José Agustín Ortiz Pinchetti
Crónica de tiempos difíciles
El 2006 será inolvidable. Fatídico para la democracia y el proceso de cambio ominoso por la polarización del pueblo, pero colmado de enseñanzas. ¿Es difícil un balance provisional? La historia se escribe a cierta distancia y cuando los acontecimientos y los ánimos empiezan a enfriarse.
Lo primero: la destrucción del espejismo de que México podía transitar sin sobresaltos a la democracia. La traición de Fox nos ha devuelto a la realidad. No sólo él tomó como principal y casi única empresa el impedir la alternancia (prueba de ácido de la democracia), sino el proceso electoral puso de manifiesto que hay una parte importante de la sociedad, la de más recursos, que no está dispuesta a darle vía a la modernización.
Es en este punto donde creo que hay la principal lección de 2006. Daniel Cosío Villegas advirtió que los grandes beneficiarios de la política económica de la Revolución había sido la super elite privada. Advirtió en 1972 que los grupos de presión concentraban fuerza suficiente para limitar el poder presidencial. Hoy la oligarquía ha dejado de estar en la penumbra. Ha participado en forma decidida e ilegal en la lucha por el poder. Es evidente que estos grupos no tienen interés alguno en que se democratice la vida pública. Para ellos el gobierno ideal sería no sólo el que no interfiera en sus actividades, sino también el que de forma decidida propicie sus negocios y contenga las demandas populares.
Eso es lo que significó el gobierno de Fox y lo que significará el de Calderón. Este pequeño hombre se ha encaramado en la silla. Pero hasta donde se alcanza a ver no tiene ni personalidad ni recursos para lograr que los grandes grupos que tienen el poder económico se disciplinen a la necesidad de cambiar la sociedad y la economía para volver a crecer y empezar a repartir.
Calderón ha conformado un gabinete que responde a los intereses de sus patrocinadores y no a los de la nación. En materia política, el grupo que encabeza Francisco Ramírez Acuña sólo puede contentar a los que están en favor de la represión. En materia de política social, Calderón entregó el mando a panistas de medio pelo, todos ellos conservadores y hasta reaccionarios. En cuanto al gabinete económico, su integración corresponde a gente de pensamiento neoclásico que está en favor de la política que durante 24 años ha permitido la expansión de los monopolios, del corporativismo sindical y la expansión del gasto corriente con el múltiple efecto de impedir el crecimiento sano de la economía de mercado, aumentar el desempleo, el empobrecimiento y la concentración.
Yo no creo que Calderón tenga una intención verdadera de modernizar la política social o económica o de reanudar la marcha hacia la democracia. Me parece que uno de los méritos mayores de AMLO ha sido no negociar una rendición. Al no reconocer la legitimidad de Calderón, lo obliga a afrontar el cambio, y a la clase política y a los empresarios y al pueblo a definirse.
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