León García Soler
Que se nos acaba el petróleo: menos producción y menor volumen de exportación. Lamentos de oligarcas y llanto en las despistadas izquierdas que leen los encabezados y salen a la calle a decirnos que se acaba el mundo; el petróleo a la baja y nuestras reservas de divisas dependerán de las remesas de los migrantes. Y de la buena disposición del capital extranjero, si se adapta la ley a su capricho y Pemex deja de ser empresa estatal.
No digo privatizar, porque se han impuesto las mentiras como verdades indiscutibles. Pemex es resabio del pasado por ser empresa estatal, dicen. Ante las protestas por el aumento de precio a la tortilla, dijeron que las marchas callejeras eran cosa del pasado, rupestre reflejo tercermundista. Lo decían al mismo tiempo que en España marchaban centenares de miles y en Estados Unidos las multitudes tomaban la calle para manifestarse contra la guerra de Bush. Del infantilismo democrático a la senectud reaccionaria en menos que canta un gallo.
La mayoría de las grandes empresas petroleras del mundo son de propiedad estatal. En Arabia Saudita, Mar del Norte, el Caspio, Africa y Brasil. Pemex no es la excepción. Ese no es el dilema. El problema es fiscal y la solución está en aceptar la realidad sin aceptar la falsa opción entre el viejo dogma del determinismo histórico y el dogma neoliberal fincado en el Consenso de Washington.
El viernes 23 subió el precio del petróleo y bajó la bolsa: el barril de crudo llegó a los 61.14 dólares en Nueva York. El mal tiempo, fallas en ductos y transportación, contribuyeron a reducir la producción y la exportación. En enero "el precio promedio de la mezcla mexicana cerró en 43.91 dólares por unidad". Dos meses de llorar porque el precio del barril caía bajo lo previsto en el presupuesto. Vino el frío y se congelaron las lágrimas: 61.14 dólares vale a fines de febrero el barril de aceite ligero. Y sube el precio de la mezcla mexicana. Siempre ha existido la inversión privada y directa en Pemex. Urge legislar en la materia y regular alcances y límites de esa inversión, pero se requiere una reforma paralela y simultánea con la hacendaria.
Hacienda vive de ordeñar a Pemex, pero el fisco capta un bajísimo porcentaje del PIB, menos que en Venezuela y casi toda Centroamérica, ya no digamos la Unión Europea. Pemex aporta más de la mitad de su ingreso. Urge resolver alcances y límites de la inversión de capital y la asociación de Pemex con empresas foráneas, pero habrá que aprobar una reforma fiscal que seguramente va a hacer llorar a los de nuestra flamante oligarquía. Incrementar la base, incorporar a los de la economía informal, pero habrá que establecer un sistema progresivo, que cobre más a los de mayores ingresos. Ni modo, donde lloran está el muerto.
El encuentro con George W. Bush en Yucatán ofrece a Felipe Calderón el proverbial refugio de la política exterior en las tormentas internas. La verborrea de Vicente Fox no tiene remedio. Pero el eco insolente de Manuel Espino nada tiene que ver con la doctrina panista y mucho menos con la cruzada contra el fantasma del presidencialismo. Felipe Calderón tendrá que hacer efectiva su oferta de sana cercanía y asumir el liderazgo de su partido. El Poder Ejecutivo se deposita en un solo individuo y él lo sabe. Recuperó el escudo nacional y ha propuesto la prolongación de programas de asistencia en el campo. En Zacatecas, tierra de emigrantes, Felipe Calderón declara, al lado de la gobernadora Amalia García, que es una mala señal el aumento de las remesas de dólares desde el otro lado.
Verdad de Perogrullo, se diría, pero según Vicente Fox, ese ingreso "hacía grande la economía nacional". El PRD presentó denuncia penal contra el de la incontinencia verbal: a confesión de parte, relevo de pruebas, dijo Ricardo Monreal, en su pose de líder de la fracción que desdeña la coordinación de Carlos Navarrete. No va a a prosperar la denuncia porque la confesión es implícita y no explícita. Lástima. Pero hay otros fierros en la lumbre. En el empeño de liquidar al sindicalismo, a un año de la tragedia de Pasta de Conchos, patrones y funcionarios públicos cerraron la mina, dejan los cadáveres de mineros en el socavón y recurren a la falsificación de firmas para responsabilizar de la tragedia al gobernador de Coahuila.
El diario Vanguardia de Saltillo publicó un presunto informe de la comisión que investiga el asunto de Pasta de Conchos: "Moreira es corresponsable de la tragedia". Armando López Romero, supuesto autor del texto, respondió: "es falso, no cabe duda, nunca escribiría una barbaridad así, es incoherente". El gobernador Moreira declaró que en Los Pinos, Vicente Fox le había insistido en que se procesara judicialmente al líder minero en Coahuila.
Napoleón Gómez Urrutia, el líder depuesto, había logrado que el Grupo México pagara 55 millones de dólares que debía al sindicato a raíz de la privatización de Cananea. Cuando la explosión mató a 65 mineros, no todos eran sindicalizados; la empresa aplicaba el llamado outsourcing y así eludía pagos del Seguro Social y prestaciones de ley. Ética de mercaderes. Se puede decir, se dijo, que el sindicato compartía esas culpas con la empresa, pero es función de las autoridades laborales garantizar el cumplimiento de las disposiciones legales en materia de seguridad en las minas, en los centros de trabajo. El secretario Francisco Javier Salazar acudió a Pasta de Conchos, aseguró a los familiares que los mineros atrapados estaban con vida y se haría todo lo necesario para rescatarlos. Montaron un campamento tras las alambradas que circundan las oficinas de la empresa.
Ahí estuvo el gobernador del estado, quien finalmente diría a los medios que le pedían quedarse y apoyar lo dicho por el secretario del Trabajo, pero que él se retiraba porque engañaban a los familiares de los mineros: están muertos, dijo. Era una farsa mediática que concluyó con vergonzosa corretiza al secretario Salazar. Los mineros siguen enterrados. El inusitado celo por encarcelar a Napoleón Gómez Urrutia, acusado de robarse los 55 millones de dólares del fideicomiso, incendió al sector minero y metalúrgico. En Sicartsa, la policía federal y la del estado desalojaron violentamente las instalaciones y hubo dos trabajadores muertos. Lázaro Cárdenas, gobernador de Michoacán, dice que fue una mala decisión del presidente Fox y que él se equivocó al participar en el desalojo.
¿Por qué habla hasta ahora?, dicen de Humberto Moreira. Y amenazan llevarlo a juicio político. Las viudas y los huérfanos de los mineros han esperado inútilmente. Los patrones venden sus plantas y sus concesiones a consorcios extranjeros. Fox se fue, pero dejó en marcha la liquidación del sindicalismo. El PRI se compromete a defender a Humberto Moreira.
Y la profesora Elba Esther Gordillo lo defiende. Fox "ya gobernó y para mí no es motivo ni de discusión ni de análisis", dijo en Coahuila. "El gobernador (Moreira) no requiere avales, tiene el valor cívico, la capacidad y la información adecuada para hacer frente a esta realidad". En el SNTE, les dijo, "estamos muy orgullosos de que sea un maestro quien los gobierne".
Beatriz Paredes ganó. Dicen que el PRI ha de ser partido de izquierda o no será. El 4 de marzo, la asamblea nacional resolverá el rumbo. El centro no existe. Y la de Tlaxcala sabe muy bien que donde lloran está el muerto.
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