domingo, noviembre 22, 2009

El PAN empeoró la corrupción


El Índice de Percepción de Corrupción (IPC), que elabora la organización Transparencia Internacional, es elocuente: este año México comparte el lugar 89 con Lesotho, Malawi, Ruanda y Moldavia, que hasta hace poco no figuraban en el análisis. Para ellos la puntuación de 3.3 representa un progreso. En cambio, aquí, los gobiernos panistas mantienen vigente la trama priista del contubernio y la componenda, mientras bloquean legal y administrativamente a las instituciones de vigilancia, información y rendición de cuentas.

Lesotho es un pequeño reino montañés cuyos habitantes tienen una esperanza de vida de 37 años y sufren una de las tasas más altas de casos de infección por VIH/sida –23%, sólo detrás de otras naciones africanas, como Suazilandia y Botswana–; sin embargo, obtuvo una calificación de 3.3 en el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) 2009, con lo que se ubicó en el mismo nivel que México, según se desprende del informe de la organización Transparencia Internacional, que realiza ese estudio.El IPC se basa en 13 sondeos y encuestas elaboradas por 10 instituciones independientes. La calificación más alta es 10 y la más baja es 0. El IPC se aplica en forma de encuestas sobre la corrupción del sector público de 180 naciones. Se incluyen preguntas relacionadas con el abuso del poder para beneficio privado, sobornos a funcionarios, malversaciones del erario y la eficacia del sector público. Todas las fuentes de datos deben proporcionar una clasificación de los países y medir el alcance global de la corrupción. Esta condición excluye los estudios en que la corrupción se mezcle con otros problemas, como la inestabilidad política, la descen­tralización y el nacionalismo.Con un régimen monárquico parlamentario, Lesotho requiere de la ayuda extranjera para mitigar las hambrunas, ya que en promedio su población sobrevive con 2.65 dólares diarios. Y a pesar de que hasta 1966 consiguió independizarse del Reino Unido, de que no cuenta con una Ley de Transparencia y padeció un golpe militar en 1986, el pequeño país apareció en el IPC en 2005 y desde entonces ha mantenido su promedio de 3.3. México fue tomado en cuenta por Transparencia Internacional desde 2001, el primer año del IPC. Era el inicio del sexenio de Vicente Fox, el primer presidente surgido de la oposición y quien hizo del combate a la corrupción una de sus banderas de campaña. Sin embargo, desde entonces las calificaciones de México han ido cuesta abajo y el actual 3.3 es la peor en nueve años.Los gobiernos panistas de Fox y de Felipe Calderón no han conseguido nunca una calificación aprobatoria de 6 y tampoco han recuperado al menos el promedio de 3.7 que heredaron del régimen priista, cuya supremacía duró más de 70 años y se caracterizó por la corrupción.

Malos pescadores
Al dar a conocer los resultados del IPC correspondiente a 2009, el martes 17, Transparencia Internacional informó desde sus oficinas en Berlín, Alemania, que la corrupción sigue siendo un desafío mundial, ya que la mayoría de los países obtuvo una calificación inferior a cinco puntos, como México y Lesotho.Ese país, con un territorio de 30 mil 355 kilómetros cuadrados –extensión similar a la del estado de Guanajuato–, apareció sorpresivamente en el índice sobre la corrupción cuando encarceló a funcionarios y representantes de empresas trasnacionales por pactar sobornos que se calculan en 6 millones de dólares, a fin de impulsar un proyecto para proveer de agua potable a zonas desérticas.El Proyecto Hidráulico de la Región Montañosa de Lesotho (LHWP, por sus siglas en inglés) fue considerado por el Banco Mundial como una de las obras más ambiciosas, con un costo de 8 mil millones de dólares. Se trata de un sistema de grandes presas y túneles que llevarían agua a la árida provincia sudafricana de Gauteng y, al mismo tiempo, generarían electricidad para las zonas más desprotegidas.En 2002, cuando aún no era tomado en cuenta por Transparencia Internacional, el gobierno de Lesotho llamó la atención de la prensa europea cuando condenó al director general de LHWP, Efraim Sole, a 18 años de prisión. Además, les impuso multas de varios millones de dólares a empresas vinculadas al proyecto, como la canadiense Acres.El gobierno del país africano prosiguió sus investigaciones, aunque estaba de por medio la más grande obra de infraestructura en su historia, la cual elevaría la calidad de vida en sus comunidades. El juicio contra las empresas y los funcionarios duró dos años. La misma semana que Transparencia Internacional dio a conocer los resultados del IPC 2009 que ubican a Lesotho con 3.3 de calificación, el diario español El País publicó en su suplemento El País Semanal (edición 1729) una serie de reportajes titulado “20 historias, 20 países, 20 años de la Convención sobre los Derechos del Niño”. Ahí aparece la historia de “el reino de las abuelas”, como llaman a Lesotho, porque al morir los padres, comúnmente de sida, los niños quedan al cuidado de las ancianas.Desde 2002 México cuenta con una Ley Federal de Transparencia que ha sido emulada en Centroamérica y el Caribe. La reciente norma creada en Chile también guarda similitudes con el “sistema mexicano”, como se le conoce internacionalmente. No obstante, como reiteró públicamente el excomisionado del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), Juan Pablo Guerrero, “las leyes de transparencia no combaten por sí solas la corrupción ni van a acabar con la impunidad. Sostener lo contrario es una falacia”.Lesotho no cuenta con la Ley de Transparencia, pero esta circunstancia, que comparte con la gran mayoría de los países de su continente, no impidió que obtuvieran amplio respaldo del gobierno suizo para investigar una compleja red de cuentas bancarias que se utilizaron para sacar el dinero de los sobornos. También colaboró en este juicio Sudáfrica, en cuyo territorio está enclavado Leso­tho. Como buen vecino, ayudó con toda la documentación que tuvo a su alcance y creó una brigada de más de 100 funcionarios, llamada Los Escorpiones Azules, con el fin de perseguir delitos relacionados con la explotación de sus caudalosos ríos.Precisamente Sudáfrica es otro caso interesante por sus números en el IPC. Durante 46 años, de 1948 a 1995, padeció el aislamiento político, económico y deportivo como consecuencia del apartheid o segregación racial; pero recientemente fue distinguido como el primer país africano que organizará el campeonato mundial de futbol en 2010, y en el último IPC de Transparencia Internacional ocupó el lugar 55, con 4.7 puntos.Ese puntaje es reprobatorio y aun así parece una lejana meta para México. El año que estuvo más cerca fue en 2001, al principio del gobierno foxista, cuando llegó a 3.7, pero en realidad la medición correspondió al año 2000, el último del sexenio del priista Ernesto Zedillo.El 10 de diciembre de 2001 el presidente Vicente Fox anunció en Querétaro que pronto caerían “peces gordos” como consecuencia de la lucha contra la corrupción. Para ello nombró a Francisco Barrio como secretario de Contraloría y Desarrollo Administrativo. Pero nunca se movieron las redes tendidas por el gobierno federal. No hubo, ni de lejos, peces tan gordos como los que pescó el gobierno de Lesotho, entre ellos quien fue director del ambicioso proyecto LHWP.El caso más importante de corrupción que tuvo en sus manos el foxismo fue el desvío de recursos públicos de Petróleos Mexicanos para apoyar la campaña del candidato presidencial priista, Francisco Labastida Ochoa, en un enredo conocido como el Pemexgate. Tres de los presuntos implicados –los líderes del poderoso sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana, así como el otrora director de la paraestatal, Rogelio Montemayor– nunca pisaron la cárcel.El 13 de diciembre de 2001, el zar anticorrupción del foxismo reveló entonces que cuando Carlos Salomón Cámara era director de la Lotería Nacional, entregó a un grupo de vendedores 63 millones 331 mil 179 pesos en forma ilegal. Entre los beneficiados se encontraba uno de sus familiares. No obstante la espectacularidad del anuncio, el golpe no se concretó. La Procuraduría General de la República deslindó al exfuncionario de toda responsabilidad. El asunto ni siquiera llegó a los juzgados.Al siguiente año México bajó un punto en el IPC, al pasar de 3.7 a 3.6. Nunca se ha recuperado.

Transparencia saboteada
Lesotho no es el único país que compartió con México el lugar 89 en la lista de Transparencia Internacional de 2009. En ese escalafón aparecieron también Malawi, Moldavia y Ruanda.La estrepitosa caída de México en la medición de Transparencia Internacional fue la noticia principal en la gran mayoría de los diarios editados en la Ciudad de México el pasado miércoles 18. “Mientras haya tantos trámites habrá mucha oportunidad de corrupción”, dijo al respecto el secretario de la Función Pública, Salvador Vega. Pero Salomón Presburger, presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), comentó: “Los jóvenes están aprendiendo que al ser corruptos existe una paga”.Malawi, una excolonia británica, es uno de los países menos desarrollados y más densamente poblados del mundo. Su economía está basada en la agricultura. El gobierno depende completamente del apoyo internacional para satisfacer sus necesidades básicas, y la esperanza de vida de sus habitantes no supera los 45 años. Actualmente cuenta con 39 aeropuertos pero sólo seis de ellos tienen pistas pavimentadas.A pesar de sus difíciles circunstancias económicas, el gobierno de Malawi obtuvo este año su calificación más alta desde que se dio a conocer el IPC en 2001. Esta pequeña nación, colindante con Zambia y Mozambique, consiguió su independencia del Reino Unido el 6 de julio de 1964, hace 45 años. México está por llegar al bicentenario de la Independencia y al centenario de la Revolución.Los países que alcanzaron las mejores calificaciones en el IPC fueron Nueva Zelanda (9.4), Dinamarca (9.3), Singapur (9.2), Suecia (9.2) y Suiza (9.0). Tienen en común la estabilidad política, que han logrado normar los conflictos de intereses y que consolidaron las instituciones destinadas a combatir la corrupción.Hace alrededor de dos meses, el presidente Felipe Calderón propuso al Congreso de la Unión desaparecer tres secretarías de Estado para ahorrar recursos públicos. Una de las elegidas fue la de la Función Pública, encargada de vigilar a los funcionarios y de supervisar el uso del erario, así como de regular las licitaciones en obras de infraestructura.Aunque esta alternativa fue rechazada por el Congreso de la Unión, el mandatario propuso crear una Contraloría General de la República, cuyo titular sería designado por Calderón y despacharía en la residencia oficial de Los Pinos. Pero lo más novedoso, incluso en el ámbito internacional, fue el planteamiento de que la propia Presidencia de la República resolviera cualquier queja o inconformidad que surgiera sobre las licitaciones en materia de infraestructura.Esto contradice las recomendaciones de Transparencia Internacional, según la cual resulta indispensable contar con instituciones sólidas, autónomas y con suficientes recursos públicos para combatir la corrupción.Ruanda, otra de las naciones que apareció con la misma calificación de México, padece altísimas tasas de desnutrición crónica. Aún no se repone de sus sangrientas guerras internas, especialmente del genocidio desencadenado en 1994 y en el que murieron alrededor de 1 millón de personas.En esa época, al presidente Carlos Salinas de Gortari le estallaba en las manos el sueño de llevar a México al llamado primer mundo. Ruanda era un país en conflicto y el genocidio se difundió por la prensa con imágenes e historias atroces. Este año, Ruanda y México obtuvieron la misma calificación en el IPC 2009: 3.3 .Ruanda tiene como único sostén económico su agricultura. México es uno de los socios comerciales de mayor peso de Estados Unidos, la nación más poderosa del mundo. De hecho, en 2001, cuando Transparencia Internacional publicó por vez primera el IPC, Ruanda no apareció en él. No obstante, ese mismo año México, que ya estaba a las puertas de la alternancia política luego de más de 70 años de hegemonía priista, alcanzó su calificación más alta: 3.7.Hasta la fecha, el gobierno calderonista no ha informado sobre casos especiales de sobornos. Tampoco ha investigado los expedientes que datan del régimen priista y que permanecen guardados en el Archivo General de la Nación. En la Secretaría de la Función Pública despacha un amigo del presidente, Salvador Vega, quien no tenía experiencia en la persecución de delitos relacionados con el lavado de dinero, los sobornos o la malversación de recursos públicos. Su trabajo anterior fue legislativo.Moldavia, otra de la naciones que empató con México en el IPC 2009 es un país de Europa Oriental, sin salida al mar y que limita con Rumania y con Ucrania. Hasta 1991 perteneció a la Unión Soviética, aunque siempre fue una de las zonas más pobres en recursos naturales.En México, la otra instancia encargada de vigilar el uso y destino de los recursos públicos es la Auditoría Superior de la Federación (ASF), organismo vinculado a la Cámara de Diputados, que apenas alcanza a revisar entre 1.5 y 2.0% del erario debido al poco personal y a su bajo presupuesto. Según la clasificación internacional –marcada por los países que ocupan los primeros lugares en el IPC–, los rangos de revisión deberían oscilar entre 5 y 10%.

La impunidad como estrategia política

La corrupción en México crece sin freno de gobierno en gobierno, en binomio con la impunidad. Ambas, corrupción e impunidad, son causa y efecto en sí mismas y son utilizadas para gobernar de acuerdo a los intereses de grupo. A partir de un riguroso análisis jurídico, el abogado Julio Scherer Ibarra explora este fenómeno, que es ya una estrategia consustancial al quehacer público nacional, en el libro Impunidad. La quiebra de la ley. Y ofrece cuatro ejemplos emblemáticos de corrupción impune: el enriquecimiento inexplicable de Arturo Montiel; el conflicto de intereses de Juan Camilo Mouriño; las irregularidades dolosas en la investigación del caso Zhenli Ye Gon, y los actos ilícitos de César Nava a su paso por el jurídico de Pemex. De la obra, que empezará a circular en días próximos bajo el sello de Grijalbo, adelantamos aquí la Introducción y las Consideraciones finales.

JULIO SCHERER IBARRA,

IntroducciónSe dice de la estrategia que es el arte de dirigir. Se dirige un ejército, se dirige un partido; a los estrategas se les enco­mienda un proyecto para destrabar una situación crítica y a ellos se recurre para levantarse en una contienda cerrada. No fue coincidencia que los estrategas de este tiempo azul y los del tiempo tricolor diseñaran la misma política para asegurar a un grupo en el poder. El pensamiento de los estrategas de uno y otro bando ha sido claro y preciso: el poder se conserva gracias a la impunidad. El poder sin contrapeso hace doblemente fuertes a los fuertes. Hay que eliminar a la autoridad que busque con­senso. Lo que cuenta es el poder sin ambages, la arbitrarie­dad en toda su crudeza. El que tiene el poder manda. El que manda predomina. El que predomina impone sus normas a la sociedad. Así se plantea el principio, después viene la praxis. En los hechos, en la aguerrida lucha de todos los días, ¿cómo hacer de la impunidad un baluarte? Los estrategas saben de eso y discurren con acierto. Así, imaginan una fortaleza, un búnker. En su interior viven y batallan los hombres y mujeres fieles a una creencia, a un modo de hacer política. Seamos impunes, discurren, vivamos por encima de la ley. De esta manera, la impunidad termina en casta, grupo encerrado en sí mismo que gobierna conforme a sus designios. Los impunes, por naturaleza propia, terminan conduciéndose como si fueran inocentes, ajenos a toda perversión política. Como impunes que se piensan, para ellos la ley no existe. En estas condiciones, paradójicamente, la norma actúa contra los débiles, los no impunes, los que comparecen ante la ley y sus jueces, si así lo determinan los personajes del poder. En la inteligencia de los estrategas queda un punto por resolver: más allá de los avatares que la vida trae consigo, ¿cómo predominar a despecho de los años y las circunstancias de ese misterio que es el destino? Para todo tienen respuesta: importará que al búnker no penetre un solo extraño. Ahí está el secreto. Un caballo de Troya en la fortaleza de la impunidad haría impensable este proyecto y sus consecuencias, el poder efímero que, como tal, de poco sirve. Se trata no solamente de alargar el tiempo y hacer política en función de sus diarias contradicciones, sino de “mandar” con los ojos puestos en los sexenios posteriores. Un sexenio representaría apenas un suspiro; dos, ya sería una larga respiración; tres, la existencia con su vasto horizonte, el largo futuro que permite soñar. Para los de afuera, los no impunes, aquéllos para los que las leyes sí existen, quedan las expectativas y los persistentes enfrentamientos con los discursos del poder y las manifestaciones de la fuerza, siempre al acecho para evitar cualquier tropiezo que pudiera dar al traste con los sueños de grandeza. Todo lo que aquí decimos origina graves consecuencias para la sana convivencia, resumidas en una frase: el paulatino derrumbe del Estado de derecho. De la ley abatida nacen muchas desgracias y de la denegación de la justicia nacen los crímenes, el sufrimiento que trae consigo una sociedad descreída que se encoge y rebela, se rebela y encoge hasta que un día, en la fatiga ya cercana a la desesperación, o en la desesperación, grita: basta.Vicente Fox dio cuerpo y forma a la impunidad flagrante. Sólo el derroche al que le llevó la megabiblioteca daría materia para recordar ese ejemplo de la sinrazón, tributo a la vanidad que privó a la nación de proyectos culturales armados larga y amorosamente. Su relación con Marta Sahagún hizo de uno y de otra la pareja indigna, que figurará en la historia de la megalomanía. De este modo se declararon dueños del futuro de México. En seis años discurriría el primer sexenio azul para Fox, el hombre; luego vendrían otros seis para Marta, la mujer .Felipe Calderón pisa terrenos peligrosos y ya va por ahí, por la ruta de Fox, en pasos mal calculados que pudieran llevarlo a una caída de la que ya no sea posible reponerse. La complicidad con su antecesor se da sin ocultamientos y tiñe a la relación de un cinismo que agravia. La Contraloría de la Federación se encomendó en sus orígenes a Germán Martínez Cázares; hoy es claro que fue sólo una maniobra que culminaría con la exaltación de Martínez como presidente del Partido Acción Nacional (PAN).Los impunes se comportan como inocentes. Son la ley y la ley no castiga a los de arriba, a los grandes, a los conductores. En el búnker todo se arregla entre correligionarios. En el interior de la fortaleza sólo hay fieles a Dumas: uno para todos y todos para uno. La vida se da en la pareja, siempre dos, y la impunidad reclama su álter ego, única manera de construir el diálogo político, la palabra de dos que ya no pueden separarse. Ese otro yo es el receptor cómplice, perfecto. Así, la corrupción hermana y promueve la impunidad; al final ambas son causa y efecto en sí mismas. Se buscan, se necesitan y terminan por ser iguales. Un impune es un corrupto por su propia naturaleza, sucia la sangre que lo recorre.La guerra contra el narcotráfico es hoy ejemplo de la impunidad y la corrupción que se acompañan. El licenciado Felipe Calderón, al iniciar su sexenio, anunció una batalla contra ese cáncer como su meta más ambiciosa. Con buen ánimo, los discursos sobre el tema pudieron haber sido intachables en teoría, pero ciertamente no se reflejaron en la realidad. Se ha visto que la lucha crucial contra el narcotráfico no puede acontecer sin una guerra de proporciones parecidas contra la corrupción. Qué bien que el jefe del Ejecutivo porte las insignias de general en jefe de las Fuerzas Armadas, pero qué mal que las nobles insignias no las luzca a la hora de castigar a la cauda de funcionarios sin una hoja impecable en el ejercicio de sus cargos. Germán Martínez es ejemplo nítido: incumplió en la Secretaría de la Función Pública (SFP) y difícilmente pudo cumplir al frente del partido en el poder. La alianza entre los ejecutivos panistas Fox y Calderón es una prueba de la corrupción interna que priva en las filas azules. Vicente Fox y Marta Sahagún nos aturdieron con su megalomanía y estulticia. Desde tiempos de Echeverría no se tenía noticia de un mandatario al que públicamente se le llamara tonto e ignorante. Dijo Fox, en símil insuperable, que él se guiaba por las estrellas, que en ellas leía sus deberes para con la patria. El canto a la incultura lo acompañó siempre, día con día, hasta hacer de su sexenio un malhadado periodo de ocurrencias de mal gusto y frivolidades sin fin. No obstante, es preciso reconocerlo, en la mentalidad de Fox cabía cierta congruencia: es más fácil leer en las estrellas que enterarse de sus deberes en los textos de la Constitución. La lectura en las estrellas se da sin esfuerzo. Basta cerrar los ojos o abrirlos. La lectura de la ley exige esfuerzo, carácter, voluntad de saber.Casos mucho menores, pero irritantes hasta la desmesura, están representados por dos gobernadores insignes en su impudicia y atropello a la civilidad. Se trata de los mandatarios de Puebla y Oaxaca. El desprecio público los sigue, y la impunidad es su fortaleza. No cohabitan los panistas en el interior de esos regímenes priistas, pero no hay duda de que los gobernadores citados han establecido comunicación con el búnker azul. De otra manera no es posible explicarse la permanencia de ese par de sujetos en los cargos que ocupan para desgracia de sus estados.Frustra en grado sumo que los poderes Legislativo y Judicial no hayan hecho valer sus atribuciones para discutir y sancionar el comportamiento de Mario Marín y Ulises Ruiz. Otro tanto debería esperarse del Ejecutivo federal. En este último caso podría pensarse que el asunto no es de su competencia, pero eso llevaría a contradicciones, pues frente al escándalo de Zhenli Ye Gon el Ejecutivo sí actuó. Cuanto decimos acerca de la impunidad lo sabe de sobra el licenciado Felipe Calderón. Cabe recordar que en una conferencia de prensa, celebrada en Estados Unidos a finales de abril de 2008, declaró que la impunidad representa un hecho doloroso para la sociedad mexicana Asimismo, admitió que estamos lejos del principio en que descansa la justicia, que ha de ser pronta, expedita; no lenta y tortuosa, como la padecemos. En esta historia alrededor del panismo y de sus hombres sobresalientes el día de hoy, Vicente Fox y Felipe Calderón, no hay manera de pasar por alto las tribulaciones de la elección de 2006, plagada de irregularidades e ilícitos que se han abierto paso hasta dejar una constancia cierta en el ánimo público. Muchos la llaman “guerra sucia”, que se traduce, sin duda, como “elección sucia”. La impunidad y la corrupción, binomio funesto, maltra­tan al país en su mero corazón. Urge atender ese corazón como a ningún otro órgano del cuerpo social.

Consideraciones finales

El horizonte de la impunidad en México es, desafortunadamente, amplísimo. Esa pasmosa realidad, construida día a día, a lo largo de mucho tiempo, es vasta y parece no tener fin. Cuando nos propusimos hacer un trabajo cuyo tema fuera la impunidad, se pensó ir de lo general a lo particular; del análisis de lo que se entiende por impunidad en términos culturales, legales; del examen de la manera en que ésta se ha desarrollado y los efectos que produce en nuestra sociedad y en nuestra concepción del mundo, hasta la revisión de casos concretos que ejemplifican sus diversas formas. Conforme analizamos la información relacionada con los cuatro ejemplos expuestos, advertimos que lo particular superó a lo general. Los matices, las formas para encubrir las conductas ilegales son tantos y tan sofisticados, que cada caso específico deja de ser un mero ejemplo, un simple caso, para convertirse en un modelo de cómo eludir responsabilidades. La práctica supera a la teoría, y nos damos cuenta de que aún nos falta mucho por saber del tema. La ejecución de la “estrategia impunidad” está rebasando lo que la estructura del Estado puede soportar. Un caso de impunidad es una afrenta grave. Una estrategia de impunidad lo corroe todo. No castigar los ilícitos cometidos agravia en el presente, deja un daño en el pasado y permite el surgimiento de circunstancias para nuevos delitos en el futuro. Tolerar el mal comportamiento es consentir, previamente, el acto indebido. Con la “política” de impunidad que han adoptado los grupos que detentan el poder, están fomentando las condiciones ideales para los próximos ataques al Estado. El impune ha dejado de ser un simple caso aislado. Se ha convertido en un modelo, en un prototipo, en una manera de ser. ¿Cómo pretendemos que las cosas cambien y mejoren, si los que deben ser ejemplo de ese cambio y de esa mejoría no lo hacen? El panorama es sombrío. Muchas son las personas, muchos los grupos que protegen a los Arturo Montiel, a los Mouriño, a los César Nava. Muchos saldrán en su defensa. ¿Los argumentos para exculparlos? Insuficiencia de pruebas; defectos de procedimiento; tecnicismos legales; presunción de inocencia. Aplicación estricta del Estado de derecho, en todo lo que beneficie al infractor; estricto apego a la ley, interpretada como mejor convenga. Hablar de impunidad es una terquedad, porque ella habla de sí misma todos los días. Sin embargo su tono es tan constante que tristemente ya nos acostumbramos a ella. Denunciarla ante las autoridades competentes para investigar es algo tortuoso, laberíntico. De entre los pasajes surge, impetuoso, el Minotauro, el sistema que nos devora. La impunidad sólo desaparecería si se desvanecieran los grupos de poder, si se disolvieran los intereses particulares de quienes nos gobiernan. Frente al poder político y el dinero, la moral se derrumba, anacrónica e inútil.

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