ofrecerla al mejor postor en una subasta de muchos miles de millones de dólares. Y que para lograrlo tenían que quitarse de encima a un sindicato incómodo ligado a la izquierda y a López Obrador.
También sería bueno que los señores Gómez Mont y Carstens nos aclaren por qué si la hecatombe de Luz y Fuerza se debe a los flojos, irresponsables y abusivos trabajadores del SME, ahora los van a premiar con 4 mil millones de pesos adicionales e ilegales —“más allá de lo que marca la ley”— de indemnización con tal de que firmen ahorita y se vayan ya saben dónde.
Aguas. Que el segundo tiempo comienza el jueves.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario