martes, julio 24, 2012

Sedena, bajo escrutinio por ocho contratos de 5.6 mil MDP

 
Ocho contratos firmados entre la Sedena y una empresa estadunidense provocan intensas auditorías de las dos instituciones fiscalizadoras en México: la Secretaría de la Función Pública y la Auditoría Superior de la Federación, las cuales incluso trasladaron a sus titulares a las oficinas castrenses para encabezar las revisiones. La propia Secretaría de la Defensa Nacional inició una investigación, a través de su Inspección y Contraloría General del Ejército y Fuerza Aérea. Los productos y servicios adquiridos son para uso de las secciones Segunda y Séptima del Estado Mayor, y se utilizarían para espiar y contener los movimientos armados y desarticular los cárteles del narcotráfico. La disputa por la sucesión al interior de las Fuerzas Armadas deja al descubierto las capacidades tecnológicas adquiridas por la inteligencia militar en los últimos dos años de gobierno de Felipe Calderón. Una nueva indagatoria ahora inicia la Policía Militar: busca descubrir quiénes filtraron los documentos.
 
 
El Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se encuentra bajo el escrutinio de la Secretaría de la Función Pública (SFP), la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y de la propia Inspección y Contraloría General del Ejército y Fuerza Aérea. El motivo: ocho contratos y seis convenios modificatorios de los mismos celebrados por la dependencia garante de la salvaguarda de la nación con una empresa privada de capital estadunidense, por un monto total que alcanza los 5 mil 628 millones de pesos. Se espera que los restantes 10 contratos, de un total de 18 celebrados para adquirir equipos y servicios de inteligencia entre 2010 y 2012, sean auditados en los próximos días.
 
Las pesquisas son encabezadas en las oficinas castrenses por los titulares de las dependencias fiscalizadoras, quienes han tenido que despachar en estas semanas desde la Sedena: Rafael Morgan Ríos, de la SFP; Juan Manuel Portal Martínez, de la ASF, y el general de división Diplomado de Estado Mayor Marco Antonio González Barreda, de la Inspección y Contraloría militar.
 
Los equipos y servicios adquiridos mediante estas adjudicaciones directas –a través de la Dirección General de Administración, a cargo del general de división Diplomado de Estado Mayor Augusto Moisés García Ochoa– son para uso de las secciones Segunda y Séptima del Estado Mayor de la Sedena, cuyo jefe es el general de división Diplomado de Estado Mayor Luis Arturo Olivar Cen. La Sección Segunda es la encargada de las actividades de inteligencia y contrainteligencia del Ejército Mexicano. La Séptima, de las operaciones contra el narcotráfico.
 
Los ocho contratos auditados –asignados sin licitación de por medio, “por tratarse de asuntos de seguridad nacional”, a decir del director de Comunicación Social de la dependencia, general brigadier Diplomado de Estado Mayor Ricardo Trevilla Trejo– se celebraron con la empresa Security Tracking, SA de CV. Los otros 10 contratos fueron signados también con esta compañía y con AV y D Solutions, SA de CV. Ambas compañías son representantes en México de corporativos estadunidenses especializados en tecnologías de inteligencia y aeronáutica, respectivamente.
 
 
El objetivo de los ocho contratos fiscalizados fue incrementar las capacidades de espionaje y procesamiento de información de inteligencia de la Sedena. De acuerdo con las copias de los mismos –proporcionadas a Contralínea por fuentes que tuvieron acceso a ellos en el proceso de revisión– el Ejército Mexicano y la Fuerza Aérea Mexicana construyeron un Sistema de Inteligencia Regional para modernizar el Centro de Comando y Control, sus subcentros y módulos, y construir la Plataforma Pegasus.
 
De los contratos se desprende que el proyecto se denominó “Sistema de Inteligencia Regional para Incrementar las Capacidades de la S-2 [Sección Segunda] (Intl) [Inteligencia] EMDN [Estado Mayor de la Defensa Nacional]”. Consta de tres fases, las cuales están amparadas por sendos contratos firmados con Security Tracking Devices: 4550000033, 4550000007 y 4550000006. Además, otros contratos intermedios se firmaron con la misma empresa también para adquirir productos y servicios relacionados con las actividades de inteligencia: 4500006718, 4500006876, 4500006908, 4500000147 y 4500000525. El monto total de estos ocho contratos asciende a  5 mil 628 millones 499 mil 999 pesos.
 
El equipo adquirido por la inteligencia militar mexicana es de tal capacidad, que la empresa estadunidense debió contar con la autorización de la Secretaría de Estado de Estados Unidos para poder venderlo a la Sedena.
Según la descripción de los contratos, la Sección Segunda del Estado Mayor de la Defensa cuenta ahora con la capacidad de intervenir cualquier tipo de comunicación electrónica. Más aún, de manipular a distancia –mediante órdenes que pasan inadvertidas para los ciudadanos espiados– computadoras, radios, teléfonos celulares y cualquier tipo de teléfono “inteligente” o smartphone.
 
En entrevista con Contralínea, el general de división Diplomado de Estado Mayor Ricardo Trevilla Trejo, director de Comunicación Social de la dependencia, dice que el equipo adquirido se utilizará contra “determinados grupos criminales. Contra delincuentes en general, no. Es contra grupos armados. El equipo es para cumplir con nuestras misiones, establecidas en la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea. En este caso nos referimos a la segunda misión: garantizar la seguridad interior”. Las otras son, de acuerdo con el artículo 1 de la legislación citada por el general: “Defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación; auxiliar a la población civil en casos de necesidades públicas; realizar acciones públicas y obras sociales que tiendan al progreso del país; y en caso de desastre, prestar ayuda para el mantenimiento del orden, auxilio de las personas y sus bienes y la reconstrucción de las zonas afectadas”.
 
Señala que el “monitoreo” que realizan “es apegado a derecho, con la autorización de un juez, el cual determina, con base en las pruebas que se le presenten, si se autoriza o no una intervención en las comunicaciones; además, por cuánto tiempo y qué tipo de comunicación. Eso está dentro de lo que la ley nos permite”.
 
Con respecto del procedimiento con que se firmaron los contratos agrega: “todo está conforme a derecho; no hay nada irregular. Ya se han auditado y no han encontrado nada. Y no van a encontrar porque todo ha sido apegado al procedimiento”.
 
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