Luis Javier Garrido
El gobierno de Felipe Calderón, desaprobado no se diga por el pueblo, sino por los que creía sus protectores, el gobierno de Obama y el sector empresarial mexicano, que lo critican de manera cada vez más abierta, busca ahora cobijo –y consejo– en la ultraderecha y las trasnacionales de España y Europa.
1. La Casa Blanca ha ido tomando, ahora con rapidez, distancias del gobierno de Felipe Calderón en los últimos días, y tras el anuncio que hizo el presidente estadunidense Barack Obama de su Estrategia Nacional de Control de Drogas el martes 11, la escalada de declaraciones adversas al gobierno calderonista no se hizo esperar, iniciándola el embajador Carlos Pascual, quien ese mismo día, y a sólo una semana del viaje del panista a Washington, declaró nada menos que la inseguridad en México preocupa a los inversionistas.
2. La derecha mexicana reaccionó a su vez muy pronto ante el anuncio del cambio de estrategia de Estados Unidos, aun antes que el gobierno calderonista, y así, por ejemplo, la empresa Televisa organizó un debate el mismo miércoles 12 por la noche para discutir lo que estaba pasando y en especial para plantear ladinamente la cuestión de si lo que estaba lesionando a la economía nacional y dañando la imagen de México eran las políticas oficiales de lucha contra el narcotráfico o la imagen que los medios estaban dando de la situación.
3. Los funcionarios de la administración de Obama, como se halla documentado, no se han cansado de desaprobar una y otra vez la forma en la que el gobierno panista ha instrumentado las políticas dictadas por Washington para la supuesta guerra contra el narco, pero las últimas declaraciones de Hillary Clinton (secretaria de Estado) no dejan lugar a dudas. Clinton expresó el miércoles 12 de manera contundente a un grupo de emisarios de Calderón, asistentes a la reunión del Consejo de las Américas, que México carece de una estrategia efectiva en la lucha antinarcóticos, y tras señalar que la brutalidad y barbarie de los traficantes de drogas se halla más allá de lo imaginable, les hizo ver lo que otros funcionarios de la administración de Obama han tratado de expresar de diversas maneras a funcionarios mexicanos: que hay en ellos una clara ineptitud para enfrentar el problema.
4. La violencia ciega desatada por Calderón en el país al utilizar inconstitucionalmente como policías a las fuerzas armadas, y que ha generado un altísimo costo de vidas amén de haber permitido un mayor control de Washington sobre México, está dejando, en fin, insatisfecho a Estados Unidos y no le ha servido a él, como pretendía, para ninguno de sus fines políticos, personales y facciosos, al creer que con ella podría legitimarse y tener el aval de Washington para mantener un clima de terror en el país a fin de poder imponerle como su sucesor a otro panista. La redefinición de las políticas estadunidenses agarró a Calderón en curva, cuando más entusiasmado se hallaba en poder continuar con su escenario de violencia, y llevarlo como sueña hasta el 2012, y ahora tendrá que repensarlo, bajo la premisa de que sus años de servilismo hacia Washington de poco le han servido.
4. El titular del Ejecutivo federal tiene en México, conforme al artículo 87, la alta responsabilidad de hacer guardar la Constitución Política, lo que supone que al ejecutar las leyes, conforme le manda el 89 constitucional, debe de manera prioritaria velar por los derechos de los mexicanos, la soberanía de la nación y la integridad del Estado; pero Felipe Calderón ha hecho todo lo contrario en todos los ámbitos, principalmente en materia de seguridad y de energía. En su afán por acelerar el sometimiento de México al modelo neoliberal, el gobierno panista de facto a su cargo ha intentado por todos los medios entregar las riquezas estratégicas de la nación a las multinacionales con las que contrajo compromisos en su campaña, se ha empeñado en destruir el aparato estatal con todo el fanatismo privatista del PAN y no ha dudado para ello en violentar los derechos fundamentales, individuales y sociales, de los mexicanos.
5. Las políticas anti narco de Calderón, consideradas inefectivas por Washington, han llevado sin embargo a México a un escenario de absoluta ilegalidad, creando una crisis sin precedente, pues el gobernante de facto panista, como lo ha hecho en otros ámbitos, se ha empeñado en su guerra contra el narco en violar la Constitución que protestó cumplir.
6. La respuesta oficial a las declaraciones de Hillary Clinton, a cargo de Fernando Gómez Mont, titular de Gobernación, quien el miércoles 12 dijo estar extrañado por las mismas pero, entendiendo el mensaje que se les envía por enésima vez, hizo saber que la política anti narco de México se está reformulando continuamente –es decir, que el gobierno calderonista se halla dispuesto a bailar al son que le toquen–, no hizo empero más que poner una vez más de relieve que no existe una estrategia nacional ante el narcotráfico y que la sangrienta guerra de Calderón no es más que una estrategia de fines facciosos.
7. En medio de este desastre se ha hecho público que dos días antes de la cumbre de dirigentes de la Unión Europea y América Latina, que se llevará a cabo en Madrid el 18, Felipe Calderón tendrá en Comillas (Cantabria) un encuentro con los dirigentes de la Unión Europea organizado a iniciativas del PP de España, en el que solicitará inversiones españolas y europeas en ámbitos estratégicos a sabiendas de que la Constitución Mexicana lo prohíbe, y en el que, como lo advertía el columnista Julio Hernández, no va a hacer otra cosa que poner de relieve las operaciones de corrupción que armó su desaparecido colaborador gallego Juan Camilo Mouriño.
8. El intento de Calderón de refugiarse en los brazos de la ultraderecha europea y española para cobrar ánimos y pedir consejo ante su desastre no podría ser más patético e inoportuno en los momentos actuales. Aunque son conocidos los vínculos históricos del PAN con el franquismo y más tarde con el Partido Popular (PP), que lo asesoró en las elecciones presidenciales de 2006, con apoyos logístico, financiero e ideológico, esta asociación pone de relieve un rasgo común de las derechas españolas y mexicana: su corrupción desmedida. El PP está afrontando ahora gravísimos escándalos de corrupción que su dirigente Mariano Rajoy no ha logrado paliar.
9. México necesita un cambio de gobierno. El panista Vicente Fox guió los destinos del país con los consejos del sacerdote Marcial Maciel, hoy reconocido como un pederasta y criminal, que les gestionó a él y a su esposa sendos divorcios de la Santa Sede, y Felipe Calderón se asesora de José María Aznar y Mariano Rajoy, los corruptos neofranquistas de la corte española.
10. La gravísima situación actual requiere de un cambio urgente, pues muy difícilmente México podrá seguir en la pendiente esperando el 2012.
viernes, mayo 14, 2010
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