domingo, febrero 21, 2010

Funcionarios y policias en las narcorredes del Edomex


La mañana del 20 de agosto de 2008, Noé Sánchez Avendaño comenzó a recibir varias llamadas telefónicas en su celular por parte de sus socios Josué Alexis Aguilar Trujillo, El Kiko, así como de Silverio Romero Varela, El Chino. Los tres eran miembros de una banda dedicada al narcomenudeo afincada en 15 municipios del Estado de México y que opera con la presunta protección de la Secretaría de Gobierno, la Policía Estatal, la delegación de la PGR y Los Zetas.

Sánchez Avendaño trabajaba como técnico radiólogo en un hospital de Toluca, la capital mexiquense, pero el dinero fácil pronto lo deslumbró. Entonces decidió meterse al narco.

Sus conexiones llegaron muy alto, tanto que, antes de ser asesinado, administraba 15 tienditas, se ligó a Los Zetas y, de acuerdo con su declaración ministerial, rendida como testigo protegido de la PGR (expediente PGR/SIEDO/UEIDCS/280/08), el gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, permitió el posicionamiento del cártel de La Familia en toda la entidad y ordenó echar a Los Zetas del territorio mexiquense, lo que derivó en disputas y muertes, según refirió.

Aquella mañana, Sánchez Avendaño se acicalaba para salir a realizar sus actividades de costumbre. El teléfono sonaba y sonaba, hasta que por fin contestó. Del otro lado del auricular una voz era insistente:

–Queremos verte, Noé. Tenemos un dinero para ti y una información que darte.

–¿Qué información? –preguntó a sus amigos un tanto abismado.

–No te podemos decir por teléfono. Nos urge verte. Nos vemos a las siete de la noche en La Marquesa…

–Está bien. Ahí nos vemos.

Semanas antes de su muerte, Noé Sánchez había acudido a la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) para denunciar el secuestro de su hermano Mizraím Jonathan, de 28 años, quien supuestamente fue plagiado por miembros de la organización delictiva La Familia michoacana, quienes comenzaban a “limpiar” la plaza de Zetas y a coludirse con las autoridades mexiquenses para sentar sus reales en la entidad, lo que más tarde lograron.

Con base en la denuncia interpuesta por Noé Sánchez, la SIEDO integró la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/208/09, en la que el denunciante reconoció que tanto él como su hermano se dedicaban al narcomenudeo, por lo que la PGR determinó retenerlo. Luego se acogió al programa de testigos protegidos bajo el argumento de que “ya estaba harto de estar metido en ese negocio”.

Así fue como la PGR tuvo conocimiento de que el entonces delegado de la institución, José Manzur Ocaña –oficialmente declarado prófugo de la justicia –protegía una red dedicada a la venta de droga que operaba en 15 demarcaciones del estado de México con el apoyo de las policías estatal y federal.

A través de la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/280/08, la PGR también conoció los pormenores de los vínculos que comenzaban a tejer miembros de la organización delictiva La familia michoacana tanto con Manzur como con agentes estatales y miembros de la escolta del actual secretario de Gobierno, Humberto Benítez Treviño, cuyo entorno se ha visto envuelto en sospechas por las presuntas complicidades de su personal de confianza con el narcotráfico (Proceso 1664).

Las declaraciones del testigo protegido Noé Sánchez ante la SIEDO pronto comenzaron a cobrar forma en la realidad: el 11 de junio de 2008, por ejemplo, fue asesinado Braulio Hernández, quien se desempeñaba como escolta de Cuitláhuac Ortiz –exdirector de la Policía Ministerial y exescolta de Benítez Treviño –quien también fue ejecutado por su presunta relación con el tráfico de drogas.

Según las investigaciones de este caso, a Cuitláhuac Ortiz lo ejecutó el policía Manuel Magaña García, El Gris, quien dependía del comandante Javier García Carrasco, éste señalado como uno de los múltiples filtros de información al servicio de La Familia.

Junto al cadáver de Braulio Hernández apareció un mensaje de La familia en el que se atribuían la ejecución de Hernández y lanzaban una amenaza al gobierno de Peña Nieto que rezaba: Con la familia no se juega, vayan preparando el traje con el que se van a morir”.

En la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/280/08, integrada a raíz del plagio de Mizraím Jonathan, hermano de Noé, se conoció el rompecabezas del narcotráfico que actualmente opera en el Estado de México.

Noé Sánchez Avendaño dijo, por ejemplo, que él se dedicaba al cobro del dinero que se obtenía por la venta de droga y que lo entregaba a un agente federal de nombre Arturo Clímaco, presunto enlace entre Manzur Ocaña y esta red de narcotráfico.

Expuso, además, que cuando él trabajaba (para el narco) recibía protección de policías estatales y federales; de la delegación de la PGR y de Los Zetas, quienes hasta 2008 dominaban el estado.

Actualmente, la tarea que realizaba Noé Sánchez la efectúa su exsocio y presunto homicida, Josué Alexis Aguilar Trujillo, El kiko, quien opera para el cártel de La Familia. Este personaje fue uno de los que citó a Sánchez en La Marquesa aquel 20 de agosto de 2008.

La SIEDO también tiene informes –cuyas copias pudo obtener Proceso –de los principales vendedores de droga que operan en la ciudad de Toluca con protección oficial, así como de los expendios donde se comercia con psicotrópicos: cocaína, crack, cristal, heroína y mariguana.

Dichos informes señalan, por ejemplo, que uno de los “puchadores” (vendedores de coca) se llama Eric Tapia Aldana y se le conoce en el mundo del hampa como El Kualis. Según su ficha, tiene su domicilio en Islas del Padre 715, esquina con Lago Caimanero.

Otro es Leonardo Muciño Camacho, Marioni, quien opera junto con otro sujeto que en el informe es referido como El Cone. Según el reporte que recibió la SIEDO, estos presuntos narcotraficantes tienen antecedentes por homicidio y están libres, pues a menudo se les ve a bordo de un carro Tsuru con placas GZM 3524 del estado de Guerrero.

También utilizan un Mustang negro (americano) y un Sable gris con placas LZH 6059 y LXU 9318, respectivamente, del estado de México. Todos ellos trabajan, de acuerdo con el reporte recibido en SIEDO, para El Kiko, quien “es el proveedor de droga de todas las narcotienditas” y tiene como socios a dos de sus hermanos, quienes en el documento son mencionados como El Chagui y Jovany, sus alias.

Sobre las llamadas narcotienditas, una de ellas opera tanto de día como de noche en el barrio de la Veracruz, el cual se ubica en la vialidad Adolfo López Mateos 405; otra está en la carretera Toluca-Tenango, “en la esquina con la desviación a Colimada. Otra funciona en la vialidad Alfredo del Mazo sin número, a un lado del bar “JS”, en Toluca.

Para Noé Sánchez Flores, padre del testigo Noé, fue sorprendente la prosperidad de su hijo. “Vestía muy bien y siempre traía carros diferentes, pero nunca me imaginé que estuviera relacionado con el narcotráfico”, dijo.

–¿A qué se dedicaban sus hijos Noé y Miz­raím? –se le pregunta en entrevista con este semanario.

–El mayor, Noé, era técnico radiólogo del hospital San Juan, en Toluca, y el otro se dedicaba al comercio, vendía ropa en tianguis.

Añade: “A mi esposa y a mí siempre nos llamó la atención su rápida prosperidad, pero nos decía que trabajaba para un licenciado cuyo nombre no conocimos sino hasta tiempo después.

–¿Quién era el licenciado? –se le inquiere.

–Era José Manzur, el delegado de la PGR en el Estado de México.

Tiempo después, el cártel de La Familia entró en pugna con Los Zetas –primeros en afincarse en la plaza –hasta que aparentemente fueron desplazados.

En su calidad de testigo protegido, el propio Noé Sánchez Avendaño reconoció dedicarse al tráfico de drogas y a la administración de varias tienditas localizadas, según dijo en su declaración, en los municipios de Toluca, San Mateo Atenco, Metepec, Lerma, San Mateo Oxtotitlán, Tuhuitlán, Amecameca, Cuautitlán, Ixcali, entre otras demarcaciones.

También declaró ante la SIEDO que las propias autoridades estatales permitieron la entrada de La Familia michoacana a la entidad, quienes se enconaron con Los Zetas y finalmente terminaron dominando la plaza a base de violencia, secuestros y muertes.

Precisamente a esas pugnas el propio Noé Sánchez atribuyó el secuestro de su hermano Mizraím Jonathan Sánchez, quien fue “levantado” por agentes estatales al servicio del cártel de La Familia el 25 de junio de 2008, cuando comía en una tortería.

Después del secuestro de Mizraím fueron detenidos varios agentes federales y estatales implicados en el plagio. Uno de ellos, Gabriel García Carrasco, El Chícharo, declaró ante la SIEDO que tanto él como otros policías secuestraron al hermano de Noé Sánchez y “lo entregamos vivo a La Familia michoacana”.

En una carta fechada el 8 de septiembre de 2008, que fue enviada a la SIEDO, Rubén Sánchez Flores y María de la Luz Avendaño –padres de Noé y de Jonathan Sánchez –afirman que se enteraron del secuestro de su hijo Jonathan el 25 de junio de 2008, y responsabilizan del plagio a los miembros del cártel de La Familia y a la policía del Estado de México, pues aseguran que está coludida con el narcotráfico.

Y añaden: No omitimos señalar que desde esa fecha comenzaron a amenazarnos vía telefónica y a exigirnos diferentes cantidades de dinero para la devolución de mi hijo Mizraím, hasta un millón de dólares, por lo que negociamos el pago de seiscientos mil pesos a los señores Pedro Guevara y Felipe “N”, quienes al parecer son elementos activos de la Agencia Federal de Investigación o de la Policía Ministerial (del Estado de México).

El pago, dice la misiva, se hizo a las personas referidas a través de Noé Sánchez, sin embargo, no fue devuelto nuestro hijo Mizraím y tanto a nosotros como a mi hijo (Noé) nos decían que ya lo habían matado, confundiéndonos y haciéndonos vivir con miedo y temor, pues nos repetían que seguíamos nosotros si no pagábamos otros cuatrocientos veinte mil pesos…Y nos hablaban de nuestras nueras y nuestros nietos, contando con mucha información sobre nosotros, por lo que decidimos llevar a cabo otra negociación para que liberaran a nuestro hijo.

De esa nueva negociación dan cuenta más de 30 grabaciones entre los padres de Mizraím, el hijo mayor –Noé –y los plagiarios, entre quienes aparece la voz de un personaje llamado René Calderón López, Enero, miembro de La Familia, a quien las autoridades del Estado de México supuestamente detuvieron el 2 de febrero último, pero los padres de Noé Sánchez afirman que “la persona que fue presentada como Enero no es la que secuestró a su hijo Jonathan”.

Después de concluir las negociaciones, los padres de Jonathan dicen en su carta que acordaron con los secuestradores realizar un pago de 420 mil pesos adicionales, los cuales fueron llevados por Noé en un sobre. Como ya habían hablado con la policía, al momento de la entrega fueron detenidos varios miembros de la banda, por lo que se agudizó aún más el suplicio que vivía la familia.

Narran en su carta: Por tales razones nos vimos obligados a salirnos y a abandonar nuestras pertenencias y nuestros inmuebles que tenemos en la ciudad de Toluca, llegando a hoteles y finalizando en una casa amueblada conseguida en renta para poder vivir y economizar gastos, ubicada en Cuernavaca, Morelos, lo cual fue mermando nuestros pocos ingresos, pues desde entonces nos hemos ocupado de los dependientes de mis hijos en virtud de que toda la familia ha sido amenazada de muerte.

Cita con la muerte

La tarde cayó aquel 28 de agosto de 2008. Noé Sánchez Avendaño se preparaba para su cita con sus socios Josué Alexis Aguilar Trujillo, El Kiko, y Silverio Romero Varela. Antes de la cita, Sánchez Avendaño acudió a la SIEDO para que autorizaran a César Noé Nava y Luis Enrique Ramírez –dos agentes de la AFI que eran sus escoltas –el traslado hacia La Marquesa, lo que ocurrió cerca del mediodía.

Al llegar al restaurante, Noé Sánchez fue recibido a balazos. Tanto él como sus dos escoltas fueron masacrados presuntamente por Aguilar Trujillo y Romero Varela, pues de acuerdo con sus familiares “las autoridades del Estado de México no le perdonaron que haya delatado toda la red de narcotráfico que protege el gobernador Peña Nieto”.

Para investigar estos hechos, la SIEDO integró la averiguación PGR/SIEDO/UEIDCS/280/08. A poco más de un año de estos hechos, los crímenes tanto de los afis como del testigo protegido Noé Sánchez siguen impunes, lo mismo que la red de narcomenudeo que, según denunció Sánchez, es protegida por el gobierno estatal.

Antes de ser asesinado, y en su calidad de testigo protegido, Noé Sánchez escribió una carta que pretendía enviar a la empresa Televisa. El texto, cuya copia está en poder de Proceso, dice:

Noticieros Televisa: Siendo originarios del Estado de México nos dirigimos respetuosamente a ustedes para denunciar la problemática del narcotráfico en la entidad antes mencionada…Somos un grupo de personas las cuales nuestros hijos han caído en las promesas (de) gente dentro del gabinete del señor gobernador Enrique Peña Nieto (que) tienen nexos con el narcomenudeo y además reclutan (a) jóvenes que por la ansiedad de ganar dinero fácil caen en esa red que ellos controlan y dirigen…

…Quienes no se someten o aceptan pagar renta o protección policiaca, llámese ministerial, municipal o federal (AFI, PFP, PGR) ahora han coludido sus actividades delictivas uniéndose a otra organización criminal llamada La Familia michoacana, quienes se encargan de torturar, secuestrar, matar y amenazar a los demás jóvenes reclutados que desobedecen a este grupo delictivo.

Hacemos mención de algunos nombres de ellos: José Manzur Ocaña (exdelegado de la PGR en el Estado de México), Humberto Benítez Treviño, Pedro Guevara, Faustino Piña, comandante Huerta, comandante Ingaes… Todos ellos son algunos de los que controlan y brindan protección a los narcomenudistas y distribuidores en las localidades de Metepec, Zinancatepec, San Mateo Atenco, Calimaya, Lerma, Ixtapan de la Sal y Tenango.

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