09 octubre 2009
El SME ha sido desde hace muchos años un interesante bastión del sindicalismo. Ha sabido ganarse sus espacios. Su contrato colectivo es uno de los más reconocidos y sus agremiados tienen condiciones de trabajo hasta cierto punto únicas. Su vida forma parte del mundo de las complicidades y conveniencias del sistema político mexicano.
Martín Esparza y Alejandro Muñoz hacen las mismas promesas pero desde diferentes posiciones. Uno se dice perseguido pero con capacidad de renovar al sector eléctrico; Muñoz asegura que ganó y ser capaz de cambiar las cosas. De repente al gobierno le dio por ser estricto en la toma de nota de mineros y electricistas, como si otros sindicatos, maestros y petroleros, no tuvieran problemas similares. Alianzas y conveniencias juegan sus mejores partidos. Ayer vimos lo que se puede dar en otros sindicatos. La disidencia de los petroleros supone que también a ellos se les abrió una rendija. Protestaron en la Secretaría del Trabajo, en el intransitable Periférico, para que no le otorguen la toma de nota a Romero Deschamps.
No está claro qué quiere el gobierno. Si quiere enfrentar al corporativismo sindical, los “charros” del PRI y los de izquierda, el camino de los no reconocimientos les podrá resolver lo inmediato pero no el largo plazo. Sin embargo, el gobierno debe plantearse algo más que mover a la dirección sindical. Debe ponerse en la mesa el tipo de reforma laboral y la relación con los sindicatos que se quiere, y qué espera de la empresa y de su Consejo de Administración. Es ingenuo pensar que la llegada de Muñoz va a cambiar al SME, la productividad y la eficiencia.
Si lo que quiere es un cambio para meter las manos en LyFC, se le va a revertir. No se puede menospreciar a los trabajadores más allá de quién dirija el SME. No dependen de la voluntad de Esparza o de Muñoz. A las dirigencias sindicales les pasa lo mismo que a gobierno, partidos y legisladores: cada vez tienen menos que ver con los que representan.
¿Van tras el SME y LyFC? En el SME se desbordan muchos privilegios si se compara con otros sindicatos. Pero, ¿desde cuándo les dio por ser tan escrupulosos después de lo que hicieron en 2006? Hagan lo que hagan deben pensar en el país que somos, y sobre todo en el que viene. No podemos seguir con relaciones laborales anquilosadas con sindicatos que si le conviene al gobierno los apoyan y si no les lanzan la toma de nota, y como dicen por ahí: alégale al umpire.
¡OUUUCHCHCHCH! Momento de decisión para la CIRT. La pelota está en manos de los concesionarios. O siguen siendo ninguneados por Televisa y su acólito TV Azteca o se la juegan. Le platicamos la siguiente semana.
Martín Esparza y Alejandro Muñoz hacen las mismas promesas pero desde diferentes posiciones. Uno se dice perseguido pero con capacidad de renovar al sector eléctrico; Muñoz asegura que ganó y ser capaz de cambiar las cosas. De repente al gobierno le dio por ser estricto en la toma de nota de mineros y electricistas, como si otros sindicatos, maestros y petroleros, no tuvieran problemas similares. Alianzas y conveniencias juegan sus mejores partidos. Ayer vimos lo que se puede dar en otros sindicatos. La disidencia de los petroleros supone que también a ellos se les abrió una rendija. Protestaron en la Secretaría del Trabajo, en el intransitable Periférico, para que no le otorguen la toma de nota a Romero Deschamps.
No está claro qué quiere el gobierno. Si quiere enfrentar al corporativismo sindical, los “charros” del PRI y los de izquierda, el camino de los no reconocimientos les podrá resolver lo inmediato pero no el largo plazo. Sin embargo, el gobierno debe plantearse algo más que mover a la dirección sindical. Debe ponerse en la mesa el tipo de reforma laboral y la relación con los sindicatos que se quiere, y qué espera de la empresa y de su Consejo de Administración. Es ingenuo pensar que la llegada de Muñoz va a cambiar al SME, la productividad y la eficiencia.
Si lo que quiere es un cambio para meter las manos en LyFC, se le va a revertir. No se puede menospreciar a los trabajadores más allá de quién dirija el SME. No dependen de la voluntad de Esparza o de Muñoz. A las dirigencias sindicales les pasa lo mismo que a gobierno, partidos y legisladores: cada vez tienen menos que ver con los que representan.
¿Van tras el SME y LyFC? En el SME se desbordan muchos privilegios si se compara con otros sindicatos. Pero, ¿desde cuándo les dio por ser tan escrupulosos después de lo que hicieron en 2006? Hagan lo que hagan deben pensar en el país que somos, y sobre todo en el que viene. No podemos seguir con relaciones laborales anquilosadas con sindicatos que si le conviene al gobierno los apoyan y si no les lanzan la toma de nota, y como dicen por ahí: alégale al umpire.
¡OUUUCHCHCHCH! Momento de decisión para la CIRT. La pelota está en manos de los concesionarios. O siguen siendo ninguneados por Televisa y su acólito TV Azteca o se la juegan. Le platicamos la siguiente semana.
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