Año 8, número 3335
Viernes 30, abril del año 2010
Tres años nueve meses después de un sonado atropello del Estado, que como bien dijo Max Stirner “Lama Ley a su propia violencia y crimen a la del individuo”.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación puso fin a una injusticia.
El que dos mujeres autóctonas hayan sido sentenciadas a más de 20 años de prisión por haber secuestrado a media docena de agentes policíacos de la AFI (cuando fue el Estado el que las tuvo prácticamente secuestradas)
Era tan increíble para la sociedad, como lo es ahora la versión que quieren hacernos creer de que Paulette murió de manera accidental al caer sola en el hueco de 15 centímetros que había entre el colchón y la esquina de la cama y que al quedar atrapada entre cobijas se asfixió en el lugar donde la encontraron 9 días después.
LO que indica que en la política todos son iguales. No hay ni para donde voltear.
Pero Teresa y Alberta fin fueron liberadas de su injusta prisión al declararlas inocentes de los cargos de los que se les acusaban, entre ellos el de la posesión de cocaína.
Quedando claro que la droga le fue “sembrada” por los propios agentes de la Ley (mismos con los que el Gobierno pide que colaboremos) y que el juez que las sentenció desconoce lo que es la ética y por supuesto lo que son las Leyes.
Pero a pesar de las lógicas evidencias, nadie le dirá nada, ni al juez ni a los policías, y ni siquiera se les ofrecerá una disculpa a quienes fueron tan injustamente tratadas.
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