Con esta ironía el periodista y autor del libro Traficantes de información. La historia oculta de los grupos de comunicación españoles (Foca, 2010) se refiere al editorial Obrador es un lastre que el diario español publicó el domingo 15, donde afirma que “la izquierda mexicana debería replantearse el liderazgo de su candidato presidencial derrotado”.
Desde esa postura editorial el matutino sostiene que “es muy improbable que prospere el recurso de la izquierda mexicana” para invalidar las elecciones presidenciales por las acusaciones de compra y manipulación del voto. Estima que la ventaja de 3 millones de votos del priista Enrique Peña Nieto sobre el perredista Andrés Manuel López Obrador es “un argumento contundente sobre un proceso en el que no hay evidencia de irregularidades a gran escala”.
Considera que las protestas contra el regreso del PRI al poder “no pueden ocultar el hecho de que el populista Obrador ha sido siempre un mal perdedor”. Para fundamentar su argumento alude a las acciones “desestabilizadoras” que emprendió en el proceso poselectoral de 2006.
En opinión de El País “parece llegado el momento de preguntarse si les conviene como líder un hombre dos veces derrotado, con tendencia al victimismo conspiratorio y cuyo estilo abrasivo y anquilosado le ha enajenado una parte de su voto natural”.
Serrano plantea que no está totalmente de acuerdo con la respuesta que López Obrador dio al mencionado editorial, al tuitear: “A El País: dejen la manía de hacer periodismo colonizante. Mejor hagan la autocrítica por su responsabilidad en el desastre de España”.
Dice el periodista: “Yo creo que se sigue haciendo (en América Latina) referencia a España con su historia colonizadora y eso libra de las actuales culpas a los nuevos colonizadores. Es decir, no piensen más en (Cristóbal) Colón, mejor piensen en Telefónica o Repsol; que no les preocupe tanto Hernán Cortés y que les preocupe más Juan Luis Cebrián (consejero delegado del Grupo Prisa y presidente de El País)”.
Grupo Televisa, el socio
El entrevistado sostiene que varios editoriales y artículos de opinión sobre el proceso político en México, publicados por El País antes y después de los comicios, “definieron su interés real, que son sus posibilidades de negocio, de privilegio y de connivencia con los potenciales vencedores”, en este caso el PRI.
Agrega: “En esa definición editorial, el grupo legitima una elección pese a estar siendo recurrida en tribunales, sanciona a determinados candidatos como adecuados o no adecuados. Y aunque quizá fueron más discretos durante la campaña (electoral), ahora ya han abierto su postura a favor del PRI y contra López Obrador”.
Sostiene que detrás de todo se encuentran los intereses de Prisa y los de su sociedad con Televisa. Desde 2005 esa televisora puso en marcha un plan de marketing político para llevar a Peña Nieto a la Presidencia, como lo documentó Jenaro Villamil en Proceso y en su libro Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto (Grijalbo, 2009).
En octubre de 2001 Grupo Prisa firmó un acuerdo con Televisa –Vicente Fox actuó como testigo de honor– para adquirir 50% de Radiópolis, consorcio radiofónico del que Televisa tiene la otra mitad.
Con una inversión de 60 millones de dólares el grupo español de medios buscaba afianzarse –ya había entonces una edición de El País en México– y con esta alianza buscó potenciar el mercado radiofónico en México, tal como lo señalaron en su comunicado ambos grupos mediáticos.
“Es clarísimo, ese es el parámetro para definir a Prisa. No tiene que ver con ideologías, son sólo negocios, como reza la célebre frase de Vito Corleone. Esto se traduce en que el futuro de Prisa en México está ligado al de Televisa; y los intereses de Televisa están ligados a los del Grupo Prisa”, explica el también autor de Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo.
Por lo que toca a los vínculos de Televisa con Peña Nieto, Serrano apunta: “En la medida en que ustedes han sabido detectar los intereses que ha extendido Televisa (con el eventual gobierno priista) es fácil identificar los intereses de Prisa”.
En su editorial del martes 3 –dos días después de los comicios– titulado Más allá del PRI, El País daba por válido el triunfo del PRI y fijaba su posición frente a los candidatos: “Tras 12 años alejado de Los Pinos el PRI volverá el 1 de diciembre a situar a un presidente en la residencia oficial de Los Pinos. Enrique Peña Nieto ha ganado con una ventaja nítida en las elecciones del pasado domingo, aunque menor que la vaticinada. A sus 45 años, como él mismo ha recordado, representa otra generación y otro Partido Revolucionario Institucional distinto al que gobernó México con mano de hierro de 1929 hasta 2000”.
Para llevar a cabo las reformas necesarias, opina El País, Peña Nieto “va a tener que abrirse al apoyo de otros partidos y muy esencialmente del derechista PAN… Esta vez López Obrador carece de toda razón para cuestionar los resultados de las presidenciales. Pese a que obtuvo un resultado mejor del esperado, probablemente ya no forma parte del futuro político de este país”.
Vocero de “la reconquista”
En
su libro Traficantes de información Serrano consigna que El País se
presenta como un “periódico liberal, independiente, con clara vocación
internacional y defensor de la democracia pluralista”. En la página
electrónica del Grupo Prisa se asienta que ese diario no es portavoz de
“ningún partido, asociación o grupo político, financiero o cultural”.No obstante, sostiene el especialista, su fuerte implantación en América Latina convierte a Prisa “en un agente político de primer orden y explica su alto nivel de intencionalidad informativa respecto a las acciones de los gobiernos de la región. Todo hace pensar que los cambios de accionariado y socios ocurridos en 2010 se reflejan en esta intencionalidad. Su nueva relación con Telefónica y con los fondos de inversión de Nueva York Liberty Acquisition Holdings en su accionariado suponen una influencia de esos intereses económicos en la línea editorial de los medios de Prisa”.
En entrevista vía telefónica el miércoles 18, el periodista afirma que “El País y el resto de medios de Prisa se han convertido en el mayor portavoz de las grandes multinacionales españolas, de tal manera que cuando se intuya que un gobierno va a querer recuperar el control de sus recursos naturales –en países donde opere una multinacional española–, entonces Prisa le atacará en defensa de esas empresas. Ante un gobierno que se plantee la recuperación de sectores estratégicos, como la energía, los hidrocarburos o la telefonía, Prisa se convertirá en el defensor de Endesa, Iberdrola, Repsol o Telefónica”.
Recuerda el caso de Prisa con Repsol-YPF en Argentina; Repsol en Venezuela o Bolivia con la nacionalización de la filial de Red Eléctrica de España, donde el grupo mediático arreció en sus críticas editoriales.
“Yo creo que es un buen barómetro para saber si un gobierno está defendiendo los intereses de su país frente a las multinacionales españolas, cuando empiezas a ver publicados los editoriales negativos de El País.
“Es esa su vocación de integración política fundamental que, contra lo que se suele pensar, es puramente empresarial. Este grupo ha fundamentado la viabilidad y la rentabilidad de su empresa en la connivencia y en los privilegios con respecto a gobernantes y políticos con poder. A partir de ahí los contenidos de sus medios y sus maniobras están dirigidos a crear esa simbiosis con los gobernantes, con los cuales se pueden ver beneficiados.”
Tras la muerte de Jesús Polanco, Juan Luis Cebrián ocupó un papel preponderante en las operaciones para recuperar el balance de este grupo de medios, marginando a los herederos del patriarca del grupo, quienes de poseer 70% de Prisa quedaron en 30% (Proceso 1790).
Desde entonces, explica Serrano, se han ido posicionando en el grupo poderosas instituciones bancarias y de telecomunicaciones que influyen en la política editorial.
El pasado 30 de junio el consejo de administración de Prisa aprobó la integración de Telefónica como nuevo socio estratégico para impulsar su “transformación digital”, donde la sociedad que dirige César Alierta suscribió bonos convertibles en acciones por valor de 100 millones de euros. Una vez concluida la operación, Telefónica tomará posesión de 6% o 7% del accionariado, según escribió Daniel Toledo en el diario digital El Confidencial.
Entre los accionistas más significativos de Telefónica se encuentran BBVA, CaixaBank y Blackrock.
En la misma junta, celebrada en Madrid, el grupo Prisa aprobó una serie de operaciones de capital con sus acreedores HSBC, Santander y CaixaBank para la conversión de parte de su deuda en acciones por 334 millones de euros.
Este acuerdo –adelantado por Daniel Toledo el pasado 14 de junio– supone que “las entidades acreedoras del grupo de medios alcanzarán un porcentaje que rondará 20% en 2014, año en el que harían efectivos los convenios”.
El empresario Carlos Slim –quien controla 0.2% de CaixaBank—adquirió de forma directa 3.2% del capital del Grupo Prisa a través de Inmobiliaria Carso el 15 de noviembre pasado. El País citó la operación en su edición del 18 de noviembre del año pasado.
“El grupo aún mantiene una deuda tremenda (de unos 3 mil millones de euros) y fuertes compromisos con bancos, con lo cual nos podemos preguntar si éstos no van a influir en la política editorial”, apunta Serrano.
“Por eso, no me sorprende que el diario sea cada vez más obvio en su política editorial en Venezuela, Argentina y ahora México. Lo hace con una tremenda soberbia, con la prepotencia que ni siquiera los gobiernos de España se atreven a hacerlo, y mira que se atreven a muchas cosas”, remata.
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