Miguel Angel Velázquez
La noticia no sorprendió a ninguno de los pocos panistas que supieron del encuentro, es más les pareció normal. René Arce, jefe de Nueva Izquierda, tuvo una reunión, ayer mismo, no muy secreta, con el sumo pontífice del PAN, Manuel Espino; el asunto a tratar fue la legislación sobre el aborto.
Pero lo que sí congeló las sonrisas fue la negociación entre los dos personajes. Según se nos hizo saber, Arce propuso a Espino que dejara pasar, con algunas modificaciones, la ley que se impulsa desde la Asamblea Legislativa, y a cambio de ello, el bloque de Nueva Izquierda no pondría resistencia a que la segunda posición en la Contaduría Mayor de Hacienda quedara en manos azules.
Esto, traducido en el quehacer político, significa que sería el PAN quien auditara, es decir, quien hiciera las cuentas del gasto que efectúe el gobierno de la ciudad, cosa que si bien alguno puede interpretar como un hecho de extrema democracia, para otros es dar entrada libre a los azules en la fiscalización del gasto público que el panismo mira con diferentes ojos que el jefe de Gobierno. Tan fácil como culpar a Marcelo Ebrard de dilapidar tres millones de pesos en las playas del DF, mientras los panistas necesitan ese dinero para engordar la cartera de alguna firma privada con las que estén comprometidos. Así de diferentes son las cosas, así de diferente será la manera de analizar las cuentas.
Por eso, lo más probable es que la propuesta de ley que está a discusión sufra las modificaciones que de alguna manera condenen el aborto (cuidado con los cambios al artículo 144), aunque la ley pase con el silencio cómplice del panismo, pero calme, momentáneamente, el fanatismo religioso de los azules.
Y es que en los planes del PAN no caben los arreglos frente al proyecto político que ese partido ha diseñado para la batalla que darán, pase lo que pase, en la Asamblea Legislativa. Veamos por qué:
Siempre que el cinismo hace su aparición en la escena política, detrás está el PAN, o la Iglesia, o los dos juntos. Y de esa sopa ya ha tenido que tragar bastante la población.
Decimos esto porque la desfachatez con la que llegan a manejarse unos y otros, ahora con el tema del aborto, se disparó a límites no vistos con anterioridad.
El panismo, por boca de Doña Perpetua Gómez del Campo, rompió las marcas de la temeridad azul y se atrevió a pedir que fuera la gente del Distrito Federal, de la capital del país, quienes decidieran en un referéndum sobre la nueva causal legal de aborto que propone una parte de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Nada oculto hay en la petición de la señora: Los panistas que no miran con malos ojos la posibilidad de dejar en manos de la mujer la decisión de abortar -que también los hay-, aseguran que la estrategia de la lideresa azul, aún sin el mecanismo de consulta que ya les fue rechazado, será la misma que se utilizó, sin éxito completo -porque se tuvo que recurrir al fraude-, en la campaña presidencial pasada.
En esta parte, como lo dijimos en la entrega pasada, no se puede olvidar que fue el panismo y sus cómplices en el IFE y en el tribunal electoral, quienes se opusieron al método planteado por Andrés Manuel López Obrador de contar, voto por voto y casilla por casilla, los sufragios emitidos por el elector en la campaña presidencial de referencia.
Ese hubiera sido el gran referéndum que, cualquiera que hubiera sido su resultado, podría haber cambiado la historia de México, pero negaron la posibilidad de lo que ahora reclaman, así es que Doña Perpetua no debe andar de chillona, exigiendo lo que su partido negó.
Pero aún así, y con el apoyo de empresas como la del oso, diría nuestro estimado Jaime Avilés, se tiene previsto ir a todas las instancias legales para evitar que la mujer tenga el derecho de decidir sobre su vida, y en ese lapso lanzar campañas publicitarias en las que los azules se posesionen como los defensores de la vida, y se ubique a sus contrarios como los asesinos, y a la cabeza de ellos Marcelo Ebrard.
Lo más curioso del asunto es que, según dicen, no importa si la quinta causal de aborto se convierte en ley o no, lo importante es que habrá un motivo que les permitirá desacreditar, hasta donde sea posible, al gobierno de Ebrard. Por eso fue que, aparentemente, se tardaron tanto en reaccionar a un asunto que de entrada les cae como un escupitajo en el ojo. Oponerse desde el principio a gritos y sombrerazos, como es su costumbre, era lo más lógico en un partido cuyo presidente es miembro de una secta religiosa del tamaño y fanatismo del Yunque, pero se tenía que pensar cómo causar el mayor daño al enemigo. Ahora la estrategia está lista.
Por su parte, la burocracia mayor de la Iglesia, los obispos, decidieron juntarse para lanzar amenazas en contra de los legisladores a favor de la decisión de la mujer. Se atrevieron a decir que con esa ley, la del aborto, en esta ciudad campearía la ley del más fuerte, y se autorizaría la violencia contra el débil. Mayor cinismo, solo en el PAN, porque estos funcionarios de la Iglesia ya deberían saber cuántos niños viven en las calles, cuántos más son explotados en la peor de las prostituciones, bajo sus propias bendiciones, y cuántos más perecen por hambre y sin educación, mientras las grandes empresas dejan de pagar los impuestos que podrían servir para salvarles la vida. Pero allá ellos, a fin de cuentas, qué su Dios se los perdone.
Pero haber quien perdona en el PRD a René Arce, quien con su acuerdo de ayer por la mañana quiere ponerle una pistola en la cabeza a Marcelo Ebrard y a su gobierno dejándolo en manos de los azules. Eso sí que en política no tiene perdón.
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