lunes, agosto 20, 2012

En Michoacán, las fuerzas federales arrasan parejo

Son días de violencia extrema en el frente michoacano de la guerra de Calderón: el viernes 10 la Policía Federal se lanzó contra el santuario de Nazario Moreno, alias San Naza, donde presuntos miembros de Los Caballeros Templarios entablaron combate, causaron bajas y bloquearon vialidades de varias poblaciones con autos incendiados. Así, aunque el contingente federal ha sido reforzado con otros 600 efectivos –que pueden incrementarse a mil–, esto no tranquiliza a nadie en el estado: la PF es la corporación que genera más quejas por abusos de autoridad, cateos ilegales, tortura y otras violaciones a los derechos humanos.
Un camión fue incendiado durante los enfrentamientos entre la Policía Federal y miembros de Los Templarios el 10 de agosto.


APATZINGÁN, Mich.- El pasado viernes 10, efectivos de la Policía Federal (PF) se tirotearon con presuntos integrantes de Los Caballeros Templarios en las comunidades de Holanda, El Alcalde, Úspero, Parácuaro, el Orejón y Buena Vista, lo que dejó un saldo de nueve muertos –cuatro de ellos uniformados– y varios heridos.

Los enfrentamientos desencadenaron el incendio provocado de alrededor de 30 vehículos y bloqueos en Zitácuaro, Contepec, Guanajuato y la Tierra Caliente michoacana. También se reportaron una caseta de peaje incendiada y un hospital cerrado, así como la suspensión de las corridas de autobuses a esta ciudad por 24 horas. El secretario de Gobierno, Jesús Reyna García, dijo que no tenía información precisa sobre la causa de estos hechos.
La Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal señaló que sus efectivos llegaron a Holanda en un operativo para detener a Servando Gómez Martínez, La Tuta o El Profe, líder de la Hermandad Templaria, cuando fueron atacados “desde los cerros” y repelieron la agresión. Esto sucedió en el mismo lugar donde el mes pasado los adeptos de Nazario Moreno realizaron una “peregrinación” (Proceso 1866).
El martes 14, Reyna García declaró ante varios reporteros: “Entendemos que (se trató de) un enfrentamiento inicial que fue poco a poco escalando, hasta llegar a las dimensiones del viernes por la noche. Entendemos que no fue un operativo planeado, que no fue una acción prevista sino consecuencia de un enfrentamiento circunstancial”.
Fuentes de Inteligencia Militar se quejan de que la PF es para ellos “un dolor de cabeza”, pues no avisa al mando del Ejército de sus operativos en zonas de alto riesgo para que los apoye por vía terrestre o con helicópteros de la Fuerza Aérea Mexicana. “Le quieren hacer al héroe” y siempre caen abatidos, comentan.
A su vez, el comandante Octavio Ferris, del área de inteligencia de la SSP, admite que “han muerto más policías federales que militares” en la guerra contra el crimen organizado.
Después de los hechos, seis reporteros de distintos medios –entre ellos el corresponsal de Proceso– se trasladaron a la comunidad de Holanda una vez que Edgardo Morales Shertier –autor del libro Palabra de caballero– mediara para que los 12 apóstoles permitieran el recorrido.
Las llantas del Opel gris metálico de un fotógrafo patinaban en la fangosa brecha. En el camino a El Alcalde estaban desperdigados restos de la batalla: una jeep Patriot, una Datsun estaquitas, una vagoneta y dos patrullas federales calcinadas.
La lujosa capilla de San Nazario, el fallecido líder de Los Caballeros Templarios, está baleada. Le destrozaron los vidrios y violaron la chapa.
Holanda está en el sur del valle de Apatzingán, entre Guanajuatillo y el Ejido Lázaro Cárdenas. Sus amplias y terregosas calles medio desiertas contrastan con sus huertas de frondosos limoneros y algunos cultivos de maíz y sorgo. El río se vislumbra de vez en cuando entre las casas de madera y láminas de cartón.
Han pasado sólo unas horas del enfrentamiento. Cientos de casquillos de armas de alto poder dan una idea de la intensidad del combate en el que murieron cuatro policías federales. Un señor moreno como de 70 años, de camisa a cuadros, pantalones de mezclilla y huaraches cruzados, juega dominó en una mesa y espanta con ramas a los mosquitos. Saluda:
–¡Buen día, muchachos! ¿Qué los trae por estas tierras olvidadas de Dios y del gobierno?
–Venimos por la balacera…
–¡Ajá! Tomen sus fotos con calma, lo más cabrón ya pasó.
Después de un breve recorrido, unos habitantes del pueblo ofrecen un vaso de agua o refresco. El calor húmedo pega la ropa al cuerpo.
El anciano se rasca la cabeza canosa y dice: “Aquí cada rato vienen los federales a hacer tropelías. Vienen con las ratas (zetas), los policías los visten como ellos. Se llevan lo que ven, rompen puertas, ventanas, televisores… dejan su muesca, una “Z”, y se largan.
Pacto frustrado
En su autobiografía, que Nazario Moreno González firma como El más loco, señala que buscó acercarse con Felipe Calderón para llegar a un pacto cuando su organización era todavía La Familia Michoacana:
De regreso a Michoacán, luego del año sabático, me encontré con la novedad de que en mi estado estaba impregnado de un grupo delictivo, cruel, salvaje, sin sentimientos, que asolaban e imponían el terror en la entidad: Los Zetas. Por ello decidimos iniciar una batalla sangrienta para expulsarlos de la entidad.
Una de las bases del plan era buscar contactarme con el presidente Felipe Calderón y con el jefe de la Policía Federal, Genaro García Luna, para que me apoyaran, o por lo menos, no interfirieran en la lucha violenta y sangrienta que se iba a desatar. Sabía que no era fácil. Para contactarme con estos funcionarios me valí de mis compadres fieles y colaboradores Abraham Jaimes y Mario Cárdenas y así aprobar en definitiva la estrategia que pondríamos en práctica.
Lo raro del caso fue que, el 20 enero del 2008, luego de llevarse a efecto las primeras negociaciones, Jaimes fue asesinado de un balazo en la cabeza cuando estaba dormido en su casa por su propia esposa, que “coincidentemente” era originaria de Tamaulipas de donde eran los matones. Poco después cayó abatido Mario en la comunidad de Alcalde, municipio de Apatzingán, en una emboscada que le tendieron elementos de la Policía Federal.
Supuestamente en El Alcalde se entrevistaría mi compadre con un enviado especial de la Policía Federal, Luis Cárdenas Palomino, jefe de la División Regional de la PF, con el objeto de pactar una tregua y evitar confrontaciones, por lo menos mientras durara la lucha contra Los Zetas. Desgraciadamente los de la PF no tienen palabra de honor y todo resultó una trampa, muriendo vilmente asesinado mi compadrito y leal amigo Mario Cárdenas.
La población, botín de guerra
El lunes 13, en Tierra Caliente, comerciantes, estudiantes, amas de casa, profesionistas campesinos y profesores se manifestaron frente al cuartel de la 43 Zona Militar y marcharon hasta el palacio municipal en una protesta contra los abusos cometidos por las fuerzas federales.
“Hay coraje e impotencia en Tierra Caliente por los ataques a la población civil… Es mucha la indignación contra Felipe Calderón, que en lugar de traer la paz a su tierra ordena represiones y violaciones a los derechos humanos. Han muerto niños en los ataques de la Policía Federal y apenas el mes pasado a otro le volaron un brazo”, dice un participante.
Una señora cuestiona: “¿Para qué tantos policías, si no más van a robar? ¿Cuánto cree que nos cuestan diario? Unos mil pesos por persona, más gasolina, más hotel, es como un millón de pesos diarios. Ese tal (presidente), en lugar de agredirnos con ese dinero, podría crear 6 mil empleos con jornales de 200 pesos. ¿No es mejor eso?”
Edgardo Morales Shertier coincide: “Lo que más nos duele es que nos sentimos ultrajados en nuestra dignidad. Aunque el presidente dice que se matan unos a otros, van más de 68 mil muertos en su sexenio. No importa si se matan unos a otros, si somos hermanos; lo que importa es que no hay un responsable, hay impunidad total. No todos los michoacanos somos delincuentes, no hay justicia”.
El periodista se dice “acosado” por las fuerzas federales y describe su libro de próxima aparición, México desde abajo, como un recuento de la corrupción, el influyentismo y el tráfico de influencias en el país.
Ante el despliegue de 600 policías federales más en territorio michoacano, sobre todo en Tierra Caliente, el presidente municipal de Apatzingán, Uriel Chávez Mendoza, hizo un llamado a la corporación para que “no perjudique a la población civil; que respete sus derechos y no afecte sus intereses. No estamos en contra del combate al delito y sus autores, pero tampoco avalamos agresiones a la sociedad productiva”.
Señaló que los abusos y la violación a los derechos de personas ajenas al crimen organizado están documentados en las quejas que los habitantes interpusieron contra la PF en la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).
La mayoría de las denuncias contra la PF han sido por cateos injustificados e intimidación. “La sociedad de la región se ha formado una mala imagen de la PF, por tanto debe modificar su forma de operar”, considera Chávez Mendoza.
Según asentó en su último informe, que abarca hasta noviembre de 2011, el entonces secretario ejecutivo de la CEDH, Alberto Montaño, informó que ese año se presentaron ante el organismo 564 quejas por cateos ilegales.
De ellos, 286 se le atribuyen a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), 274 a la PF y cuatro a la Secretaría de Marina Armada de México (Semar).
Otros agravios denunciados fueron las amenazas, detenciones arbitrarias, ejercicio indebido del servicio público, lesiones y abuso de autoridad, que por tratarse de delitos de competencia federal se envían a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
En Apatzingán se presentaron quejas contra la PF (72), el Ejército (15) y la Semar (dos), mientras que en Zitácuaro 53 fueron contra la PF y 21 para los militares. En la región de Zamora el Ejército generó 26 recursos y en Uruapan la PF fue objeto de cinco quejas, el Ejército de 15 y la Semar de dos.
El entonces presidente de la CEDH, Víctor Manuel Serrato Lozano, aseguró que Apatzingán y de Buenavista estaban en “alerta roja” por las graves violaciones a los derechos y libertades de la población cometidos principalmente por policías federales.
En rueda de prensa, Serrato Lozano destacó que estos dos municipios acaparaban 70% de las 277 quejas interpuestas ante la CEDH en 2011, que señalan principalmente a la PF por cateos ilegales, tortura, robo, saqueo y, sobre todo, según dijo, por la muerte del joven Fernando Vega Flores (expediente 318/2011 de la comisión).
En Apatzingán todavía se recuerda que, la noche del 2 de agosto de 2009, al menos 75 personas fueron detenidas por fuerzas federales que irrumpieron en el templo del Perpetuo Socorro, donde se celebraba una misa por los 15 años del hijo de Miguel Ángel Beraza Villa, La Troca, un cabecilla de La Familia Michoacana. Supuestamente La Tuta estaría ahí como padrino del menor, pero la PF sólo capturó a Beraza.
Alrededor de las 7:00 de la noche, elementos policiacos y castrenses arribaron a la ciudad, se dirigieron a la colonia 18 de Marzo. Ahí cerraron las puertas del templo donde se celebraba la ceremonia e impidieron la salida de los asistentes, incluyendo al sacerdote, a quien le mentaron la madre y lo aventaron. Los invitados que interpusieron quejas en la CEDH relataron que los federales los obligaron a tenderse en el piso y les quitaron joyas, celulares, autos y hasta las alcancías. Después trasladaron a todos a las instalaciones de la SIEDO.
El 9 diciembre de 2010, un infante de ocho meses que viajaba en un taxi y la menor Emma Guadalupe Jaime de la Cruz, hija del entonces presidente municipal, J. Guadalupe Jaime Valladares, fueron muertos por la PF durante una emboscada en El Alcalde. La gente protestó por ese acto en Uruapan, Lázaro Cárdenas, Morelia, Apatzingán y otras ciudades del estado.
Y el 14 de julio pasado, helicópteros de la PF dispararon sobre las casas de la ranchería La Cofradía, municipio de Apatzingán, y le volaron el brazo y el hombro al menor Ernesto Peñaloza. Actualmente permanece internado en el Hospital Militar de la 43 Zona. Todos estos casos siguen impunes.
Por eso causa preocupación la llegada a Tierra Caliente, el martes 14, de 600 elementos de la PF para reforzar al contingente federal. El secretario de Gobierno, Reyna García, anticipó que podrían sumarse 400 efectivos más.
Por lo pronto, el despliegue incluye medio centenar de unidades terrestres (30 carros de radio patrulla, 20 vehículos blindados y uno de enlace) más cuatro helicópteros.
En la madrugada del viernes 17 aparecieron mantas en avenidas y puentes peatonales de municipios guanajuatenses limítrofes con Michoacán: Pénjamo, Celaya, Abasolo, Apaseo el Alto, Apaseo el Grande, Villagrán, Salvatierra, Acámbaro y Coroneo. Las firmaba la Guardia Michoacana, perteneciente a Los Caballeros Templarios.
En tales mensajes esta célula, que se autodefine como un “grupo insurgente”, declara la guerra a Miguel Ángel Treviño, El Z 40, e invita a otros grupos “armados y civiles” a formar un frente común para liquidarlo.
Asimismo califica a Treviño, cabecilla de Los Zetas, como “persona no grata para la sociedad, por lo que desde este momento lo decidimos objetivo militar por nuestro grupo La Hermandad Templaria”.
Acusan al Z 40 de “los actos de terrorismo” cometidos en el territorio que reclaman como suyo: estallidos de coches-bomba, ataques a casinos y homicidios de migrantes sudamericanos y mexicanos.

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