Gloria Muñoz Ramírez
Todos y todas las personas y las organizaciones debemos ser como el agua: transparentes y en permanente movimiento", dice Oscar Oliveira, de la Coordinadora en Defensa del Agua y la Vida de Bolivia, junto a otras voces que reivindican el concepto de territorio y la defensa del mismo, como algo más que un espacio físico. Durante el espacio destinado a la América Latina que camina abajo y a la izquierda, dentro del Global Meeting organizado en Venecia por la Asociación Ya Basta y otras expresiones del movimiento social italiano, Oliveira destacó que las nuevas realidades latinoamericanas encabezadas por gobiernos progresistas son, ante todo, "producto de las luchas del pueblo contra la institucionalidad de los estados nacionales que han pasado a ser cuidadores de los intereses de las trasnacionales." En Bolivia, explicó, esta lucha es consecuencia de una larga historia de resistencia, librada por los pueblos originarios durante más de 500 años; y de una historia más reciente, que se inicia en Cochabamba en el año 2000, con la lucha contra la privatización del agua. En el contexto de un espacio de pensamiento en el que participan este fin de semana representantes de diversos movimientos sociales de América Latina, Estados Unidos, Asia, Medio Oriente y Europa, se expuso como uno de los ejes centrales la lucha por el territorio, entendiéndolo no sólo en el sentido geográfico o físico en el que se defiende la tierra, el agua, la flora, la fauna y los recursos naturales, sino, ante todo, como un espacio el que formamos nuestros valores, donde el ser humano desarrolla y profundiza su relación con la naturaleza y con sus semejantes. Esta manera de entender el territorio -y la lucha por su preservación contra las fuerzas del capital- tiene eco en muchas de las historias compartidas en todo el planeta: la construcción de la autonomía zapatista y la defensa actual de las tierras recuperadas a partir del levantamiento de 1994; la defensa de la tierra en San Salvador Atenco; la lucha contra la implantación y expansión de bases militares estadunidenses en Europa (caso emblemático el de Vicenza); la lucha contra la devastación provocada por las compañías petroleras en Ecuador; las ocupaciones de tierra en Brasil; el movimiento piquetero y autónomo en Argentina; la lucha por el establecimiento y permanencia de los centros sociales autónomos en Europa, hoy amenazados de igual modo por los gobiernos de derecha y de izquierda. Y fue precisamente el establecimiento de gobiernos progresistas en algunos países de América Latina los que suscitó un debate en el que Oliveira destacó "que son espacios victoriosos en los que el problema sigue siendo quién decide, pues en muchos de estos gobiernos siguen decidiendo de arriba por más que digan que mandan obedeciendo". El gran desafío, reiteró, sigue siendo la lucha por una democracia participativa, pues no sólo se trata de desprivatizar los bienes naturales, sino, sobre todo, de desprivatizar la política y hacer de las decisiones un proceso colectivo". En este contexto, señaló el activista boliviano, "no podemos dejar que estos gobiernos consoliden la política capitalista y que nada cambie para nuestros pueblos...". Y, finalmente, el llamado a ser transparentes y a estar en constante movimiento... como el agua.
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