domingo, marzo 28, 2010
El Ejército, sin control y sin ley
MONTERREY, NL.- El rector del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), Rafael Rangel Sostmann, considera que el Ejército está en las calles sin control y sin ley, con soldados mal educados y sin criterio y que difícilmente pueden enfrentar al narcotráfico sin afectar a la población civil.
Dicha evaluación, complementada con la advertencia de que la sociedad tiene que participar en la solución de los problemas de la seguridad y la justicia, se produce a raíz del homicidio de dos estudiantes el 19 de marzo.
Ese día, alrededor de la una de la madrugada, un convoy del Ejército se enfrentó a tiros con un grupo de hombres armados en las inmediaciones del campus matriz del ITESM, ubicado en el centro de esta ciudad.
Durante varias horas, los nutridos disparos de grueso calibre y la detonación de granadas sembraron el terror en el campus del ITESM, donde aún había alumnos y maestros trabajando, así como numerosos internos que descansaban.
El sector, rodeado de edificios habitados principalmente por estudiantes, se mantuvo sometido a una fuerte tensión, con alumnos que se refugiaban en la biblioteca, en las aulas y hasta en túneles que interconectan el campus del instituto.
El parte informativo rendido por la mañana señaló que, además de asegurar armas y una camioneta blindada, en el lugar murieron dos personas abatidas por las balas.
No fue sino hasta el sábado al mediodía cuando se supo que los muertos eran Jorge Antonio Mercado Alonso y Francisco Javier Arredondo Verdugo, dos estudiantes de posgrado, de alto rendimiento académico, quienes, egresados del Instituto Tecnológico de Saltillo, se hallaban becados en el ITESM.
El rector Rangel Sostmann se convirtió entonces en la principal fuente de información y, a lo largo de la semana, dio pormenores de lo ocurrido “en defensa de los alumnos”, ya que algunas versiones periodísticas, con fuentes policiacas y militares sin identificar, los habían calificado de “sicarios”.
“Yo no soy rector-ministerio público, pero parece que lo soy. Me ha tocado dar a conocer información que deberían proporcionar las autoridades”, dice el rector en entrevista con Proceso, conmovido por los sucesos.
“Parece guerra”
Además de que se pretendió hacer pasar a los dos estudiantes como sicarios, un reporte militar al que tuvo acceso el rector Rangel Sostmann establecía que ambos estaban armados, y, por si fuera poco, la madre de Jorge Antonio, Rosa Elvia Alonso, cree que a éste lo torturaron.
El sábado 20 de marzo, la señora Alonso fue a identificar el cuerpo de Jorge Antonio, pero no de manera directa, sino mediante fotografías mostradas en computadora. Afirma que no fue fácil reconocerlo por la gravedad de las heridas que tenía en el rostro, que ni el maquillaje funerario disfrazaba.
Y es que, dice la señora Alonso, el rostro del único hijo que tenía quedó desfigurado “como si lo hubieran arrastrado”. Coincidentemente, en la zona donde se produjo el tiroteo la banqueta quedó con un rastro de sangre que se extendió a lo largo de varios metros.
Para el rector Rangel Sostmann, los abusos, la inseguridad y la falta de control se extiende a todo el país.
“Yo, Rafael Rangel, sostengo que, por pura ley de probabilidades, debe haber muchas víctimas en el país que están sufriendo lo mismo que nuestros estudiantes. Los defendimos, pero el problema es que hay muchos a quienes no los defienden y sus crímenes quedan impunes, con un carpetazo, sin la menor investigación.
“No hay ley. Con los soldados, estamos a lo que dice el presidente, y los soldados toman decisiones a su criterio. Eso está mal. Así que no tengo a quién reclamar, a quién exigir nada, a quién demandar ni a quién protestarle, porque, para empezar, no hay marcos legales.”
Las injusticias, continúa, se están cometiendo diariamente en todo el país, donde los crímenes son olvidados y los muertos borrados o calificados de sicarios cuando no lo son.
“Hay que acotar al Ejército, porque no es una policía urbana, no puede andar de ministerial revolviendo casos. Luego hay que fortalecer a las policías, y eso le toca al señor gobernador, que no se haga tonto”, sentencia.
Al respecto, manifiesta que los gobernadores buscan salir en la foto antes que resolver problemas; los legisladores debaten en función de su interés personal y de partido, pero no del interés público. Y el gobierno federal opta por dar cuanto antes carpetazo a los crímenes.
Respecto a la política de Felipe Calderón en materia de seguridad, puntualiza: “Es una política difícil, y viene de Estados Unidos. Además, ellos (los estadunidenses) también mandan las armas y el dinero; nosotros ponemos los muertos y la droga. Está llegando dinero por toneladas, armas de alto poder, y esa es una responsabilidad muy seria de Estados Unidos.
“Así que, por más leyes y acciones que emprendamos, esto va a seguir y va a crecer. El problema empieza con la política estadunidense. Eso es toral. El Ejecutivo tiene que exigir un freno, porque aquí, en las calles, hay granadas, armas enormes… Pareciera que estamos en una guerra, y todo eso viene de allá. La solución debe ser bilateral.”
Luego, expresa su decepción de la política mexicana:
“Mientras las armas circulan y afectan a la población, ellos (los políticos) andan en la televisión. No se pueden sentar ni tres días para encontrar soluciones a cuestiones concretas o acordar una pendejada. Y se andan echando culpas…”
Riesgo de grupos paramilitares
Avergonzado aún por haber creído “tontamente” en los informes que el Ejército proporcionó a la Procuraduría de Justicia de Nuevo León, donde se afirmaba que no había estudiantes afectados, el rector subraya que el Ejército “se está pasando en sus funciones” y debe ser acotado ya porque puede darse un retroceso democrático.
“Hay quienes inclusive sugieren la integración de grupos paramilitares. Eso es una estupidez, vamos a acabar con toda la sociedad, porque cada quien va a hacerse justicia en virtud de que el Estado no la garantiza. Así se va a acabar con el país.
“Nos saldríamos del estado de derecho, mal aplicado, mal hecho y todo, pero es algo, y ahora parece que nos dirigimos a salirnos completamente. Mientras tanto, el crimen organizado se está riendo de nosotros.”
A pregunta expresa, rechaza que el medio empresarial, tan vinculado al ITESM, esté proponiendo la paramilitarización, pero sostiene que es una tendencia muy extendida en la sociedad debido al miedo y a la injusticia que imperan.
Las muertes de Mercado Alonso y Arredondo Verdugo, dice, son la expresión más reciente de la incertidumbre que prevalece en el país.
“Hay incertidumbre total. Hay secuestros, extorsiones, de todo. Esto es generalizado. En algunos lugares más que en otros (…), pero creo que es un sentir de inseguridad total en los campus del Tec y en la sociedad.”
Agrega que la violencia de los cuerpos de seguridad está provocando mayor violencia por parte de la población.
“(El Ejército y las autoridades) están haciendo cosas ilegales; entran al combate al narcotráfico pero haciendo cosas ilegales. Lo ilegal del Estado valida que los ciudadanos actúen en la ilegalidad.
“¿Cómo explicar el caso de los estudiantes a los que les quitaron la identidad, los quisieron esconder, los llamaron sicarios, les endilgaron portación de armas, y ahora nadie es responsable?”, pregunta.
“Propuestas, no protestas”
El 22 de marzo, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, se reunió con el rector del ITESM. Un día después, el martes 23, durante un homenaje póstumo a los estudiantes, realizado en el campus universitario, la esposa de Felipe Calderón, Margarita Zavala, acudió a dar el pésame a los familiares de los alumnos acribillados.
El acto se realizó en la explanada de Las Carreras, donde se ubica la estatua de Eugenio Garza Sada, fundador del ITESM y patriarca empresarial abatido a tiros durante un intento de secuestro el 17 de septiembre de 1973.
Rangel Sostmann se refirió en su discurso a la muerte de Garza Sada, pero a diferencia de los reclamos que en aquel tiempo hizo la élite empresarial y académica al presidente Luis Echeverría Álvarez, esta vez el rector dijo que no era tiempo de protestar ni de echar culpas.
–¿No va a protestar? –se le pregunta durante la entrevista.
–Salir a las calles y desquiciar el tráfico no ayuda a nadie, hay que proponer –dice.
–¿Y la justicia?
–No hay objetivo en una marcha, pues después de hacerla todo mundo vuelve a su casa, se quita el listón negro, y todo queda igual.
–¿Cambió su posición luego de ver a Gómez Mont y a Margarita Zavala?
–¡Qué va a cambiar! Lo que pasa es que de nada sirve andar echando culpas sin que se resuelvan los problemas.
–En esencia, se paga a los gobernantes para eso…
–Sí, esa es la lógica, pero no funciona, y no me malentienda. No nos vamos a quedar en que el gobierno no resolvió esto y nos llevó el tren.
“Ellos tienen que tomar decisiones. Yo pienso que a lo mejor no están conscientes de lo que está pasando, no lo quieren aceptar, o no sé, pero lo que sí tengo claro es que nos toca a nosotros proponer.”
Desde el lunes 22 de marzo, Rangel Sostmann empezó a pedir propuestas, hasta que, el miércoles 24, a través de un enlace vía satélite con todos los campus del ITESM, formalizó una convocatoria para integrar una agenda por la seguridad, coordinada por la Escuela de Graduados en Administración Pública del instituto. Esto, porque, insistió, el caso de los estudiantes acribillados no va a quedar en el olvido ni en una marcha.
Pese a los llamados del rector del Tec a no protestar públicamente en las calles de la capital regia, personal de la EGAP participó en una manifestación ciudadana organizada el día 24 en la explanada de los Héroes, frente al Palacio de Gobierno estatal.
Por medio de un comunicado, la mayoría de los investigadores de dicho plantel exigieron el esclarecimiento de las muertes de los dos estudiantes y llamaron a las autoridades a revisar su estrategia de combate a la delincuencia, a reivindicar la dignidad de quienes, siendo inocentes, son identificados como “delincuentes”, así como a sancionar a todo aquel que atente contra las garantías constitucionales.
“La muerte de don Eugenio (Garza Sada) levantó conciencias. Yo espero que estas muertes levanten conciencias y que como sociedad veamos cómo nos vamos a unir. Suena muy retórico, muy idealista, pero si esta es una guerra, no puede andar cada quien por su lado. A lo mejor no es toda la solución, pero será algo”, expresa.
En casi todas sus intervenciones públicas, el rector se refiere a la falta de oportunidades para los jóvenes, lo cual ha derivado en el surgimiento de la que llama “generación ni-ni” (ni estudia-ni trabaja).
Y en la entrevista señala: “Veo con tristeza que el problema de la educación en México está llevando a un cambio alarmante en los paradigmas, especialmente cuando no hay acceso al sistema educativo. Lo veo y escucho en rancherías, comunidades y ciudades importantes. La falta de oportunidades puede acabar con el país”.
Ante una “guerra” que está afectando indiscutiblemente a jóvenes y niños, lamenta que los mexicanos esperemos a “que los soldados tomen decisiones… ¡Por favor! Tenemos un problema con la educación de esas personas. Andan en la parte urbana, no entienden a la sociedad, pero andan con armas de alto poder.
“Con los policías es lo mismo. No tienen vivienda, no tienen futuro estable. La tentación (de corromperse) va a continuar. Así está todo.”
Por eso hace un llamado a la unidad en aras de construir una agenda por la seguridad, antes que tomar las calles.
“Sí exigimos el esclarecimiento de las muertes, pero no nos vamos a quedar en una marcha. El verdadero enemigo es el narco, no las instituciones. En lugar de fortalecerlas, las estaríamos debilitando. El crimen quiere eso, para acabar de tomar el control. Es momento de dejar el discurso, dejar el rollo, sentarnos a ver cómo vamos a defender esta guerra.
“Eso sí –concluye–, tenemos que estar unidos porque si no, nos va a llevar el tren.” l
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