¿DE QUÉ SE EXTRAÑAN? Que César Nava adquiera un departamento por muchos millones de pesos –da lo mismo si son 7, 15 ó 20-- no debe sorprendernos. Tiene dinero como para comprar otros diez, quince o el edificio entero.
Joven de edad, viejo en mañas, Nava ocupó a los 27 años una de las más importantes posiciones en la paraestatal Petróleos Mexicanos, donde supo “aprovechar” la posición.
En el libro de Ana Lilia Pérez Camisas azules, manos negras que la editorial Grijalbo dio a luz a principios de 2010, se ubica a César Nava como abogado general de Pemex (de octubre de 2001 a septiembre de 2003), y cual una suerte de enviado de Vicente Fox cuyo propósito era lograr cómo contravenir la ley, mediante los contratos de servicios múltiples, con los que empresas extranjeras han burlado desde entonces las restricciones de la legislación petrolera.
El expediente abierto por la periodista egresada de la UNAM, es una historia sobre favoritismo, nepotismo, licitaciones amañadas, recursos públicos desviados o mal utilizados, y tráfico de influencias, en la operación de la empresa que, teóricamente, es propiedad de todos los mexicanos. La corrupción que campeó en los gobiernos priístas, engrandecida por los panistas.
Ahí aparecen el extinto Juan Camilo Mouriño, Nava, Felipe Calderón mismo cual corruptos que supieron llenar la hucha a su paso por el sector energético de la administración pública federal.
Y pese a las denuncia de Ana Lilia Pérez, amparada por documentos, los tres presuntos delincuentes –entre otros-- no fueron ni son ni serán tocados siquiera por el pétalo de una investigación judicial. Impunes, pues.
Surgió la noticia sobre la adquisición del millonario departamento de César Nava, a raíz de su boda –a celebrarse mañana en la noche, en la azotea del edificio más alto de la ciudad de México-- con una cantante de temas infantiles, a quien se conoce cual “Patilú”.
Una boda que, al decir de muchos, Nava y sus “manejadores de imagen” se sacaron de la chistera cual intento de desviar la atención de la felpa que los priístas le tundieron en la Cámara de Diputados, cuando quedó al descubierto su traicionado compromiso de no establecer alianzas electoreras con el PRD. “Pinocho”. “Panocho”, fueron entre otros los calificativos que le endilgaron.
Que el noviazgo, primero, y después el compromiso con la señorita Patricia Sirvent fuese “estratégico”, tuvo confirmación de colaboradores del propio Nava quienes a principio de julio, hace tres meses, filtraron a los medios que la boda se cancelaba porque se había “acabado el amor”.
"Lo que se sabe en el partido es que ya no se van a casar. Las cosas están gruesas. Donde trabajamos, el rumor del día es que la boda se canceló. Muchos no sabían de su relación y a partir de que empezó a salir en las notas de radio y televisión se notó que su imagen (la de Nava) se fue para abajo. No le ha traído nada bueno, lo está perjudicando", relató el informador que pidió guardar el anonimato.
La fuente al seno del PAN, dice una nota publicada en el rotativo capitalino El Universal, “señaló que tiene entendido que aún el político no le ha informado a la cantante de su decisión y los motivos que lo orillaron a dejar para mejor ocasión la unión que estaba planeada para llevarse a cabo a principios del 2011: ‘Lo más grave es que ella ignora la decisión que tomó César. Es curioso, porque todos lo saben, menos la interesada. Ella parece emocionada y enamorada, ¡pobre Paty, cuando se entere!’, concluyó.
Y sí, a raíz de la boda que finalmente se celebrará mañana --¿ganó el amor?--, la imagen de Nava se ha ido para abajo, cual temía aquél informante del PAN.
Ahora no sólo aparece cual seductor.
También como millonario.
Y todavía hay quienes de preguntan “¿de dónde”?
La respuesta es contundente: ¡de la corrupción!
Índice Flamígero: La hija de una amiga –ambas de ascendencia europea-- en busca de una residencia o “un piso” en nuestro país, acudió hace menos de dos meses al edificio de Rubén Darío esquina con Lamartine, donde Nava compró su “nidito de amor”. Se le hizo excesivamente caro, porque no es más que una caja de cristal, me comentó, al que hay que invertirle casi la misma cantidad de su precio –más de 20 millones de pesos-- en acabar de construirlo, pues lo entregan prácticamente en obra negra. Pero lo peor fue cuando preguntó por los vecinos. Muchos de ellos, me dice, harían las delicias de los televidentes, presentados en una teleproduction de Genaro García Luna, con un enorme helicóptero negro cual escenografía. ¿De esto si estará enterada “Patilú”?
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