Se cuenta que el general estadounidense Robert Lee (1807-1870) habló, en alguna reunión, en los términos más elogiosos sobre algún oficial bajo su mando. Otro militar que estaba presente quedó atónito: "General -le dijo- ¿no sabe que el hombre del que habla con tanta admiración es uno de sus peores enemigos, que no pierde ocasión de denigrarle?" "Sí -respondió el general Lee-. Pero me pidieron mi opinión de él, no la opinión que él tiene de mí".
Sólo cuando luchamos por ser sinceramente humildes, existe la posibilidad de que otra persona nos abra su corazón. A veces conviene hablar primero de nuestras propias faltas, de los propios errores. El sabio chino Lao Tsé dijo hace 25 siglos: "La razón por la cual los ríos y los mares reciben el homenaje de cien torrentes de la montaña es que se mantienen por debajo de ellos. Así son capaces de reinar sobre todos los torrentes de la montaña". De modo parecido tendría que actuar quien quiere transmitir una verdad: debe colocarse debajo de los hombres. Así, los otros no sienten su peso, y no toman sus palabras como insulto.
Aparte de ello, cada hombre es, realmente, superior a nosotros en varios aspectos. En este sentido, podemos aprender de todos.
Extracto sobre la humildad, del discurso de la Dra. Jutta Burggraf dado el 6/11/2009, en Zaragoza, España.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario