Toda la razón le asiste a Obama cuando afirma que otros merecen más los reconocimientos que él. Aunque tampoco es que tenga importancia el que le den uno de los que se otorgan a los ricos, por otros ricos. Siendo el dinero, como salta a la vista, lo único que a estas alturas a los otorgadores y a los receptores del Nobel les importa.
Si se les diera a personas dignas, luego de habérselo entregado a Kissinger, esas personas con principios, como es obvio, como regla, lo rechazarían. Miente, sin embargo, Obama al decir que su país es un país en medio de una guerra. No. Su país es el productor de todas las ocupaciones. Que no son ni siquiera guerras. Porque en las guerras, a veces, se enfrentan dos grupos en, más o menos, igualdad de condiciones. Afganistán e Irak son países invadidos por el país más canalla del planeta. Ocupados e invadidos para robarles los Estados Unidos de Norteamérica los bienes que pertenecen a los aborígenes de esos países.
Obama es el dirigente de un país invasor que se sueña imperio. Obama es presidente de un país cuyo gobierno ha arrogado el derecho de convertirse en policía del mundo. Convertirse en policía del mundo como la forma disfrazada de apoderarse de todos los bienes del mundo. Obama es la cabeza hoy, como antes lo fueron sus antecesores, igual de impresentables, de un país dominado por bastardos intereses económicos. Obama es la cabeza del país más odiado de la tierra. Obama es la cabeza del país más asesino. Y vaya que ya es decir. Porque tampoco es que Israel y Gran Bretaña no contribuyan a lo mismo. Obama nada tiene que ver con los negros admirables con los que, inaceptablemente, se compara. Ellos como el resto de los habitantes del mundo que por saberlo de piel negra nos hicimos ilusiones, por un tiempo breve, de que podía hacer algo distinto, morirían nuevamente, de vergüenza ahora, al saberse usados por ese impresentable promotor de la muerte para el mundo. Pero, Obama, vuelve a acertar al decir que la maldad existe en el mundo. Sí. Y el demonio que la encabeza se llama capitalismo y de esa maldad Obama es cabeza visible. El horror sufrido por el pueblo estadounidense, por los ataques producidos por la tirada de las Torres Gemelas, que se hizo su antecesor, es el mismo horror que sufren los otros pueblos de la tierra cada vez que la CIA, creada, entrenada como asesina, tolerada y enviada por impresentables como Obama, llega a los otros países, sin derecho alguno a violar todos los derechos humanos de las personas que son súbditos de otras naciones, que no de la gringa, a la que abominan. Sí, la maldad existe. Y otro malvado recibió ayer el Nobel en esta entrega. Lo que aprovechó ese también presidente asesino gringo, aunque su piel negra sea por fuera, tan blanco que es por dentro o al menos tan blanco que se sueña, para justificar la guerra y las invasiones y las ocupaciones y los planes asesinos Mérida, México, Colombia… Ya antes se lo habían entregado a otros igual de impresentables. Así que nada que decir de ese reconocimiento que ninguna persona digna tendría que haber vuelto a aceptar desde que se lo entregaron a Kissinger. Y con esto queda explicado el porqué me parece aberrante que se pretenda que a Fidel Castro se le entregue ese reconocimiento. Castro es mucho Fidel para necesitar tan vacuo reconocimiento.
viernes, diciembre 11, 2009
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