Autor: Nydia Egremy
Si el gobierno mexicano mantiene su posición de aliarse con la política estadunidense, arrastrará a la población a una peor crisis económica que la actual. “Parece no percatarse de que éste es el momento de aprovechar la coyuntura multipolar –que se abre paso ante la crisis mundial– para que México se reposicione como líder latinoamericano, un nivel que perdió por errores de las pasadas administraciones”, refiere Alfredo Millán Alarid, rector de la Universidad Asia Pacífico.
Agrega que la falta de proyecto de nación impide que la política exterior del país defina su curso y hace de México el Estado más “atrasado” entre los que conforman la región Asia Pacífico.
Fue precisamente al fin de la Guerra Fría cuando la política exterior mexicana perdió su capacidad de maniobrar con relativa independencia frente a la superpotencia mundial. Cuando se impuso el modelo neoliberal, México perdió ese pequeño juego de independencia que tenía y fue más dependiente. Según Millán, en el gobierno de Vicente Fox prácticamente “se entrega esa diplomacia que de una u otra forma era progresista” y se mostró en el rol importante que jugó en América Latina donde privaron las dictaduras militares, como en Chile o en la guerra centroamericana. “Esa política exterior se perdió definitivamente con el panismo, de manera que no hay ahora ninguna autoridad moral de México con los países latinoamericanos”.
Al perder la autonomía exterior, México se extravió en la escena internacional durante los años en que se recompuso la región Asia Pacífico. A pesar de haber firmado, desde 1994, 11 tratados comerciales (con Canadá, Estados Unidos, Costa Rica, Colombia, Venezuela, Guatemala, Honduras, El Salvador, Bolivia, Nicaragua, Chile, la Unión Europea, la Asociación Europea de Libre Comercio, Israel y Japón), el intercambio comercial fundamental de México sigue siendo con Estados Unidos, al que destina el 85 por ciento de sus exportaciones; el 15 por ciento restante lo distribuye entre 200 países.
“La carencia de una política de comercio exterior definida por México olvida la tendencia actual hacia un mundo multipolar”, subraya el rector Millán. Añade que ante la crisis mundial que marcó la caída financiera estadunidense, México debería replantear su situación actual y buscar expectativas a su recuperación económica en las negociaciones con los países de la región Asia Pacífico, como China, India, Singapur o Corea del Sur.
Expresa que la crisis estadunidense financiera e inmobiliaria mostró que Estados Unidos ya no es capaz de sostener el monopolio y la hegemonía mundial, porque se han formado otros bloques políticos, económicos, comerciales y militares que generan un contrapeso al poderío estadunidense. Por esa razón, señala el especialista en estudios asiáticos, “México se beneficiará si diversifica su mercado y busca otros socios comerciales, intercambios o convenios con otros bloques, sin aferrarse a Estados Unidos como único socio comercial”.
Hoy la región Asia Pacífico crece anualmente al 7 u 8 por ciento pese a la volatilidad e incertidumbre en los mercados. De acuerdo con John Kolbowski, director del Centro de Inteligencia Estratégica, al menos dos tercios de los visitantes a los destinos turísticos mundiales saldrán de esa región a pesar de la crisis financiera y económica global. El especialista describe que, por la debilidad del dólar, el turismo estadunidense viajará a Asia en lugar de Europa, que saldrá desfavorecida por la fortaleza del euro, de acuerdo con el estudio de la organización turística PATA: Proyecciones del Turismo en Asia Pacífico 2008-2010, presentado en Singapur.
México podría aprovechar esa coyuntura político económica para promover sus destinos turísticos entre los países asiáticos, pero, en cambio, decidió apostar por los visitantes estadunidenses y canadienses.
En el rubro de las telecomunicaciones, la región Asia Pacífico es un “peso pesado” en las comunicaciones mundiales y lidera sectores como el de la banda ancha y la telefonía móvil, como hizo saber desde Bangkok, la capital de Tailandia, la Unión Internacional de Telecomunicaciones de Naciones Unidas. En esa región se localiza el 42 por ciento del total de usuarios de internet y 39 por ciento de los mayores mercados en banda ancha, con 1 mil 400 millones clientes, así como unos 2 mil millones de teléfonos fijos.
Sólo en China se ubica un cuarto del total de clientes de la telefonía móvil, con 600 millones; le sigue India, con 280 millones. Igualmente, la zona encabeza otros rankings: los filipinos figuran como los líderes mundiales en el envío de mensajes de texto, con 650 mensuales por usuario.
La forma en que maniobran en política y economía las naciones de Asia Pacífico es elocuente, pues mientras Estados Unidos lucha por salir de la crisis financiera, el gobierno chino sobrepasó sus objetivos de crecimiento en el tercer trimestre de 2009: su Producto Interno Bruto (PIB) creció 8.9 por ciento durante este periodo frente al aumento de 7.9 por ciento del trimestre anterior. Con esos datos, China da por hecho que alcanzará su meta de crecimiento anual del 8 por ciento para este año.
“China está a punto de ser la primera potencia mundial en 10 o 15 años. Ya es el principal competidor de Estados Unidos”, primero por mantener un alto PIB a lo largo de 20 años, y segundo, porque logró introducirse en los países de América Latina donde Estados Unidos predominaba. Ahora esa región le surte de energéticos, alimentos frescos y materia prima, que es la que requiere el país asiático para mantener su ritmo de crecimiento, explica Alfredo Millán.
Estima que “el temor de los empresarios mexicanos ante un posible convenio comercial con China se debe a que piensan que se desmantelarán sus fábricas porque consideran que no pueden competir con ellos”, en virtud de que los chinos venden volumen y ahí está su ganancia, explica el especialista. Menciona que un ejemplo de asociación exitosa fue la de bicicletas Benotto, que había sido desplazada del mercado tras el ingreso de vehículos chinos.
“Inteligentemente, sus dirigentes se asociaron con las manufactureras chinas”, señala Millán, y les compraron a granel manubrios, frenos, llantas y rayos, hasta que esa empresa sólo fabrica el cuadro de la bicicleta con su marca y el resto de los componentes los importa para armarlos. De esa manera, un tratado de libre comercio con China daría un giro positivo a la economía mexicana y abriría la puerta a otras alianzas comerciales con el bloque “ASEAN + 3” (Asociación de Naciones del Sureste Asiático más China, Japón y Corea del Sur), así como con la Unión Europea, agrega el académico.
Avance estratégico
Hace más de un lustro que Costa Rica, Guatemala, Honduras y Panamá plantearon su inclusión en la dinámica económica de la región Asia Pacífico. Los países de esa región con los países del sureste asiático se propusieron “comparar los diferentes contextos sociales, tanto en lo interno como en lo externo”, en que se aplican las distintas políticas, para establecer las diferencias y similitudes que podrían influir en el éxito de esa relación estratégica, así lo determinó el Grupo de Estudios de Asia Pacífico de San José, Costa Rica.
La búsqueda de mecanismos para mejorar la situación de los países centroamericanos los condujo a “redescubrir” la región Asia Pacífico, señala el académico Francisco Napoleón Campos en su estudio El reto de descubrir y repensar la política (Estudios centroamericanos, No. 706 de 2007). Ahí, planteó que al concluir la moratoria de 10 años para que se adhieran nuevos miembros al APEC (Foro de Cooperación Asia Pacífico), “se convierte para las naciones ribereñas centroamericanas en un desafío no solicitado e inesperado” para sus políticas públicas, en particular la exterior y comercial.
Y es que las 21 economías del APEC comprenden más del 56 por ciento del PIB mundial, y entre ellas están no sólo aliados históricos de los países centroamericanos, sino también economías con las que mantienen tratados comerciales, como Estados Unidos, México, Canadá y Chile.
Descubrir esa región, señala Napoleón Campos, representa, a la vez, “la posibilidad de imprimirle un golpe de timón” a la evolución de las economías ribereñas centroamericanas, por lo que es crucial que los grupos políticos, empresariales, intelectuales y académicos “den el primer paso haciendo suyo más temprano que tarde ese inevitable debate”.
Así se vio, en noviembre de 2008, cuando el presidente chino Hu Jintao visitó Costa Rica en lo que la prensa local consideró el “relanzamiento de gran calado estratégico y político” de las relaciones bilaterales. Esa reunión sirvió como una puerta de entrada del país asiático a Centroamérica, una región totalmente dominada por Taiwán a excepción de Costa Rica.
Agrega que la falta de proyecto de nación impide que la política exterior del país defina su curso y hace de México el Estado más “atrasado” entre los que conforman la región Asia Pacífico.
Fue precisamente al fin de la Guerra Fría cuando la política exterior mexicana perdió su capacidad de maniobrar con relativa independencia frente a la superpotencia mundial. Cuando se impuso el modelo neoliberal, México perdió ese pequeño juego de independencia que tenía y fue más dependiente. Según Millán, en el gobierno de Vicente Fox prácticamente “se entrega esa diplomacia que de una u otra forma era progresista” y se mostró en el rol importante que jugó en América Latina donde privaron las dictaduras militares, como en Chile o en la guerra centroamericana. “Esa política exterior se perdió definitivamente con el panismo, de manera que no hay ahora ninguna autoridad moral de México con los países latinoamericanos”.
Al perder la autonomía exterior, México se extravió en la escena internacional durante los años en que se recompuso la región Asia Pacífico. A pesar de haber firmado, desde 1994, 11 tratados comerciales (con Canadá, Estados Unidos, Costa Rica, Colombia, Venezuela, Guatemala, Honduras, El Salvador, Bolivia, Nicaragua, Chile, la Unión Europea, la Asociación Europea de Libre Comercio, Israel y Japón), el intercambio comercial fundamental de México sigue siendo con Estados Unidos, al que destina el 85 por ciento de sus exportaciones; el 15 por ciento restante lo distribuye entre 200 países.
“La carencia de una política de comercio exterior definida por México olvida la tendencia actual hacia un mundo multipolar”, subraya el rector Millán. Añade que ante la crisis mundial que marcó la caída financiera estadunidense, México debería replantear su situación actual y buscar expectativas a su recuperación económica en las negociaciones con los países de la región Asia Pacífico, como China, India, Singapur o Corea del Sur.
Expresa que la crisis estadunidense financiera e inmobiliaria mostró que Estados Unidos ya no es capaz de sostener el monopolio y la hegemonía mundial, porque se han formado otros bloques políticos, económicos, comerciales y militares que generan un contrapeso al poderío estadunidense. Por esa razón, señala el especialista en estudios asiáticos, “México se beneficiará si diversifica su mercado y busca otros socios comerciales, intercambios o convenios con otros bloques, sin aferrarse a Estados Unidos como único socio comercial”.
Hoy la región Asia Pacífico crece anualmente al 7 u 8 por ciento pese a la volatilidad e incertidumbre en los mercados. De acuerdo con John Kolbowski, director del Centro de Inteligencia Estratégica, al menos dos tercios de los visitantes a los destinos turísticos mundiales saldrán de esa región a pesar de la crisis financiera y económica global. El especialista describe que, por la debilidad del dólar, el turismo estadunidense viajará a Asia en lugar de Europa, que saldrá desfavorecida por la fortaleza del euro, de acuerdo con el estudio de la organización turística PATA: Proyecciones del Turismo en Asia Pacífico 2008-2010, presentado en Singapur.
México podría aprovechar esa coyuntura político económica para promover sus destinos turísticos entre los países asiáticos, pero, en cambio, decidió apostar por los visitantes estadunidenses y canadienses.
En el rubro de las telecomunicaciones, la región Asia Pacífico es un “peso pesado” en las comunicaciones mundiales y lidera sectores como el de la banda ancha y la telefonía móvil, como hizo saber desde Bangkok, la capital de Tailandia, la Unión Internacional de Telecomunicaciones de Naciones Unidas. En esa región se localiza el 42 por ciento del total de usuarios de internet y 39 por ciento de los mayores mercados en banda ancha, con 1 mil 400 millones clientes, así como unos 2 mil millones de teléfonos fijos.
Sólo en China se ubica un cuarto del total de clientes de la telefonía móvil, con 600 millones; le sigue India, con 280 millones. Igualmente, la zona encabeza otros rankings: los filipinos figuran como los líderes mundiales en el envío de mensajes de texto, con 650 mensuales por usuario.
La forma en que maniobran en política y economía las naciones de Asia Pacífico es elocuente, pues mientras Estados Unidos lucha por salir de la crisis financiera, el gobierno chino sobrepasó sus objetivos de crecimiento en el tercer trimestre de 2009: su Producto Interno Bruto (PIB) creció 8.9 por ciento durante este periodo frente al aumento de 7.9 por ciento del trimestre anterior. Con esos datos, China da por hecho que alcanzará su meta de crecimiento anual del 8 por ciento para este año.
“China está a punto de ser la primera potencia mundial en 10 o 15 años. Ya es el principal competidor de Estados Unidos”, primero por mantener un alto PIB a lo largo de 20 años, y segundo, porque logró introducirse en los países de América Latina donde Estados Unidos predominaba. Ahora esa región le surte de energéticos, alimentos frescos y materia prima, que es la que requiere el país asiático para mantener su ritmo de crecimiento, explica Alfredo Millán.
Estima que “el temor de los empresarios mexicanos ante un posible convenio comercial con China se debe a que piensan que se desmantelarán sus fábricas porque consideran que no pueden competir con ellos”, en virtud de que los chinos venden volumen y ahí está su ganancia, explica el especialista. Menciona que un ejemplo de asociación exitosa fue la de bicicletas Benotto, que había sido desplazada del mercado tras el ingreso de vehículos chinos.
“Inteligentemente, sus dirigentes se asociaron con las manufactureras chinas”, señala Millán, y les compraron a granel manubrios, frenos, llantas y rayos, hasta que esa empresa sólo fabrica el cuadro de la bicicleta con su marca y el resto de los componentes los importa para armarlos. De esa manera, un tratado de libre comercio con China daría un giro positivo a la economía mexicana y abriría la puerta a otras alianzas comerciales con el bloque “ASEAN + 3” (Asociación de Naciones del Sureste Asiático más China, Japón y Corea del Sur), así como con la Unión Europea, agrega el académico.
Avance estratégico
Hace más de un lustro que Costa Rica, Guatemala, Honduras y Panamá plantearon su inclusión en la dinámica económica de la región Asia Pacífico. Los países de esa región con los países del sureste asiático se propusieron “comparar los diferentes contextos sociales, tanto en lo interno como en lo externo”, en que se aplican las distintas políticas, para establecer las diferencias y similitudes que podrían influir en el éxito de esa relación estratégica, así lo determinó el Grupo de Estudios de Asia Pacífico de San José, Costa Rica.
La búsqueda de mecanismos para mejorar la situación de los países centroamericanos los condujo a “redescubrir” la región Asia Pacífico, señala el académico Francisco Napoleón Campos en su estudio El reto de descubrir y repensar la política (Estudios centroamericanos, No. 706 de 2007). Ahí, planteó que al concluir la moratoria de 10 años para que se adhieran nuevos miembros al APEC (Foro de Cooperación Asia Pacífico), “se convierte para las naciones ribereñas centroamericanas en un desafío no solicitado e inesperado” para sus políticas públicas, en particular la exterior y comercial.
Y es que las 21 economías del APEC comprenden más del 56 por ciento del PIB mundial, y entre ellas están no sólo aliados históricos de los países centroamericanos, sino también economías con las que mantienen tratados comerciales, como Estados Unidos, México, Canadá y Chile.
Descubrir esa región, señala Napoleón Campos, representa, a la vez, “la posibilidad de imprimirle un golpe de timón” a la evolución de las economías ribereñas centroamericanas, por lo que es crucial que los grupos políticos, empresariales, intelectuales y académicos “den el primer paso haciendo suyo más temprano que tarde ese inevitable debate”.
Así se vio, en noviembre de 2008, cuando el presidente chino Hu Jintao visitó Costa Rica en lo que la prensa local consideró el “relanzamiento de gran calado estratégico y político” de las relaciones bilaterales. Esa reunión sirvió como una puerta de entrada del país asiático a Centroamérica, una región totalmente dominada por Taiwán a excepción de Costa Rica.
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