jueves, diciembre 17, 2009

Detrás de la Noticia. Reforma tun tun




17 diciembre 2009
Si algo hay que reconocerle a Calderón es que maneja sus tiempos: estiró hasta donde pudo la propuesta de Agustín Carstens para dirigir el Banco de México a fin de acortar el plazo del pataleo; ahora llegó a la rayita del límite del periodo ordinario de sesiones en el Congreso para enviar una iniciativa de reforma política que —él mismo asegura— se inscribe en una “agenda de cambios para transformar a México”.

No estoy convencido de ello. Y sigo pensando que, dada la gravedad de los acontecimientos de 2006 a la fecha, el país requiere de una reconstrucción completa. Que la casa de la nación tiene todavía los cimientos sólidos de su historia y su cultura. Pero que la corrupción y la ineficiencia de estas décadas recientes han erosionado sus estructuras y que por ello está a punto de derrumbarse. No le sirven ya los arreglos cosméticos: una pintadita por aquí, una resanadita por allá le son inútiles.

Sigo creyendo también que esta gran casa común requiere de tres grandes esfuerzos: una gran reforma del Estado, que incluya reformas políticas y electorales; una gran revolución educativa que nos permita tener acceso al futuro; y una reconfiguración a fondo del modelo económico que disminuya la brutal desigualdad y el lastre insoportable de la pobreza. Tengo la convicción de que cualquier otra cosa es necesariamente parcial y un hecho aislado; como si le diéramos un retoque a la fachada mientras nos revientan las cañerías.

De cualquier modo, sería insensato no reconocer que hay propuestas estimulantes en la iniciativa calderonista: yo por lo pronto me quedo con todo lo que tiene que ver con darle a los ciudadanos de este país reivindicaciones que se han peleado por años, como la facultad de proponer iniciativas de ley y la inauguración de la figura de candidaturas independientes. En cambio no veo por ningún lado iniciativa alguna para recuperar lo que los partidos, sus legisladores y el propio Ejecutivo nos han quitado como el IFE, la CNDH, el IFAI y otros organismos que nacieron con una supuesta representatividad ciudadana y que se han convertido en botín de los poderosos.

Lo de las reelecciones de alcaldes, diputados y senadores hasta por 12 años, más parece un gigantesco guiño a un Congreso sobre el que el Presidente ya no tiene ni mayoría ni control. Como la iniciativa no habla de fechas habría que considerar la tentación de los actuales legisladores por seguir en sus cargos hasta que la muerte los separe.

Otro riesgo ya advertido es que se trate del primer paso para la reelección a otros niveles. ¿Y por qué no los gobernadores? ¿Y por qué no el Presidente?

Calderón aseguró en su discurso que su propuesta es “un punto de inflexión en el devenir político del país”. No creo que sea pa’ tanto. Más bien me recuerda el pasito de baile aquel de mis años tepiteños. De cualquier modo no estará por demás asumirla como una tarea para las vacaciones decembrinas.

No hay comentarios.: