jueves, marzo 22, 2012

¡Respeto a las instituciones!: Silva Meza a Calderón

Rayuela
Oprobioso, ominoso, vergonzoso, todos los adjetivos caben para describir el rol de García Luna en el caso Cassez. Y ahí está, muerto de la risa, quitado de la pena. Es el intocable del sexenio.



A ver si así...
-Hernández
Suprema Corte-Fisgón
Jueces y parte-Helguera

Justicia impresentable
Ayer, por mayoría de tres votos contra dos, los integrantes de la primera sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) rechazaron la liberación de Florence Cassez –sentenciada a 60 años de cárcel por el delito de secuestro–, como proponía el dictamen elaborado por el ministro Arturo Zaldívar. Ante la negativa, la resolución sobre el amparo solicitado por la defensa de la acusada quedó en suspenso, y corresponderá a la ministra Olga Sánchez Cordero presentar, en semanas o meses próximos, un nuevo proyecto de dictamen.

Más allá del resultado de la discusión judicial de ayer, en el curso de la misma se hizo manifiesta la situación de catástrofe que atraviesa el sistema de justicia en el país. El reconocimiento, por cuatro de los cinco ministros de la primera sala, de atropellos diversos a los derechos de la inculpada durante su detención y durante el proceso en su contra es un golpe demoledor a la cadena de instituciones encargadas de procurar e impartir justicia y salvaguardar el estado de derecho: desde los funcionarios de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), adscritos a la Procuraduría General de la República (PGR), que escenificaron la falsa captura de Cassez y violentaron sus derechos a la asistencia consular y a ser presentada ante el Ministerio Público, hasta los juzgadores que avalaron dicha práctica y dieron curso a un proceso judicial viciado de origen.

En un pleno estado de derecho, las irregularidades mencionadas ni siquiera habrían tenido lugar. Sólo en el contexto de una legalidad bastante imperfecta sería concebible y explicable que los atropellos cometidos por la AFI, la PGR y los jueces hubiesen pasado tantos años sin ser investigados y sancionados. Por desgracia, en el México contemporáneo las perspectivas de esclarecimiento y de castigo por estas faltas han sido nulas hasta ahora, y antes bien se ha premiado a los responsables, si se toma en cuenta el papel protagónico que ocupa el titular de la Secretaría de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna –quien al momento de la detención de Cassez se desempeñaba como director de la AFI–, en el gabinete presidencial y en el diseño y aplicación de la contraproducente estrategia de seguridad en curso.

Ante tal circunstancia, el mero reconocimiento por los magistrados del máximo tribunal de los vicios policiales y judiciales detectados en el caso Cassez resulta insuficiente, sobre todo porque distan mucho de ser aislados: los abusos, las violaciones a garantías fundamentales, la distorsión de pruebas, lugares y testimonios, el uso faccioso de la ley, la conversión de las procuradurías en instrumentos de golpeteo político y la fabricación de culpables forman parte de un deterioro estructural de las instituciones encargadas de procurar e impartir justicia.

No resulta ocioso preguntarse cuántos reclusos y reclusas enfrentan actualmente sentencias derivadas de procesos tanto o más irregulares que el de Cassez, sin posibilidad de acceder a los reflectores mediáticos y a la proyección internacional que tuvo la ciudadana francesa, y qué porcentaje de la población penitenciaria del país habría podido apelar a la liberación inmediata como resultado de esas irregularidades, en caso de que el proyecto de Zaldívar hubiese prosperado.

Lo menos que cabría esperar, una vez que cuatro de los cinco ministros de la primera sala han aceptado la comisión de graves faltas de autoridades policiacas y judiciales, es que éstas sean debidamente investigadas y los responsables sancionados conforme a derecho.

Al desaseo exhibido por las deliberaciones del caso Cassez en el máximo tribunal del país ha de agregarse la inaceptable intromisión del Ejecutivo federal en los asuntos del Poder Judicial para que sus máximos exponentes rechazaran la liberación de la sentenciada. El reclamo lanzado ayer por el presidente de la SCJN, Juan Silva Meza, al Ejecutivo federal, de que ese organismo está obligado a garantizar el derecho de todos y de que la ley no puede cumplirse a capricho constituye una respuesta procedente y necesaria al comportamiento del gobierno federal en lo que toca al caso comentado, pero también una contundente descalificación al desempeño de la actual administración durante el último lustro en materia de justicia.

En suma, con independencia del derrotero que tome el caso Cassez en semanas y meses próximos, la discusión de ayer dio cuenta de la descomposición de una institucionalidad que ha perdido el sentido de apego a la ley y de la moral pública, que ha quedado exhibida por su turbiedad y por las desviaciones a la legalidad con que se conduce, y que se ha vuelto un factor de desaliento y cinismo y en una faceta impresentable de México ante el mundo.

La trama continúa
La francesa Florence Cassez en imagen de marzo de 2006, durante su proceso por secuestro en el Reclusorio Oriente.

Secuelas de un montaje

*Frente al Ejecutivo, el ministro manifiesta su repudio "al abuso del poder"
*La ley no se cumple a capricho; ¡respeto a las instituciones!: Silva Meza a Calderón

*Los jueces sólo deben sumisión a la Constitución, afirma en el 206 natalicio de Juuárez

Felipe Calderón, jefe del Ejecutivo federal, durante el discurso que pronunció el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Juan Silva Meza, en la ceremonia conmemorativa por el 206 aniversario del natalicio de Benito Juárez García, celebrada en Palacio Nacional.

El presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), ministro Juan Silva Meza, manifestó ayer su rechazo a la creencia de que la ley puede cumplirse a capricho, luego de exigir respeto a la división de poderes y a las instituciones.

Al participar en la ceremonia por el 206 aniversario del natalicio de Benito Juárez, antes de que la Corte resolviera sobre el caso Florence Cassez, subrayó su repudio al abuso de poder, que es el paso previo al autoritarismo y la impunidad.

En medio de las presiones que han recibido los ministros por el tema de la ciudadana francesa sentenciada a 70 años de prisión por secuestro, Silva Meza resaltó que los jueces sólo deben sumisión a la Constitución.

Frente al presidente Felipe Calderón, quien encabezó la ceremonia en Palacio Nacional, el presidente de la Suprema Corte resaltó: necesitamos que funcionen con normalidad las instituciones de la República. Nada justifica incumplir la Constitución y los derechos humanos. Respetemos las formas y la legalidad. Respetemos la esencia de la República, que es la legalidad.

El ministro pidió seguir la templanza y la fortaleza moral de Juárez. Entendamos que en momento difíciles y extraordinarios, debemos apegarnos a la ley, como fórmula de paz y de certidumbre, enfatizó.

Subrayó que hoy los jueces, magistrados y ministros están atentos para aplicar el nuevo marco legal en materia de amparo y de derechos humanos, los cuales exigen que el nuestro sea un país en el que imperen la justicia y la igualdad, no la arbitrariedad; justicia basada en instituciones y procesos que hagan que sea justicia de verdad.

Señaló que en el país se realiza un intenso proceso de transformación constitucional y que los integrantes del Poder Judicial atenderán el producto de esa gestación.

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*Espera que la verdad se restablezca pronto

*El Ejecutivo tiene que corregir agravios

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