martes, junio 14, 2011

El hombre más rico de Israel y sus negocios navieros con Irán

Bajo la Lupa
Sammy Ofer en una conferencia de prensa en enero de 1999; el magnate naviero israelí fue encontrado muerto en su casa el pasado 3 de junioFoto Reuters.


La extraña muerte del empresario naviero rumano-israelí Sammy Ofer –el hombre más rico de Israel, quien con su familia posee un emporio mayor a 10 mil millones de dólares presuntamente amasados bajo la protección del Mossad, los temibles servicios de espionaje sionista– es un tema obligado en los salones políticos de la capital libanesa, donde ahora me encuentro, por haber develado la hipocresía y los dédalos de las transacciones clandestinas de Israel con Irán.

Aunque a sus 89 años de edad Sammy Ofer ya vivía horas adicionales, su muerte sucede a dos semanas de la exhumación por Estados Unidos (sic) de sus suculentos cuan truculentos negocios navieros con la teocracia chiíta de Irán, que implican la venta clandestina de un barco, además de una fértil colaboración marítima y el atraco (literal) de barcos judíos en los puertos de la antigua Persia.

Tobias Buck, del Financial Times (29/5/11 y 3/6/11), expone la feroz (sic) controversia de los negocios clandestinos con Irán de los hermanos Ofer, Yuli y Sammy (el fallecido), quienes controlaban uno de los mayores y más poderosos (sic) conglomerados en Israel, con intereses desde las navieras hasta los bancos (¡súper sic!) y la industria química.

Según Forbes, Yuli y Sammy, mediante su controvertida empresa Ofer Brothers Group, son los hombres más ricos de Israel.

Este no es un asunto banal. Que conste que no se trata de cualquier mortal, sino del corazón naviero (la empresa Zim), comercial, industrial (la empresa Israel Chemicals) y bancario (Mizrahi Tefahot) de Israel, delatado por Estados Unidos en sus transacciones clandestinas con Irán.

¿Gozaba de la tácita bendición del Mossad y del gobierno de la dupla Netanyahu-Lieberman o se les escapó increíblemente a ambos?

¿A través de qué banco se realizó la transacción clandestina?

¿No incurrió, acaso, tal banco, hasta ahora anónimo, en el mismo delito que la naviera israelí Zim?

¿Habrá sido el mismo banco controvertido Mizrahi Tefahot, propiedad de Yuli y Sammy, el lubricador de la venta clandestina de un barco a Irán? Por cierto, el banco Mizrahi Tefahot cuenta con una oficina en México.

Aquí se abrió un boquetazo que será difícil obliterar.

Las telarañas del emporio empresarial de Yuli y Sammy alcanzaban los bienes raíces, las refinerías (sic) y los semiconductores. ¿Los negocios de los hermanos Ofer con Irán se habrán confinado exclusivamente al ámbito naviero?

Tobias Buck expone que la exhumación de los negocios clandestinos del conglomerado más importante de Israel con Irán colocó a la opinión pública israelí en estado de choque (sic) y detonó la indignación ciudadana cuando el gobierno fariseo de la dupla Netanyahu-Lieberman se ha caracterizado como el abogado ardiente (sic) de mayores sanciones estrictas al régimen de Teherán. ¡Cómo cierto tipo de gobiernos le toma el pelo a sus ingenuos ciudadanos!

Ahora resulta que los barcos de la empresa naviera Zim, mediante Tanker Pacific Management (con sede en Singapur) y Samama (con sede en Mónaco) –¡para lo que sirven los paraísos navieros fiscales: verdaderos piratas de la posmodernidad!–, realizaban viajes regulares (sic) a los puertos iraníes para transportar petróleo y productos refinados. ¡Vaya refinación!

En su defensa, íntimos de la familia Ofer declararon a la prensa israelí que su gobierno (¡súper sic!) estaba enterado del transporte de sus barcos a Irán.

Más allá del mefitismo que exhala el macabro historial de sus adquisiciones en el más depurado estilo de las privatizaciones de la piratería neoliberal, la familia rumana-israelí de los Hirschkowitz (alias Ofer) expandió su insaciable imperio naviero hasta los cruceros del amor en el Caribe mediante la compra de la polémica Royal Caribbean Cruise Lines.

El polémico Meir Dagan, anterior jefe del Mossad, salió a la defensa de los hermanos Ofer y adujo que no se habían quebrantado las leyes internacionales.

Lo real es que Israel cayó en la propia trampa de su retórica mendazmente iranofóbica. Hace un mes, el mismo Dagan había encendido las pasiones al haber sentenciado que una guerra de Israel contra Irán representaba una estupidez, lo cual es más que cierto.

Ningún secreto: desde septiembre de 2008, según Wikileaks (Haaretz, 5/6/11), Estados Unidos había advertido a Israel sobre los negocios clandestinos de sus empresas privadas con Irán, mientras los hermanos Ofer justifican haber recibido la autorización (sic) del gobierno israelí.

Nada de qué asustarse de parte de los mercaderes nada escrupulosos de Israel, que no pocas veces usa a sus pletóricas mafias trasnacionales –una de sus especialidades conductuales que constituyen un poder paralelo encubierto por el Mossad– para operar asuntos metalegales en los basureros reciclables y los caños globales de desagüe, que no solamente adelantan las jugadas del ajedrez geopolítico, sino que, además, arrojan jugosos dividendos, por encima de sus supuestas lealtades legales.

Se trata de un esquema nauseabundamente inmundo que suele operar Israel a través de sus mafias en Asia Central y los Balcanes (v.gr. Marc Rich, presunto asociado de los banqueros esclavistas Rothschild y su presunto hombre de paja George Soros, quien deambula con travestismo de filántropo) y Latinoamérica (v.gr. el Irán-contras en México y los mercaderes de armas desde Guatemala hasta Colombia).

Pocos países del planeta manejan sublimemente los nexos mafiosos trasnacionales como Israel, los cuales se han vuelto una de sus actividades principales desde el Irán-contras, pasando por el banquero defraudador global Bernie Madoff hasta los hermanos Ofer.

Vale recordar que el Irán-contras (triangulación criminal de Estados Unidos, Israel e Irán de trueques de cocaína por armas clandestinas a los contras de Nicaragua) fue operado por el argentino-israelí Andrés Newman Holzer (Bajo la Lupa, 9/11/05): cuñado del ex subcanciller venezolano-israelí naturalizado mexicano Andrés Rozental Gutman, éste a su vez medio hermano de Jorge Castañeda Gutman (miembro del consejo de administración del fraudulento banco Stanford, blanqueador del cártel de Juárez).

¿Que tipo de reingeniería cerebral ha de suceder en los andamiajes mentales maniqueos cuando los autonombrados buenos realizan subterráneamente suculentos negocios y clandestinamente ilegales con los maldecidos y malditos iraníes?

El problema no es de los pueblos ni de sus etnias ni sus religiones, muy respetables en última instancia, sino de su mendaz cuan viciosa propaganda gubernamental, que es puesta en la picota por sus actividades criminales.

Tampoco hay que desgarrarse las vestiduras. Para quienes hemos (con)vivido con las múltiples etnias y religiones del Medio Oriente, no ignoramos la relevante presencia de las comunidades judías en Estambul (alrededor de 20 mil) y en Teherán (más de 25 mil).

A diferencia de ciertos ignorantes con ínfulas de intelectuales en Latinoamérica, quienes propagan enfermizamente el fundamentalismo israelí, en los mundos árabe e islámico los verdaderos conocedores de la región saben diferenciar entre la muy respetable religión judía y el nefario sionismo jázaro que tantas calamidades ha infligido al Medio Oriente, en particular, y al planeta, en general: sobre todo en el ámbito financierista global, que ha alcanzado el paroxismo de la insanidad mental.

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