Antonio Gershenson
El pasado fin de semana, la autoridad nacional estadunidense en materia atmosférica y de los océanos (NOAA, por sus iniciales en inglés) hizo un anuncio. Había antecedentes de declaraciones que empezaban a romper con la anterior tendencia del gobierno de ese país a no reconocer un calentamiento global y su relación con actividades humanas, pero este anuncio fue categórico: 2006 fue el año más caluroso en los 48 estados contiguos desde que se empezaron a registrar medidas de temperaturas regulares en 1895.
En cuanto a la actividad humana, el anuncio agrega que hay una relación entre el aumento registrado en los gases de efecto invernadero y la tendencia al aumento de la temperatura. Dijo que no podía saber en qué medida el calentamiento se debía a causas originadas en el hombre, y en qué medida lo fue por el fenómeno conocido como El Niño. Sin embargo, también en 1998 hubo un Niño, más intenso que el del año pasado, y el calor de 2006 fue mayor que el de ese año.
Hace algunos días terminó una reunión mundial de científicos de París y se publicó el informe de la ONU sobre el clima. Los medios de comunicación destacaron que hubo presiones de compañías petroleras para atenuar el peso de las resoluciones. La previsión de la reunión fue que el nivel del mar, para fines de este siglo, aumentará entre 8 y 58 centímetros. No sé cuánto hubiera sido sin las presiones, pero de todos modos es mucho, la segunda cantidad, que puede suponerse que corresponde a un escenario en el que no se tomaron suficientes medidas para reducir las citadas emisiones, es más del doble que el mayor estimado de aumento en el nivel de los mares para todo el siglo XX.
El más abundante de los mencionados gases es el bióxido de carbono, emitido por industrias "con chimenea", vehículos y en especial en la generación de energía eléctrica con gas natural o refinados de petróleo. De ahí que las compañías petroleras no quieran que se tomen medidas al respecto, que en parte implicarían el uso de fuentes de energía alternativa.
Este fenómeno del calentamiento del planeta ha causado tempestades, inundaciones y aumentos en la sequía en zonas áridas.
La última glaciación, por ejemplo, formó enormes masas de hielo en el norte de Europa, en el norte y noreste de América, en Groenlandia y en otras partes. Hace 25 o 30 mil años emergió una franja de tierra, uniendo lo que ahora son Siberia, en Asia, y Alaska, en el norte de América. Esta zona, aunque se ha llamado Puente de Beringia, medía unos mil kilómetros de ancho. El nivel del mar llegó a ser 90 o 100 metros inferior al actual. Numerosos grupos humanos siguiendo, para cazarlos, a manadas de mamuts y otros grandes animales de la época, cruzaron a lo que ahora es Alaska, y de ahí se propagaron hacia el resto de América. Luego, el calentamiento del planeta, entonces totalmente natural, fue derritiendo las masas de hielo, y se inundaron grandes zonas hasta quedar el planeta como está ahora, con dos continentes donde antes había uno solo.
El actual calentamiento tiene un componente humano que rebasa al natural, y que acelera de manera importante un proceso como el que ya se vivió. Volvemos a tener noticias de varios lugares del mundo con grandes masas de hielo, avisando que éste se derrite en cantidades crecientes. En Estados Unidos este fenómeno lleva a que autoridades planteen clasificar al oso polar como especie en peligro de extinción.
Esto muestra la importancia de las medidas para reducir las emisiones de bióxido de carbono y otros gases con efectos similares. Y para ello, las opciones son múltiples. ¿Por qué el gobierno mexicano no ha tomado medidas para estimular el uso de coches híbridos, que tienen un motor de gasolina y otro eléctrico y consumen hasta la mitad de gasolina que los actuales? Esos autos tienen ya un uso masivo, y la medida reduciría las importaciones de gasolina.
¿Por qué las autoridades han seguido estimulando el uso del gas natural en la industria y en la generación de electricidad, a costa de aumentar las importaciones de ese producto estratégico? Una de las razones para no usar fuentes alternas en gran escala es que éstas emplean recursos naturales que son diferentes de un país a otro.
Esto implica conocer mejor nuestro propio territorio. Pero también implica planeación a largo plazo. Y todas estas palabras suenan como maldiciones en los oídos de la derecha y en especial de los tecnócratas. Ellos hablan de libre mercado, aunque fomenten el monopolio en beneficio de "los cuates". Además, el libre mercado en estos casos es un mito. Hay, y es lo que se requiere para no andar luego con grandes apagones, una red única de distribución, que hace que la supuesta competencia que pregonan sea prefabricada, y no libre.
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