Antonio Gershenson
Cuando la derecha y los tecnócratas en particular hablaban de impulsar en México el llamado "mercado eléctrico", solían poner como ejemplo lo que supuestamente pasaba en Estados Unidos. Cuando la crisis energética en California puso en aprietos a ese sistema; cuando se exhibió que no había un mercado libre sino que en realidad era manipulado por empresas como Enron en su propio beneficio; cuando se vio que los precios de la electricidad se iban a las nubes, nuestros malinchistas voltearon a ver a otro lado. En California se empezó a legislar para regresar al sistema "regulado" y acabar con ese supuesto mercado libre.
Ahora recibimos del país vecino información que complementa y actualiza esta situación. La llamada desregulación, o sea el supuesto mercado eléctrico, se llegó a poner en práctica en alrededor de 12 estados únicamente, del total de 50. El precio promedio de la electricidad en estos estados llegó a ser 55 por ciento más alto que el promedio de los demás estados. En la ciudad "desregulada" de Boston, el precio de la electricidad ha subido 70 por ciento, hasta 20 centavos de dólar por kilovatio por hora. En ocho estados hay procesos en que por lo menos se considera volver a la regulación. En Massachussets, estado en el que está Boston, se formó hace poco la Oficina Ejecutiva para la Energía y el Medio Ambiente, que de hecho es un paso hacia un organismo regulador.
No deja de haber aquí ignorantes que hablan de un mercado eléctrico. Pero lo que hay es un oligopolio privado. Unas cuantas empresas son dueñas de plantas de generación de electricidad, le venden esa energía a la Comisión Federal de Electricidad en condiciones en las que este organismo público absorbe todos los riesgos económicos y los traslada, directa o indirectamente, a los usuarios del servicio eléctrico. A cambio de que esos favoritos, y otros como las gaseras privadas, hagan el gran negocio, no sólo pagan caro muchos ciudadanos, al grado de que en partes del país hay huelga de pagos, sino que miles de empresas con un consumo importante de energía han quebrado y cerrado.
De manera paralela, se quiere crear un supuesto mercado basado en un autoabastecimiento con el que se encubre la venta de energía de particular a particular, que viola la Constitución al igual que el oligopolio privado. Una empresa privada genera electricidad y la vende a otra u otras, bajo el manto de llamarle a esto autoabastecimiento.
El mencionado precio de Boston es igualado aquí en varias tarifas, con la diferencia de que aquí el salario mínimo por día es menor que el de Estados Unidos por hora. El poder de compra es, evidentemente, menor que el de allá, y por lo tanto hay casos en los que el pago del consumo eléctrico es imposible de realizar para muchas personas.
En estados del país vecino se han puesto precios tope al consumo eléctrico. Aquí, pese a promesas electorales incumplidas, esos precios suben más.
Este no es sino un ejemplo más del costo que tiene para los mexicanos el que se toleren y el que incluso se protejan monopolios u oligopolios privados. Como se publicó ayer aquí, el mismo vicepresidente del Banco Mundial, Francois Bourguignon, dijo que en México los monopolios son un fardo para la actividad económica. Se da una apariencia de precios de mercado basando precios mexicanos en los análogos del sur de Texas, que son de los más caros del mundo. ¿Por qué no basarlos en los precios de Venezuela, Argelia u otros lugares en que son mucho más baratos, o por lo menos en un promedio de todos?
Las privatizaciones, aunque sean disfrazadas, nos han salido siempre muy caras.
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