Jorge Belisario
Luna Fandiño, hijo de Alejandro Luna Ramos, magistrado presidente del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Tribepojufe),
fue acusado ayer por el robo de tres cuadros, con un valor comercial de
200 mil pesos, que le pidió prestados a la pintora sudafricana
Collette Louise Wall, para decidir si se los compraba y nunca se los
devolvió. El despojo ocurrió en 2007.
La autora de las obras, en una conferencia de prensa que ofreció
ayer en el Club de Periodistas de la ciudad de México, aseguró que
después de ser amenazada por el vástago de Luna Ramos, habló con el
titular del Tribepojufe para solicitarle su ayuda, pero el togado le
respondió que no podía meterse en los asuntos de su muchacho.
“Si el magistrado Luna Ramos no puede resolver un caso que afecta a
una ciudadana, cómo podrá resolver la calificación de la elección
presidencial que afectará de una manera u otra a toda la nación?”,
preguntó la artista, quien estuvo acompañada por el primer secretario
de la embajada de Sudáfrica, Mazwandile Jipethu.
Antes de que el Instituto Federal Electoral enviara al Tribepojufe
las impugnaciones presentadas contra el PRI y Enrique Peña Nieto por
Andrés Manuel López Obrador y los partidos que impulsaron su
candidatura, Alejandro Luna Ramos dijo públicamente que “nadie gana en
la mesa lo que no ganó en las urnas”.
En cualquier país verdaderamente democrático esa declaración lo
habría obligado a excusarse de intervenir en el juicio que determinará,
tras el examen de las evidencias de lavado de dinero y compra de votos
efectuada por el PRI, si el resultado de los comicios del pasado
primero de julio debe anularse debido a graves violaciones no sólo a la
ley electoral sino al Código Penal Federal.
Indiferente a las críticas que desató su postura –notoriamente
favorable al PRI y a Peña Nieto--, Luna Ramos sigue al frente del
Tribepojufe, mientras su colega, la también magistrada María del Carmen
Alanís, ni siquiera ha intentado disculparse por haber dicho que está
“hasta el gorro de las impugnaciones de López Obrador”.
Ahora, luego de la queja expuesta por la pintora sudafricana a
quien Jorge Belisario Luna Fandiño –el que no sólo es hijo del
presidente del Tribepojufe sino además sobrino de la ministra de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, Margarita Luna Ramos--, el
magistrado Luna Ramos podría ser tachado de cómplice de robo, y peor
aún, incluso de prevaricación, pues siendo un representante de la ley
guardó silencio ante el delito cometido presuntamente por su heredero.
¿Esta clase de finísimas personas tiene en sus manos el destino de
nuestro país? ¿Es necesario insistir en que una reforma penal debe
establecer contra ellas castigos corporales tan severos como la pena de
muerte? Ante los estragos de la crisis económica que padeció Noruega, a
causa de la complicidad entre banqueros ladrones y jueces corruptos,
el parlamento de aquel país decidió implantar la pena máxima para
acabar con la impunidad de las autoridades relacionadas con los
criminales.
Actualmente, los más altos funcionarios de Noruega se esfuerzan
mucho más para actuar con rectitud, pues temen que si abusan de su
poder la policía los encarcele y la justicia ordene que pierdan la
vida. Muy por lo contrario, a los delincuentes que roban y asesinan se
les confina en prisión durante largas condenas pero no se les ejecuta.
Durante la pasada campaña electoral, el Partido Verde Ecologista de
México propuso a sus votantes la aprobación de la pena de muerte para
los secuestradores, pero nada dijo acerca de castigar, ni mucho menos, a
sus propios dirigentes y candidatos, que en complicidad con el PRI y
gobernadores del partido de Peña Nieto lavaron dinero del crimen
organizado para robarse la Presidencia de la República.
Es tan grande, tan extendida, tan profunda e inaceptable la
corrupción que hay entre los representantes de los tres poderes –desde
el titular del Ejecutivo hasta senadores y diputados, jueces,
magistrados y ministros-- que el pueblo se pregunta cómo tendrá que
hacerle para contar con autoridades respetables, honestas y decentes.
¿Sólo ante el peligro de sufrir la pena de muerte se comportarán mejor
seres tan viles y deleznables como Leonardo Valdés Zurita y Alejandro
Luna Ramos?
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