Por María Teresa Jardí
Como suelo comentar con ustedes, convencida estoy de que la historia acaba siempre por escribirse de manera objetiva, sin rencores y sobre todo sin mentiras. Como recordarán muchos de ustedes --los jóvenes, quizá no, si algún joven esto lee en un país donde no se enseña ya ni la historia propia-- para desgracia de los pueblos que habitan en la Península Ibérica, la feroz dictadura de Francisco Franco duró cuarenta largos años, costó el exilio de muchos, la cárcel a otros y la pérdida de la vida de más todavía.
Pero muerto Franco y a pesar de que por elección de Franco se restauraba la monarquía y a pesar de que era Franco quien imponía a Juan Carlos de Borbón como rey de España, el gobierno recién electo le apostó todo a la transición democrática y priorizó desde el primer momento lo que era prioritario: una educación de calidad para todos los educandos y respeto a la libertad de elegir al partido político que prefiriera la mayoría sin importar la ideología que lo acompañara.
El gobierno español no eligió la venganza, que en nombre de la justicia, muchas veces se usa cuando hay cambios. Lo que sí hizo aquí Fox para disfrazar su único interés verdadero que era el de saquear al erario como si él fuera el dueño y como si no le perteneciera a la nación mexicana. Se trataba de un ajuste de cuentas con el PRI, al que acabó por pertenecer de manera absoluta y no de hacer justicia estableciendo la responsabilidad de Luis Echeverría y otros en la represión brutal iniciada el 2 de octubre del 68 y continuada, con desaparecidos políticos incluso, a lo largo de la década de los setenta y regresaron con Fox las desapariciones forzadas, las ejecuciones impunes y la tortura más brutal todavía de lo que había sido a lo largo de esa década, ahora la policía tiene permiso u orden de violar a las mujeres y si nos descuidamos a los hombres.
En la Península Ibérica no llegaron los ajustes de cuentas ni siquiera con la llegada de los socialistas al Poder, las prioridades siguieron siendo las mismas: educación de calidad para todos y respeto a la libertad del pueblo a elegir al gobernante que mayoritariamente les venga en gana a los españoles.
Y, sí, los pueblos a veces se equivocan, pero en las democracias se pueden rectificar las equivocaciones. Y, como lo malo también trae aparejado siempre algo bueno, de esas equivocaciones los partidos aprenden que no tienen garantizado el poder absoluto y que si fallan el pueblo va a decidir que se vayan. Y ahí están para ejemplo de lo que digo Felipe González y el impresentable José María Aznar.
En España se priorizó lo prioritario: Educación y transición realmente democrática. Educación porque sólo la educación trae bienestar a los pueblos. Elecciones democráticas, sin perder su ideología los partidos, porque poner y quitar es lo único que garantiza la permanencia del Estado de Derecho. Pueblo y partidos tuvieron paciencia y llegó la hora, siempre llega, de escribir la verdadera historia y es en Valencia donde nace la primera Comisión de la Verdad para conocer la historia de lo ocurrido en la Guerra Civil Española y a lo largo de la represión franquista en el país valenciano.
Para los españoles es una buena nueva el nacimiento de la comisión que estará presidida por Franco Frattini, vicepresidente de la Comisión Europea y tendrá además a talentos de la talla de Joseph Alimany y Jorge Semprún. Pienso en mis padres al leer que Lluis Llach fue el encargado de poner punto final a la ceremonia de presentación de la Comisión con la canción "Campanadas a morts".
Llegó el momento de escribir la historia de Federico Sánchez para los pueblos de España.
Y seguirá, el ejemplo de Valencia, Cataluña y así hasta que se complete la cruda historia que no debe ser olvidada para que nunca se repita.
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