viernes, diciembre 25, 2009

La doble moral de la inmoralidad


No deja de ser curioso cómo, la pandilla moralista de nuestra clase política se une al conservadurismo retrograda e inician los cánticos de su nueva guerra santa.Los conservadores vociferan sus ofensas por la aprobación de los matrimonios gay en la ciudad de México. La que, pese a tener a un ex funcionario salinista como Jefe de Gobierno, es, sin duda, un ejemplo de vanguardia jurídica y reconocimiento de los derechos humanos, frente al retroceso de las constituciones locales, que, gracias a la unidad de la ultra derecha conservadora y el pretendido “social demócrata Nuevo PRI”, han legislado en más de 16 estados de la república mexicana, convirtiendo por norma jurídica es decir, “legalizadamente”, que nunca de manera legitima, a la mujer en simple objeto de reproducción sin derechos.
Aunque sí con obligaciones. Y ni qué decir, de que la preferencia sexual sea penalizada cuando no coincide con los códigos canónicos. Lo que, además, vulnera el ya de suyo tan precario Estado laico con el que México, alguna vez, pretendió avanzar hacia la construcción de una democracia más igualitaria.Y mientras la jerarquía católica de la mano de la derecha mexicana inicia una campaña de odio contra la homosexualidad. Decenas de inmigrantes campesinos indígenas, oaxaqueños y guerrerenses, son sobre explotados en los campos agrícolas y tóxicos de Sinaloa. Campos donde niños de tres años son expuestos a los pesticidas y obligados sin pago a “cosechar” la verdura que más tarde la derecha venderá en los supermercados del imperial vecino del norte. Y no faltan ahí, en esos campos de muerte, los obispos que bendicen a los explotadores empresarios y que rezan por el éxito de sus negocios, mientras decenas de niños son privados de todos los derechos en nombre de la competitividad y el libre mercado. Explotadores empresarios, siempre alabados por los mismos que hoy se pretenden ofendidos por el reconocimiento de la ley (cuando menos en el D.F.) que permite a la mujer decidir sobre su propio cuerpo y por el derecho a la protección y al reconocimiento legal que todo ciudadano debe tener sin importar su preferencia sexual. Es evidente que la doble moral conservadora tiene trastocadas las prioridades morales que dice defender. “No al aborto”, gritan las mismas iglesias que guardan silencio ante la aberración social y jurídica que supone fumigar los campos agrícolas donde niños, incluso menores de tres años, son obligados a trabajar al tiempo que los pesticidas son arrojados sobre ellos. Qué fácil es “defender la vida” hipotéticamente. Y qué inmoral resulta que nadie entre de fondo en el hecho de lo que significa para cualquier nación que se otorgue, a quien sea, el permiso para que niños, nacidos, por ser indígenas, sean asesinados, ante el silencio cómplice de la jerarquía católica, del “Nuevo PRI”, de la izquierda institucionalizada y la derecha retrógrada y la telecracia basura. Qué diferente sería el país si los obispos, que hoy persiguen, retrógradamente, a las parejas homosexuales por pretender ser reconocidos ante la ley en su elección de vivir plenamente, defendieran la vida de las mujeres, digamos, en Ciudad Juárez y el Estado de México, con la misma demencia con la que satanizan el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo. Cifras de organismos internacionales suponen que 8 de cada 10 mexicanos viven en pobreza y 6, de esos 8, en miseria extrema. Pero el clero, que hoy se dice tan ofendido por el hecho de que una ley en el D.F., reconozca a todos los ciudadanos con los mismos derechos, poco o nada se atreve a decir sobre lo injusto e inmoral que resulta un sistema económico que enriquece a unos cuantos, algunos de ellos miembros destacados de la jerarquía católica, a costa de empobrecer, hasta la nausea, a millones.¿Cuál es el afán de defender lo que aún no es y guardar silencio cómplices ante el exterminio de lo que sí es? ¿Cuándo y dónde la “Iglesia” de Jesús extravío el rumbo para ponerse del lado de los comerciantes y no de su pueblo?

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