• Calderón y sus vicepresidentes
• Batallas y guerras perdidas
El júbilo de un hipócrita sólo dura un momento. O mejor aún, mi estimado, duró una elección. La campaña de desprestigio y miedo encabezada por Vicente Fox para darle flit al puntero amarillo en la carrera presidencial utilizando todos los recursos a la mano, estuvo orquestada (y financiada) en otras trincheras por los grandes consorcios empresariales que hoy, sin ninguna novedad, aparecen balconeados como corporaciones que gozan de impunidad y beneficios fiscales.
López Obrador, my friend, se encargó desde sus espacios y a lo largo de su accidentado camino rumbo al polémico 2 de julio, de enviar constantes señales de que, precisamente en caso de llegar a Los Pinos, esos divertidos beneficios se terminarían. Por eso la preocupación, paranoia, terror y recelo. Efectivamente Andrés Manuel era un peligro... para esos intereses.
Son los mismos simpáticos empresarios que con todas las ganancias que reportan sus empresas anualmente, millones de mexicanos se enteraron que pagan una bicoca de impuestos y que gozan de la simpatía y complicidad del SAT. Qué bonita familia. Y en medio el duopolio televisivo que vuelve a ser nota escandalosa por los fuertes y severos señalamientos hechos al Financial Times de hace unos días por el titular de la SCT, Luis Téllez, y un epicentro llamado Cofetel.
Por eso es cada vez más claro para demasiados mexicanos, hoy que se manejan nuevamente los números y la danza de los millones en beneficios fiscales para unos cuantos, la delicada embestida que en el sexenio pasado desde el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial se desencadenó contra quien se volvió el individuo más incómodo para su capital supervivencia. Para esa larga cadena de impunidad tributaria que mantiene a México con niveles preocupantes en materia de recaudación fiscal. Ésos son los mismos nombres de quienes se encargaron de la peligrosa espiral de odio, polarización y de dividir a la sociedad en su conjunto avalando al costo que fuera el controvertido triunfo de Felipe Calderón.
Hoy que Los Pinos quiere convencer, querido lector, el panorama no pudiera ser más volátil. Demasiados frentes abiertos y un gobierno pasmado por la escalofriante ola de violencia del narcotráfico y una guerra por demás perdida mientras el PRI, en voz de uno de sus controvertidos coordinadores, desparpajadamente afirma (recordándole) a Calderón, que ellos lo apoyarán para evitar que su régimen se colapse. Ni más ni menos. You´re our hostage buddy.
Un gobierno aturdido con dos vicepresidencias. Una en manos del hombre fuerte en Los Pinos, Juan Camilo Mouriño, y otra en manos del hombre fuerte en el Senado, Manlio Fabio Beltrones. El PRI siendo la tercera fuerza política, en la ocurrente realidad es la tabla del desamparo, perdón, de salvación de Felipe... por ahora. Así que vete yendo por la sombrita michoacano, sobre todo en tiempos de elecciones.
Justamente en Xicoténcatl, my friend, se librarán las batallas legislativas más atractivamente cruentas y, por si las dudas, ya se habla de la posibilidad de un periodo extraordinario de sesiones para cocinar a fuego lento la cacareada reforma fiscal que, con los datos de los adeudos de los célebres morosos y que rebasan la friolera de 100 mil millones de pesos, el contexto se antoja de pronóstico reservado.
Sobre todo en un país que, pese a los discursos y propaganda oficial, sigue profundamente dividido y agraviado. Donde la moldeada credibilidad del gobierno se desmorona con rapidez vertiginosa. Donde la realidad mata con brutalidad las farsas discursivas. Privilegios para aquellos que ayudaron a imponer a Calderón Hinojosa en el poder... aunque veremos si la entretenida luna de miel... y las zanahorias... alcanzan para los cerca de 2058 días que faltan para el final.
El original desgaste del régimen que llegó sin bono democrático, sin márgenes de maniobra y envuelto en la sombra de un fraude electoral, a poco más de cuatro meses, es vertiginoso.
Batallas importantes se pierden en el terreno mediático por el pésimo manejo de las crisis, las delicadas contradicciones y el nulo control de daños.
Por la incapacidad de un gabinete que a ratos parece caminar tambaleándose y que, bajo el liderazgo de Felipe Calderón, no encuentra seguridad ni firmeza en el rumbo.
Y de pilón, aderezado con el ingrediente de la indecisión que sigue siendo, my friend, la peor decisión... Cuidado.
Marcela Gómez Zalce
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