Carlos Fernández-Vega
¡Inevitable fenómeno natural!
Un mexicano emigra cada minuto
Sistemática violencia de EU contra hispanos
Una vez más el discurso pretende encubrir la tímida actitud gubernamental por la sistemática violencia que las autoridades estadunidenses ejercen en contra de los mexicanos que, legal o indocumentadamente, se han incorporado a la economía y la sociedad de aquella nación.
Los recientes actos represivos contra la mal llamada comunidad "latina" en Los Angeles sólo confirman ambas cosas, es decir, la apocada actitud del gobierno mexicano y la política represora de la autoridad estadunidense.
A pesar de ello, los mexicanos siguen emigrando a Estados Unidos, y de forma creciente. Tiempo atrás comentamos en este espacio que la parte "bonita" de la expulsión de mano de obra es la abultada inyección de divisas que, vía remesas, hace la paisanada, pero ello no puede ocultar que la única opción para millones de connacionales es enfilar hacia el norte, en donde muchas veces pagan con sangre el derecho de tener un empleo, negado en su propio país.
No hay nada de qué presumir, y a pesar de que en Los Pinos suponen que la migración es un "inevitable fenómeno natural", el balance resulta espeluznante. De acuerdo con cifras oficiales, sólo en el sexenio del "cambio" poco más de mil 440 mexicanos cotidianamente (a razón de uno por minuto) ingresaron a y se quedaron en Estados Unidos, para totalizar en esos seis años 3 millones 253 mil 663 personas, hasta 2005. Lo peor del caso es que la tendencia se mantiene al alza con la "continuidad".
Un mexicano emigró cada minuto a lo largo de los últimos seis años, de tal suerte que no es gratuito que México ocupe el deshonroso segundo lugar en captación de divisas. Nada se ha hecho para resolver esta dramática situación, salvo repetir el discurso y fomentar la "cultura del jardinero".
Como ayuda de memoria, un paseo temático, cortesía de la Cámara de Diputados: los factores que explican la migración de México hacia Estados Unidos se agrupan en tres categorías: la oferta-expulsión de fuerza de trabajo, dada por la insuficiente dinámica de la economía nacional para absorber el excedente de la fuerza de trabajo y la necesidad de buscar salarios más atractivos; la demanda-atracción, dada por la evolución de los sectores agrícola, industrial y de servicios del vecino del norte y la demanda de fuerza de trabajo inmigrante; y los factores sociales que ligan a los inmigrantes con la familia, los amigos, las comunidades de origen y destino, y que son determinantes para reducir los costos y riesgos asociados con el movimiento migratorio hacia Estados Unidos.
Los factores asociados con la oferta-expulsión y demanda-atracción validan la teoría neoclásica de la migración internacional, porque explican el flujo migratorio de México hacia Estados Unidos a partir de las asimetrías existentes entre ambas economías en capital, mercado laboral y salarios. Sin embargo, la teoría neoclásica de la migración internacional predice que, en el mediano o largo plazos, el flujo migratorio del país que es intensivo en mano de obra se detendrá, porque su oferta de trabajo se reducirá y los salarios tenderán a subir; por su parte, en el país que es intensivo en capital, la oferta de trabajo se incrementará y los salarios caerán, conduciendo hacia una reducción en el diferencial internacional de salarios. En el flujo migratorio internacional de México hacia Estados Unidos esta predicción no se ha cumplido; por el contrario, se ha exacerbado, y se prevé que en el mediano plazo no se va a detener.
Lo anterior se debe, fundamentalmente, a los problemas estructurales del mercado laboral mexicano, que se caracteriza por un crecimiento explosivo de la oferta laboral, y la incapacidad para generar las fuentes de trabajo necesarias, lo que genera una sobre oferta de mano de obra que se traduce en una reducción del salario de los trabajadores. A este escenario se agrega la creciente demanda de mano de obra mexicana en los diferentes sectores de la economía de Estados Unidos.
Por origen, las personas que emigraron del territorio mexicano con destino hacia Estados Unidos durante el periodo de 1995-2000, residían en las siguientes entidades de la República Mexicana: Jalisco (10.9 por ciento), Michoacán (10.6), Guanajuato (10.4), México (8.1) y Veracruz (5), de las cuales salió el 45 por ciento del total de emigrantes. Cerca de la tercera parte (29.6 por ciento) proviene de: Guerrero (4.7), Distrito Federal (4.8), Puebla (4.4), Zacatecas (4.2), San Luis Potosí (4), Hidalgo (3.9) y Oaxaca (3.6).
Por destino, la población mexicana y de origen mexicano se distribuye a lo largo y ancho del territorio estadunidense, aunque en una docena de estados reside casi el 90 por ciento de ellos: California (41 por ciento), Texas (25), Illinois (6), Arizona (5), Colorado (2), Florida (2), Nuevo México (2), Washington (2), Nevada (1), Georgia (1), Nueva York (1) y Carolina del Norte (1). Esta nueva "fotografía" muestra una mayor dispersión geográfica, aunque prevalecen los estados de California, Texas e Illinois como las principales entidades de concentración de población mexicana y de origen mexicano.
En términos de participación por entidad federativa, en 2005 Michoacán captó el 12.95 por ciento de los ingresos totales por remesas, Guanajuato el 8.56, Jalisco el 8.45, México el 8.36 y el Distrito Federal el 7.25. En el análisis por hogares, se observa que el número de familias que recibieron remesas fue de casi un millón 172 mil en 1998, para llegar a un millón 438 mil en 2004.
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