15 abril 2010
“La muerte de civiles en ésta guerra (de Irak) se debe a que todos son nuestros enemigos”,
John Dimitri Negroponte.
I
En el Senado de la República, el otro día (12/IV/2010), el general Guillermo Galván, secretario del despacho de la Defensa Nacional del Presidente de Facto Felipe Calderón, dijo lo siguiente:
“A pesar de la muertes de civiles en los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas y el crimen organizado se mantendrá la estrategia; son daños colaterales que son muy lamentables”.
Esos daños colaterales son niños, jóvenes estudiantes y adultos e incluso ancianos y mujeres cuyas muertes pudieron evitarse mediante el mero hecho de aplicar la Constitución que prohíbe esas actuaciones ilegales de las Fuerzas Armadas.
En otro tiempo y en otro lugar, el general Galván y su superior inmediato, don Felipe, ya habrían sido juzgados e incluso penados por sus crímenes de guerra: casi 20 mil muertos y otros tantos heridos y no pocos torturados y desaparecidos.
Violan, pues, soldados y marinos la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, sin que ninguna autoridad legislativa o judicial –ni mucho menos un ciudadano de a pie que vive en indefensión— mueva un dedo para castigarlas.
Los legisladores que convocaron al señor Galván –los dirigentes de las bancadas de los ocho partidos políticos representados en el Senado de la República-- expresaron preocupación por las muertes de civiles. Pero no más.
II
¿Complicidad por omisión? Sin duda. Pero también adviértese un componente de comisión. La omisión, pues, antójase intencionada y, ergo, alevosa y hasta ventajosa: la narcoguerra ya no es guerra calderonista, sino del Estado.
Las afirmaciones del general Galván nos confirman, ominosamente, que causar daños colaterales ha trascendido de su condición de sucedidos fortuitos a la de acciones de Estado. En derecho internacional, esos son crímenes de Estado.
En esa misma vena, el exterminio de grupos sociales, por muy “colateral” que fuere, es genocidio. ¿Tendrá conciencia el general Galván que está incurriendo en un delito de lesa humanidad? Probablemente no.
Pero tampoco parecen tener esa conciencia ni los legisladores ni el señor Calderón --cuya inconsciencia se nutre de otros estímulos- que escucharon al general Galván. Tanto peca el que roba la vaca como el que le jala la pata.
Sábese que el encuentro del general con los senadores tuvo por propósito el de escuchar el sentir de aquél acerca de otorgarles mayores potestades a las Fuerzas Armadas, incluyendo las que devendrían de un “Estado de Excepción”.
Don Guillermo, así como el almirante secretario del despacho de Marina, Mariano Francisco Saynez, y el mismísimo titular de Gobernación, Fernando Gómez Mont, cabildean ante los legisladores para hacer posible aquél objetivo.
III
El general Galván es un soldado producto de una cultura que, obviamente, privilegia la doctrina de la cancelación física de quienes son percibidos como obstáculos o enemigos, fuere cual fuere su estatus civil o de combatiente armado.
Dadas tales premisas, las consideraciones jurídicas, políticas y morales de sus acciones no son elementos prioritarios en su estrategia como militar. Se trata de realizar expeditamente la misión ordenada por el comandeante supremo.
Ésta realidad es para los civiles una respuesta a la conturbadora interrogante: ¿somos los ciudadanos civiles los enemigos de las Fuerzas Armadas y, por inferencia válida, de su comandante supremo, el señor Calderón?
A la luz de los hechos y las declaraciones del general Galván la respuesta es afirmativa. Son los civiles damnificados –muertos y heridos— únicamente daños colaterales. Sólo falta que el señor Galván acuse a los civiles de suicidas.
Más responsable de ello no es únicamente éste mílite –a quien no pocos en el limbo fascistoide del panismo consideran que debe ser el candidato del PAN a la Presidencia en 2012--, sino también el poder político panista del Estado.
El Poder Legislativo, con sus cámaras colegiadas, puede legislar y resolver detener y finalizar la guerra y si el titular del Ejecutivo no obedece, fincarle incluso responsabilidad penal. Empero, éstos cómplices también mandan…
ffponte@gmail.com
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